Christa

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Christa, 12 años.

- ¡Christa eres la personas más Bella que mis ojos han visto jamás! Por eso... ¡Déjame adueñar tu corazón aunque no lo merezca!

La albina miró incomoda a su acompañante. No quería destrozar su corazón pero tenía que decirle que ella no sentía nada por el.

- Lo siento muchísimo Eduard pero... No siento nada por ti. Es decir, somos amigos desde pequeños, si. Pero jamas te he visto como algo más. Lo siento...

El oji-verde la miró sorprendido. Y sin responder a la albina salió de ahí corriendo cual gallina.

Esta suspiro profundo y se sentó en el banco más cercano.

Siempre tenía que romper las propuestas de amor de la gente.

¿Tan difícil es que su corazón ya tiene dueño? Aunque este, desgraciadamente, no sea correspondido.

- Karl...- La albina miró al cielo con las mejillas sonrosadas.

Amaba a ese hombre.

- Querida Christa, ¿Me has llamado?- el Albino apareció Justo delante de sus narices, asustando así a la fémina.

- Karl, avisa antes de venir, siempre me pillas desprevenida.- Su cara se encontraba totalmente roja. Cada vez se le hacía más difícil hablar con su primo mayor.

- ¿Por qué estás tan roja? ¿Acaso ese Eduard se te ha declarado?

- Si...- está volvió a suspirar y miró las rosas blancas que rodeaban la banca.

- Eres tan buena Christa...- Karlheinz se sentó junto a ella y la miró fijamente a los ojos- Tan inocente...- se acercó a ella aún más, haciendo que la albina tuviese la cara más roja que un tomate.

- E-e-mm. e-esto... - la fémina lo agarró de los hombros y lo apartó de ella- ¡C-creo que me llaman! S-si, eso... ¡Un placer verte Nii-sama! Ya sabes que me encanta que vengas a verme y tal pero... Ahora estoy ocupada porque... emm.. tengo que alimentar al gato, ¡Si! ¡Eso! ¡Adiós!

La fémina salió corriendo dejando a un Albino confuso en la banca.

"Estuvo tan cerca" pensó esta.

Un poco más y sus labios casi rozan. Se solo pensarlo la garganta se le secaba y sus mofletes adquirían color.

"¿Qué estás pensando Christa? ¡El es mayor que tú! ¡Casi 1000 años! No puedes permitir que el te guste. No, prohibido"

Pero era tan apuesto...

Tan caballeroso...

Tan guapo...

Era tanto para ella que no podía parar de pensar en el ni un solo Segundo.

Ni uno solo...

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