❝Porque tal vez, tu serás quien me salve. Después de todo, tú eres lo que más amo.❞
Ellos vienen de mundos distintos pero con heridas que necesitan ayuda para sanar. Tal vez, se necesitan el uno al otro más de lo que piensan.
LIBRO UNO TERMINADO
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Desperté entre los brazos de Rubén, y me sentía protegida, como si después de mucho tiempo por fin hubiera dormido bien. Sonreí al sentir sus brazos a mi alrededor y giré sobre mi costado para ver su cara. Dormido se veía más tranquilo y un poco menos loco de lo de siempre. Luego, cuando un rayo de luz de sol logró atravesar sus gruesas cortinas y acariciar su rostro, una pequeña sonrisa llena de alegría y travesura se dibujó en su rostro.
-Toma una foto, te durará más.
-Las fotos no tienen tu olor apestoso, creo que sería mejor, ¿no?
-No huelo tan mal, ¿o sí? - Levantó su brazo y llevó su nariz a su axila e hizo una mueca. -Tienes razón, necesito un baño.
-Es broma, me gusta tu olor- le dije estirándome para darle un beso, luego su flequillo se movió y me empezó a causar cosquillas, pero tocó la punta de mi nariz y le estornudé en la cara. -Ay, perdón.
-Compensádmelo con unos waffles y beicon.
-No vine de tu chacha, la invitada aquí soy yo. O cocinamos juntos o no comemos.
Se movió y de la nada me tenía debajo suyo. Me beso y luego rio.
-Si quieres te como a ti-. Se inclino de nuevo y me beso, y nos besamos bastante intenso. -Pero te respeto, y mejor cocinamos juntos.
- ¿Y por eso me dejaste de besar? ¿Por qué me respetas? - le dije mientras hacía puchero. Estiré mi cuello y lo besé. -Quisiera que nos quedáramos aquí todo el día, detener este momento para siempre, pero tengo hambre.
Aunque dijimos que cocinaríamos juntos yo terminé haciendo gran parte del trabajo mientras Rubén solo creaba un desastre, llenándome la cara de harina o dejando caer las cascaras en la mezcla de los wafles. Pero jamás me había sentido tan feliz de manera tan genuina en mucho tiempo. Llevaba mucho tiempo fuera de casa, sin alguien que alguien disfrutara de las simplezas de la vida junto conmigo, sin que me comprendiera como mi madre lo hacía.
Mi madre era mi todo, ella era mi hogar, y la clase de cosas que solamente hacia con ella, ahora las hacia con Rubén. Desde que lo conocí estaba emocionalmente mejor, a pesar de que ya le había contado un poco acerca de mi depresión y de mi trastorno de ansiedad generalizada, el aún no lo había experimentado en persona porque como había dicho, porque estaba bien, porque me distraía. Era muy bonito, pero eso no significaba que los sentimientos no estaban ahí.
