George Weasley

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Fred y George, estaban disfrutando de su gran éxito con la apertura de Sortilegios Weasley. Vivir en el Callejón Diagon, tenía ciertas ventajas, como disfrutar de los mejores productos de todo el mundo mágico, entre ellas los helados de Florean Fortescue, donde George descubrió lo que más le gustaba en la vida...Lilia Fortescue. Ella era nieta del dueño de la heladería, había estudiado en Ilvermorny y cuando terminó se mudó a Londres, con la intención de ayudar a su cansado abuelo.

Fue una tarde de verano cuando se conocieron, Lilia limpiaba el mostrador, las ventas eran fantásticas por el clima cálido de la temporada, sin embargo, todo quedaba bastante pegajoso. Estaba por terminar, cuando un guapo pelirrojo se acercó.

-¡Hola! Quisiera dos conos de...- Interrumpió su orden en el momento en que se encontró con los ojos azules de la bella chica, perdiéndose en ellos y provocando que ella se sonrojara.

- ¿Dos conos de..?.- Habló nerviosa, pero debía atender al cliente.

- ¿Que? ¡Ah! Si, si. Dos conos de menta, por favor.- Dijo saliendo de su ensimismamiento, tratando de ocultar su nerviosismo. Vaya que le parecía guapa y no quería perder la oportunidad de conocerla.- No te había visto por aquí, ¿Cómo te llamas?.-

-Lilia, Lilia Fortescue.- Respondió mientras servía los conos, sonriéndole.

- Yo soy George Weasley.- Le extendió la mano, a lo que ella muy gustosa la tomó.- Soy uno de los dueños de Sortilegios Weasley ¿Conoces la tienda?.-

- No, tiene menos de una semana que llegué, no he tenido tiempo de conocer el callejón.- Le entregó los helados y el pagó, pero no se fue.

- ¡Puedo ayudarte con eso! Vivo aquí con mi hermano ¿Tienes algún día libre?.- Dijo muy emocionado, casi gritando.

- No lo se, pensaba en tomarme el domingo libre, peor no he hablado de eso con mi abuelo.-

- ¿Tu abuelo? ¡Claro! Fortescue...- Asintió riendo, era un chico muy simpático.- Entonces...tendré que regresar todos los días hasta que tengas un momento libre.-

- No es necesario.-

- No, pero de cualquier manera lo haré.- Afirmó guiñándole un ojo.- Nos vemos mañana.- Comenzó a caminar despidiéndose con la mano y ella imitó el gesto.

Todas las tardes que antecedieron al domingo, George fue a comprar un cono, sin importarle el sabor, sólo iba por volver a encontrarse con ella, lo hacía feliz ver su reflejo en la mirada de Lilia y su risa, lo llenaba de una emoción inexplicable. Por parte de ella, las cosas eran similares, no creía haber conocido a alguien más alegre que él y su sonrisa, le robaba horas de sueño y saber que se acercaba la hora en que él visitaba el local, la ponía nerviosa. El señor Fortescue, accedió a darle los fines de semana libres, era su nieta favorita y sería incapaz de negarle cualquier petición.

Cuando llegó el día, ella no podía mantenerse quieta por los nervios, despertó temprano y se arregló, poniendo mucho esmero en ello, usó un vestido negro casual, unos zapatos bajos del mismo color, contrastando con su piel y resaltando sus ojos. George, llegó puntual a la puerta de los Fortescue y quedó impactado con la belleza de Lilia.

- Wow.- Murmuró.- Digo, ¿Vamos?.- Pasaron el día recorriendo el callejón, entraron a todas las tiendas y comieron lo que quisieron. La última parada fue en su tienda de bromas, pasando momento divertido. George la llevaba de un rincón a otro, mostrándole sus creaciones y explicando las funciones de cada una. Ella lo escuchaba atentamente e incluso conoció a Fred, se llevó una buena impresión de él, pero ya tenía a su gemelo favorito. Antes del anochecer, la acompañó de regreso a su casa, prometiéndose verse pronto.

- ¿Te gusta Fortescue?.- Inquirió Fred, entrando en la cocina, arqueando una ceja.

- ¿Pero qué dices? Es un anciano, Fred, ¡No seas pervertido!.-Desvió el tema con una broma.

- Idiota, yo hablo de Lilia...Te gusta ¿Verdad?.-

- ¿Soy muy obvio?- Fred asintió riendo.-Es que es ¡Hermosa!

- Si, es guapa y simpática...Lástima que tenga pésimo gusto con los hombres.- Dijo con sarcasmo.

-¿Le gusta alguien? ¿Quien?.- Gritó sacudiendo a su hermano, no soportaría saber que Lilia gustaba de otra persona que no fuese él.

- Además de ser el gemelo feo, eres estúpido.- Se burló de su hermano, quien se molestó.- Pensé que lo habías notado, ¡Tu también le gustas!.-

- No bromees con eso.-

- No lo hago, le gustas de verdad. Si yo fuese tú, hacía algo...no creo que seas el único que ha notado su belleza.-

A la mañana siguiente, George se vistió con su mejor ropa, hizo aparecer un GRAN ramo de flores y partió a la casa de la chica de sus sueños.

- ¡Lilia! ¡Lilia!.- Gritaba debajo de la ventana del dormitorio con cortinas rosas, confiado en que sería el de ella. Por suerte no se equivocó, pudo ver su rostro sonriente a través del vidrio, le hizo señas de que bajaría.

- Pero ¿Que haces aquí?.- Su voz era una mezcla de felicidad y confusión. La sorpresa obviamente le gustaba, casi tanto como le gustaba el pelirrojo.

- Vengo a enamorarte.- Soltó sin pensar mucho en sus palabras, aunque decía la verdad. La chica estaba loca de felicidad, no respondió con palabras, pero corrió a los brazos de George, enredando sus manos en el cuello y plantándole un beso que lo decía todo.

Harry Potter - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora