Sorpresa - Fred Weasley

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Paula y Fred, se conocieron cuando eran unos niños, jugaban cada fin de semana y a diario durante los veranos, hasta convertirse en mejores amigos. Aunque Paula era dos años menor que ella, Fred esperó con ansias hasta verla formada con los niños de nuevo ingreso, rogando a Merlín fuese elegida en Gryffindor y así sucedió.

Compartían bromas, travesuras y castigos, pasando días casi completos. Para todos, era muy obvio que se veían más que como amigos, pero ellos lo negaban cada vez que alguien lo señalaba.

— Pau, es el último año de los gemelos, deberías confesarle a Fred lo que sientes.— Sugirió Harry, la noche antes de volver a Hogwarts.

— Sabe que es mi mejor amigo.— Respondió algo molesta, cerrando de golpe su baúl y salió de la habitación a buscar a Sirius.

Paula estaba consiente del amor que sentía por Fred, pero como no la invitó al baile de navidad y todo el tiempo la presentaba como su mejor amiga, creyó que no era correspondida y prefirió guardar el secreto, por temor a ser rechazada.

— Ven conmigo.— Dijo Fred, a penas dándole tiempo a su amiga de levantar la vista. La había encontrado en el pasillo que lleva al Gran Comedor, pues presentaría los TIMO y Weasley pasó corriendo por ahí, estaba buscándola.

— ¿Que pasa?.— Preguntó mientras corría a lado de Fred, que había tomado su mano para llevarla a algún otro lugar.

— Tengo que contarte algo.— El pelirrojo bajó la velocidad y entraron en un armario de escobas.

— ¡Habla!.— Exigió Paula, llena de curiosidad por escuchar la noticia.

— Vamos a dejar la escuela.— Fred estaba emocionado, aunque para ella no era precisamente increíble, pues eso significaba dejar de verlo.

— Es su último año...

— Siempre hemos sabido que nuestro futuro está más allá de éste Castillo.— El chico no dejaba de sonreír y revisó el reloj.— Además, el dinero que nos dió Harry, sirvió para empezar nuestro negocio.— Recordó y ella, casi al igual que los gemelos, sabía el éxito que tenían los Sortilegios Weasley.

— ¿Abrirán su tienda?.

— Lo tenemos todo arreglado.— Confesó orgulloso y hasta ese momento, su sonrisa se borró.— Ven con nosotros.

— Fred, no puedo dejar a Harry solo.— Ambos estaban consientes de lo que sucedía y por más que se hicieran falta, debían separarse.

— Voy a extrañarte.— Murmuró Fred, antes de abrazarla con fuerza.

— Y yo a ti.— Respondió ella, luchando por no llorar.— Te prometo que Umbridge seguirá sufriendo.— Él asintió satisfecho y justo en ese momento, las puertas del comedor se abrieron.

— Voy con George.— Anunció, pues aunque no quería dejarla, tenía algo importante que hacer.— Disfruta el espectáculo, bonita.— Guiñó un ojo y salió con aire triunfante del armario. Paula agradeció que se alejara pronto, pues se había sonrojado, jamás la había llamado de esa forma.

A los meses, Paula y Harry, sufrieron la pérdida de Sirius y la tristeza los acompañó todo el verano, sumando la desagradable compañía de los Dursley. Por suerte todo mejoró cuando fueron llevados a la Madriguera y Paula, pudo reencontrarse con su mejor amigo, pues fueron a visitar su tienda.

— ¡Paula!.— Exclamó Fred, ignorando al resto de sus visitantes.— Ven conmigo.— Tomó su mano y la arrastró por todo el lugar, feliz de poder compartir su éxito con ella.

Después de la boda de Bill y Fleur, volvieron a separarse, sin saber si volverían a verse pues la chica iría con Harry en búsqueda de los horrocruxes faltantes. Casi un año después, se reencontraron en el castillo, minutos antes de la batalla de Hogwarts.

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