Reto 26: Un guante como evento desencadenante

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Desde el inicio de los tiempos, la humanidad ha vivido en la ignorancia, sumidos en la oscuridad del desconocimiento, en un mar de incertidumbre, viviendo una existencia sin sentido, sin explicación y sin un propósito fijo. Cuando el ser humano pisó la tierra por primera vez y comenzó a comprender su lugar en el universo, apenas era una millonésima parte de lo que había allá afuera.

En su intento por entender su papel en el universo, y buscando una explicación a los fenómenos naturales que lo rodeaban, comenzó a crear dioses, semejantes al hombre, con sus mismas características y sus mismos deseos, en un intento vano por sentirse valiosos. Mitologías, religiones, sectas, cultos y creencias de lo más variadas nacieron como un pobre intento de explicar la creación del universo, pero no eran más que hipótesis sin ningún fundamento, sin ningún acierto y con tantos errores como estrellas tiene el universo.

Ni yo tengo las repuestas, pero el tiempo que llevo aquí, he logrado comprender un poco y nada de lo que pasó el día de la creación.

No sé si estoy en la orilla del universo o en el centro de este, solo recuerdo que era una noche muy fría, más de lo normal. Yo era, si la memoria no me engaña, un oficinista de una importante empresa, que aunque mi puesto era de los más bajos en el organigrama, yo sentía que era superior a los demás, que gracias a mi sueldo y la reputación de esa compañía podía humillar a los demás. Era arrogante, despilfarrador, y sentía a los demás inferiores a mí, eran juguetes, objetos que se podían usar y desechar cuando no sirvieran.

Caminaba por las gélidas calles después de una noche de copas. Al principio pensé que todo era efecto del alcohol, pero después me di cuenta de la realidad de las cosas. Una luz cegadora apareció frente a mí, pensé que era un auto el que me impactaría, cuando la luz me cegó, un zumbido hizo que por poco los tímpanos me estallaran; quedé inconsciente.

Cuando desperté, me encontraba en una habitación de color negro metálico, su superficie era opaca, casi no reflejaba nada. El suelo y el techo eran recorridos por líneas de luz, parecían ser tubos luminiscentes incrustados en la superficie. Caminé confundido, hablé preguntando dónde estaba, pero no hubo respuesta otra que mi voz haciendo eco. Me apoyé de la pared, la parte negra era fría, la parte luminiscente se sentía cálida. Una puerta se abrió al fondo. Corrí a través de esta solo para encontrarme en una habitación aún más grande, parecida a la anterior en cuanto a diseño, pero esta no se encontraba vacía, llena con unas extrañas criaturas humanoides, con cuerpos muy largos y delgados, de casi 3 metros de altura. Vestían una capa con cuello largo que cubría todo su cuerpo, dejando ver únicamente su cabeza, que parecía un cráneo forrado de piel de color violeta y un par de ojos negros enormes, vacíos sin expresión, como ver al cielo en una noche sin estrellas.

El impacto debió ser muy fuerte, no sé cuánto pasé inconsciente, pero desperté en otra habitación, muy diferente a las anteriores, siendo esta de color blanco, equipada con una cama y un gran librero en la pared, junto a un escritorio y un par de sillas. Me levanté a recorrer el sitio. Pude ver que el librero y el mismo escritorio estaban llenos de libros y hojas escritos a mano. Comencé a ver algunos, escritos en diferentes lenguajes, entre ellos español, inglés e incluso italiano. Estaba intrigado en lo que decía, pues hablaban de estrellas, planetas lejanos, criaturas extrañas. Era como leer apuntes de alguna historia de terror, el argumento de alguna película serie B, o incluso los delirios de algún loco.

–Ah, veo que has despertado –dijo un hombre viejo, de aspecto demacrado y muy canoso, al entrar a la habitación, cruzando una puerta corrediza que se cerró justo detrás de él al pasar –. Espero encuentre interesantes mis anotaciones –dijo mientras dejaba una bandeja con un par de tazas –. No es el café de la Tierra, pero con el tiempo se acostumbrará, tiene buen sabor –dijo extendiéndome una.

52 Retos de Escritura 2020Where stories live. Discover now