Reto 20 = La historia contiene una lucha con unos bo

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El largo corredor del castillo imperial era pobremente iluminado por antorchas, ubicadas en ambos lados con una separación de aproximadamente dos metros una de otra. La luz de la luna se colaba entre las largas ventanas, apenas haciendo notar la larga alfombra, que cubría toda la extensión del corredor.

No se escuchaba sonido alguno además de los pasos de Ryu, el héroe que juró defender el reino de Hua, y ahora tenía que rescatar a la princesa Meigui Hua, la hija del Emperador Xiangshu, quien recompensaría al salvador con la mano de su hija. Ryu no era un héroe avaricioso, él solo buscaba librar el reino de Hua de la tiranía del emperador Duyao, el terrible señor de la guerra que planeaba destruir todo lo que estuviera en su camino.

El largo corredor llegaba a su fin, donde una enorme puerta de madera bloqueaba su camino, pero no sería problema, pues aunque la pesada cerradura mantenía la puerta en su sitio, Ryu tenía la llave de Jade, nombre dado a la única llave que podía abrir la cámara de Duyao. Introdujo la llave y la giró. Pesados mecanismos y engranes comenzaron a girar en un estridente chirrido, retirando el seguro de la puerta, que rechinaba al ser empujada. Una tonada de órgano hacía eco en aquella sala con piso de mármol, tapizado de una exquisita alfombra roja. El lugar, sin ventanas, era iluminado por antorchas y un candelabro de araña que colgaba del techo. Las paredes estaban decoradas con cuadros tanto de Duyao como de soldados de su ejército en escenas de combate, donde vestidos con sus armaduras negras y protegidos con yelmos coronados de dos largos cuernos, cabalgaban a la batalla con sus sables talwar aterrorizando las poblaciones que serían conquistadas por el terrible emperador.

–Finalmente has llegado –dijo Duyao con una voz grave, dándose la vuelta para ver fijamente a Ryu–. Comenzaba a aburrirme.

–Ayúdame, por favor, sálvame –gritaba la princesa Meigui Hua, encerrada en una jaula que colgaba detrás de Duyao.

–No podrás salvarla, una vez que acabe contigo la haré mi esposa, por la fuerza si es necesario.

Duyao era un guerrero temido en batalla, pero de frente era más imponente de lo que los relatos contaban, con sus dos metros de altura y corpulento cuerpo que era protegido por una armadura de estilo samurái de color rojo, sus ojos negros tenían una mirada imponente y su espeso bigote le daba un aspecto amenazante. Tomó su yelmo que, tal como los que sus soldados usaban, que tenía dos largos cuernos, con la peculiaridad de tener el cuerno izquierdo roto por la mitad, como señal de haber sobrevivido una cruenta batalla.

–Aunque hayas llegado hasta aquí no pienso perder mi tiempo con un insecto como tú.

Y levantando la mano dio la señal para que varios de sus soldados aparecieran, seis en total, que cayeron del techo, todos armados con largos sables talwar. Ryu desenvainó el propio, y comenzó la pelea contra los guerreros.

La armadura de placas con la que estaba vestido le protegía de los impactos, reduciendo en gran medida el daño recibido de aquellos golpes que no pudiera esquivar alejándose o rodando en el suelo. Su sable bloqueaba los impactos, desviando la espada para poder acertar una estocada a su rival, pasando de uno para atacar a otro de la misma forma, al lanzar la cuchillada al enemigo y finalmente eliminar al soldado con un corte, yendo uno por uno hasta haberse deshecho de todos.

–Vero que eres fuerte, pero no pienso dejar que te lleves a la princesa.

Levantó de nuevo la mano, del techo cayeron de nuevo varios soldados, seis, armados con unos palos bo, largos palos de poco menos de 2 metros de largo. Con gran destreza los soldados giraron dichos bastones para amedrentar a Ryu. Uno de los guerreros se abalanzó contra él, lanzando un golpe alto. Ryu pudo bloquearlo con su sable, pero otro de los soldados le atacó por la espalda, al bajar la guardia, el primer soldado aprovechó para usar su bastón bo para golpearlo en el cuerpo y hacer distancia. Era obvio que los palos eran mejores para mantenerlo a raya, por lo que Ryu cambió su espada por un arma similar, con la cual había ya demostrado destreza al luchar contra varios demonios y enemigos a lo largo de su travesía.

Se puso firme, con un rostro sereno, y tras una leve reverencia tomó el arma con ambas manos, alzándola a la altura de la cabeza y bajando en forma horizontal a la altura de las rodillas, después dio un par de golpes hacia la derecha y la izquierda. Retrocedió un paso y lanzó dos golpes más al aire, esta vez en diagonal, de arriba hacia abajo y abajo hacia arriba con su cuerpo de lado a la derecha, un retroceso más y repitió el movimiento cambiando de lado. Repitió el primer movimiento alzando el palo y dando un golpe hacia la izquierda para rematar con un golpe recto, como si de un palo de billar se tratara. Un bloqueo al aire en su lado derecho, un giro que simula un desarme enemigo y un golpe al centro fue el cierre de su kata, todos movimientos rápidos y con gran fluidez, poniéndose firme antes sus enemigos. Los soldados de Duyao lo veían quietos, y una vez Ryu concluyó sus movimientos, ellos estaban listos para combatir.

El primer soldado se abalanzó con el palo en posición vertical, lanzando un golpe desde arriba y otro desde abajo, los cuales Ruy bloqueó sin problema. Respondió con dos golpes al medio por la izquierda y la derecha, los cuales el soldado detuvo esta vez. Ryu retrocedió para marcar distancia pero el atacante se acercaría una vez más lanzando un golpe a su derecha, apenas bloqueado por Ryu, quien respondió con un impacto justo a la pierna derecha y rematando con un golpe a la cabeza, no siendo suficiente para acabar con su oponente, que lanzó otro golpe que fue bloqueado, recibiendo otro par de golpes a la pierna y a la cabeza. Los soldado de Duyao eran duros, y este no iba a mostrar ser la excepción, pues lanzaría un golpe por arriba. El bloqueo de Ryu fue perfecto, respondiendo con un golpe fuerte de la derecha para abrir la guardia del soldado, Ryu tomó impulso, y como si fuera un palo de billar golpeó directo a la cara, dejándolo fuera de combate.

De su derecha, un soldado se acercó atacando hacia las piernas, golpe que fue bloqueado por Ryu con gran destreza, acortando la distancia, que en un barrido en círculo logró detener el arma oponente en el suelo, quedando desprotegido ante un golpe a la cara y otro directo al cuerpo.

Bloqueó un ataque de su izquierda manteniendo el palo recto para golpear al pie y después al torso de su contrario, esta vez Ryu había acabado fácilmente con este oponente.

Rodear y tratar de atacar por sorpresa fue el movimiento del siguiente soldado pero no contaba con que sería bloqueado y a la vez respondido con un golpe a la cara y sacándolo de combate con una rápida patada al vientre, mas no era suficiente para eliminarlo. Retrocedió y bloqueó el ataque a la pierna y recibió una nueva patada y un golpe del bo, yendo al cuello, pierna y cuello.

Solo quedaban dos soldados, de los cuales uno se abalanzó por su derecha atacando la pierna, un retroceso le permitió a Ryu detener el golpe, y con un movimiento circular mantener a raya por un segundo al soldado de Duyao, dándole una oportunidad al último soldado en pie de atacar con un puñetazo, bloqueado por la mano libre de Ryu, a lo que él respondió con un agarre y un golpe de su arma a la cabeza, para volver con el soldado anterior quien recibió un impacto al cuerpo con un extremo del palo y con el otro al último soldado, dejándolos fuera de combate.

–Vaya, supongo que entonces no perderé mi tiempo si lucho contra ti –dijo Duyao, alisándose el bigote y avanzando con un bo de poco más de dos metros. Se puso en posición listo para comenzar la pelea contra Ryu, y mientras la princesa Meigui Hua oraba por su salvador, la pantalla se fue a negro.

–¿Cómo que se fue a negro? –preguntó consternado Alan, que hacía casi más de diez minutos que había dejado su café enfriarse mientas ponía atención a la anécdota de su amigo John.

–Eso, que se fue la pantalla a negro –respondió John con un suspiro mientras veía su taza casi llena de café ya frio–. El director dijo que aunque tenía acción y buenas mecánicas, no acababa de convencerle la idea, detuvo el programa y apagó el monitor, quitó el disco duro externo y me lo regresó, pidiendo que siguiera trabajando en la historia y puliendo el juego.

–Vaya, pero al menos no dijo que no le interesaba.

–No, supongo que es algo. Al menos me da ilusión de seguir trabajando en este proyecto, quien sabe, tal vez la próxima logre entrar a trabajar ahí como desarrollador de videojuegos –dijo John con un suspiro al ver por la ventana–. Supongo que mientras yo siga creyendo en mis sueños vale la pena continuar trabajando en ellos, aun si no logro convertirme en desarrollador profesional de videojuegos, la única forma de fracasar es dejando que este sueño muera.

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