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"Querido Chat Noir:

Veo mis manos por las noches; ya no queda rastro de humanidad en ellas. Mi cuerpo le pertenece por completo al demonio, excepto mi mente. Empiezo a vivir la que era tu normalidad; alimentarme y sólo existir. Las bestias que destruimos han recobrado su forma, la bruja también; puedo sentirla vigilándome constantemente, puedo sentir los ojos de las bestias viéndome fijamente cuando los arrebato de sus rostros para alimentarme.

Y no sólo eso; hay otro par de ojos sobre mí. No sé quién es, nunca alcanzo a verlo; se mueve con velocidad entre las sombras y su olor es bastante débil, y aunque su aroma es a esa tinta de la que me alimento, estoy seguro de algo; la presencia de esa bestia se siente igual que la tuya."

Buscar a Edward se volvía cada vez más complicado; pero al final logró enlazarlo a un bar de mal aspecto a las orillas de Paris. Todo esto le daba una mala espina ¿En realidad Edward se había vuelto loco por la muerte de Marinette? Analizó la información que logró enterarse sobre su estadía en ese sanatorio mental, el accidente brutal y sádico que había sufrido su compañero.

Sus ojos habían sido arrebatados de su rostro, su lengua mordida con fuerza hasta partirla; sus orejas habían sido desprendidas a mordidas; todo esto antes de que un enfermero lograra entrar a su habitación. Según los testigos el chico no se veía perturbado por lo que había hecho para ser su primera vez, y su comportamiento no lucía como acción de venganza; es como si sólo disfrutara de haber cometido el acto.

La piel de Adrien cosquilleó. Este no lucía como una ser humano cuerdo ¿De verdad necesitaba su ayuda? Y algo le daba un ligero escalofrío en la naturaleza del acto, todo le resultaba tan familiar, como hecho por una bestia. La idea de que hubiera bestias en el plano mortal no le lucía tan loca, la magia negra no había dejado de existir después de todo; pero tenía un extraño pensamiento rondando en su cabeza.

¿Viperion había escapado?

Según se enteró por algunas personas que habían dicho verlo después de su escape, él ahora se hacía llamar Luka, como el hombre al que había atacado; por eso había terminado ahí, deseando por fin encontrarlo.

Pasó: el lugar le resultaba repugnante, paredes cuya pintura ya se descarapelaba y luces parpadeantes; mujeres y hombres soltando risas sonoras y un fuerte aroma a humo y alcohol. El lugar era pequeño pero atiborrado de personas; podía sentir alguna que otra mirada colgarse de él a su paso.

Caminó hasta la barra para buscar hablar con alguien que atendiera el lugar.

—¿Qué se te ofrece, niño?— cuestionó un hombre regordete mientras limpiaba un vaso de cristal. Adrien sacó los papeles del bolso que traía.

—¿Ha visto a este chico? Se hace llamar Edward.— el hombre alzó la ceja inquisitivo y después volteó su mirada con poco interés.

—No me vengas a jugar al detective. Si vas a pagar por algo dime, sino mejor vete.— Adrien miró fijamente al hombre mientras su mano se introducía en sus bolsillos pensando en sí pagarle al hombre para sacarle información; pero en ese instante escuchó a una mujer reír a su lado.

—Por favor ¿En serio esperas que este hombre te diga la verdad aún pagándole?— regresó a verla. Su corazón se detuvo, la chica lucía extrañamente familiar; podía sentir en el fondo de su corazón que ya la había visto antes, pero la sola idea resultaba imposible ¿o no?

—Cállate perra y vete a molestar a otra parte.— escupió el hombre molesto a la chica de cabello azabache y ojos rasgados color miel. Adrien no dejaba de verla, admirarla sintiéndose confundido ¿Acaso en serio la había visto antes? La chica rodó los ojos divertida y se encaminó hacia Adrien tomando los papeles con tranquilidad sin importarle si el chico se lo permitía o no.

—¿Así que su verdadero nombre no es Luka, eh?— dijo viendo el papel mientras se mordía un poco el labio como si estuviera aguantando la risa. La chica alzó su vista hacia el rubio, percatándose que éste había mantenido la mirada sobre ella todo el tiempo.— ¿Por qué lo buscas?— Adrien por fin pudo despegar su mirada de ella y la desvió hacia otro lado.

Otra vez vino a él esos ojos azules, esa suave y agradable sonrisa, esos cabellos azabaches enredándose entre sus deos, la suavidad de sus delgadas manos, su tierno timbre, esas caderas moviéndose bajo las suyas en un perfecto compás.

Y su beso, ese último y desgraciado beso.

¿Qué le había ocurrido? ¿Por qué no había decidido escapar con él? ¿Qué fue lo que la asustó?

—Él me puede ayudar a traer de vuelta a alguien importante para mí.— la chica se quedó observándolo por un pequeño rato, él simplemente ignoró el gesto repasando esos últimos segundos que estuvo con Marinette. Su mirada de terror, la soledad que albergó en ese instante. Todo esto tenía que ver con la bruja.

La chica tomó su muñeca y lo jaló hasta la salida.

—¡Hey, paga tus bebidas Ryukko!— reclamó el hombre de la mesa mientras ambos se alejaban.

—Púdrete Dan.— respondió alzando el dedo medio.

—Esto no te saldrá gratis. Lo sabes.

Lo sabía, su cuerpo temblaba por solo saberlo; pero ahora mismo, sentía una extraña necesidad de ayudar a ese rubio, luego ella pagaría sus deudas, siempre hallaba la manera.

—Ven, te llevaré con Penny; creo que ella conoce a tu amigo

Sibila Where stories live. Discover now