•Yo te salvaré• Kakashi Hatake

Capitulo 4

-Narra  Kakashi-

Cuando deje a Kaori decidí ir a mi casa, me di la vuelta y me encontré a Rin a lo lejos, parecía que venia y en efecto, se dio cuenta de mi presencia, decidí ignorarla, tenía sueño y debía descansar para llegar a tiempo con mi equipo.

—¡Kakashi-kun! — me gritó, para mi mala suerte ella llego corriendo y no tuve opción que escucharla.

—¿Dónde estabas? — se cruzó de brazos — te busqué por todas partes.

—Me tenía que ir a casa temprano, tengo muchas cosas por hacer.

—Hmp — hizo un puchero — me hubieras dicho, así no hubiera hablado por mucho tiempo con Obito.

Eso sonó grosero, pobre Obito.

—En realidad no fue tan malo. — ella me miró confundida, pero al final suspiro.

—Esta bien...por cierto, antes de que te fueras viste a mi..... — se quedo callada y miro atrás mío.

—¿Sucede algo? — le pregunte y volteé a ver detrás mío, pero no encontré nada extraño, solo la casa de Kaori y de....oh.

—¿Qué haces aquí? —habló con un tono molesto y la voltee a ver.

No dije nada

—¿Por qué estás en mi casa? — me miró, no hable de nuevo. — Kakashi.

—Solo pasaba por aquí.

—De casualidad no has visto a mi hermana. — cambió de tema, pero cuando menciono a su hermana lo dijo con un tono de odio, ¿acaso todavía no se llevan bien?

—No, lo siento. Ya me voy adiós. — me fui dejándola sola.

Llegue a mi casa, no había nadie como siempre, no tenía hambre así que me fui a mi cuarto. Me recosté en la cama con mis brazos atrás de mi cabeza.

Mañana estaré en un equipo de recién graduados, Obito, Rin y Kaori...

Así pasare más tiempo con ella.

Sonreí y cerré mis ojos.

-Narra Kaori-

Estoy encerrada en mi cuarto gracias a mi hermana.

~Flash Back~

Rin cerró fuertemente la puerta, yo me asuste del golpe.

—¿¡¡¡Porque Kakashi estaba aquí!!!? — gritó acercándose a mi.

—¡Kakashi nunca estuvo aquí, que te pasa!

—No mientas — alzó la voz — lo vi en la entrada de la casa.

Lo que faltaba, lo que no quería que pasara.....

—Piensa lo que quieras no me importa — le dije mirándola a los ojos.

—¿Acaso te acompañó a casa? — dijo con el seño fruncido. No dije nada, casi me jala del pelo pero esquive su mano.