CAPÍTULO 2: Un mes con Theo (Editado)

Start from the beginning
                                    

¿Eh?

—Soy una mujer —aclaro.

Sube una ceja y me sonríe de lado, mira su helado y juguetea con la cuchara.

—Sí, claro, lo eres —afirma, pero no con la certeza suficiente.

—¿Qué? No lo crees —cuestiono, un toque más molesta que divertida—. No eres el único que ha madurado, Theo Burckhardt. Hay muchas cosas que han cambiado en mí. Muchas. Si lo supieras, quedarías boquiabierto.

—¿Ya duermes con la luz apagada?

—No me subestimes, Theo —planto mi cuchara en el helado y lo miro molesta—. No he venido a Procida para escucharte decir que soy una niña, además te recuerdo que tienes que cumplirme una promesa.

Extiende una mano hacia mi rostro y toca mi mejilla. El contacto me enciende, pero a él parece causarle ternura. Me acaricia como a un oso de peluche mofletudo y peludo. 

—Y no lo he olvidado para nada.

Quita su mano y continúa devorando su helado.

—Si lo olvidabas, iba a golpearte. 

—Cuidado —dice en un tono serio y burlón—. A los habitantes de Procida no les gusta las chicas agresivas.

—Ya, claro.

—Lo digo en serio. Aquí están prohibidas las armas de fuego.

—Wou, eso es genial, ¿no?

—Sí... —sacude la cabeza—¿Te gusta? —pregunta inclinando el mentón hacia mi helado y noto que este estás mas estructurado que toda mi vida.

Asiento repetidamente.

—Oye, Theo...

Bien, me lanzo al abismo. Si no es hoy, ¿cuándo?

—¿Tienes novia?

Theo frunce el ceño y sonríe. Hay un rastro de incomodidad en su rostro, pero lo disimula muy bien con otro bocado de helado.

—¿Novia? —cuestiona.

—¿Novio?

Ríe.

—No.

Bien, es bueno descartar todo.

—¿Por qué no? —miro hacia mi copa de helado, ¿en serio le estoy preguntando esto? —... digo... tú... estás... regularcito. Me refiero a que... tu cabello de brócoli... bueno, tú me entiendes.

—¿Regularcito? — se carcajea—. Soy muy guapo, tigger — sube ambas cejas y yo trago saliva.

Iu, eso me hizo recordar cuando lo veía horas admirándose al espejo.

Eres horrible, Theo. Pareces un brócoli con patas.

Silencio, enana. Hoy tendré una cita.

Sonrío internamente, son buenos recuerdos. Antes de que pueda hablar, Theo me detiene.

—¿Qué hay de tu novio de secundaria? El niño con peinado de lamida de vaca que tanto te gustaba —se burla.

Golpeo su brazo y luego hago una mueca de asco.

—Se lo comió un tiburón.

—¿Por qué ese odio?

—No lo odio —planto una cuchara en mi helado y lo miro—. Solo que resultó ser un imbécil.

Se acomoda en el asiento.

Cuando te enamores de mí.Where stories live. Discover now