—Este año es especial y, como tal, queremos demostrárselo a nuestros queridos ciudadanos con la mejor fiesta anual que se haya realizado en La Ciudad —dijo C1.

—Para ello se han puesto en marcha varias campañas solidarias para ayudar a los más desfavorecidos. Este año todos podremos disfrutar de comida fresca —continuó C2.

—Ya queda menos para el solsticio de invierno —siguió C3.

—Y recordad que estamos aquí para ayudaros y aconsejaros —terminó C4 con una mueca ambigua.

Volvió aparecer el símbolo de La Ciudad y las noticias continuaron.

—¿Apenas acaba de comenzar el verano y ya están hablando de la fiesta anual? —pregunté incrédulo para mí mismo. 

La fiesta anual era el festejo más importante de La Ciudad y se realizaba en el solsticio de invierno. Todos los sectores la celebrábamos, cada uno a su forma, pero todos con el mismo entusiasmo y las mismas ganas ya que era el día en que comenzaba el invierno y por fin las temperaturas comenzaban a descender dándonos un respiro. 

En La Ciudad solo existían dos estaciones: el verano y el invierno. En la escuela nos explicaban que en el pasado habían existido dos estaciones más, primavera y otoño, pero habían ido desapareciendo poco a poco debido a los cambios climáticos producidos por la última guerra mundial. 

 —Lo hacen para animarnos —dijo Sally junto a mí. No me había dado cuenta que durante el comunicado se había levantado—. ¿No es maravilloso?

La contemplé intentando evitar una mueca de incredulidad. Sus ojos brillaban con admiración y adoración. 

Había dos tipos de ciudadanos: los que creían ciegamente en el Consejo y su forma de gobernar La Ciudad; y los que luchaba contra él. Probablemente si la pobre Sally descubriera que trabajaba para un grupo que luchaba contra su querido Gobierno en lugar de para una agencia de seguros, le daría un ataque al corazón. Así que forcé una sonrisa demostrando mi conformidad con ella. 

Volví a dar las gracias a Sally por el café y me marché al otro lado de la sala de espera donde había un gran ventanal. 

La sede de La Organización estaba en un lugar privilegiado y se podía ver el resto del Sector 2 sin problemas. Eché un vistazo rápido a sus casonas blancas y sus calles anchas decoradas con arboles para dirigir mi vista más allá, al muro que separaba el Sector 2 del 3. Era un muro imponente, creado para prohibir la entrada a todo aquel que perteneciera a un sector inferior y no tuviera un permiso especial. Luego mi vista se perdió en el mar de bloques apilados del Sector 3. Mis ojos vagaron por las altas edificaciones. En algún lugar de entre esos edificios debía de estar ella, viviendo una nueva vida, siendo libre. Gruñí al darme cuenta por donde me estaba llevando mi cabeza, así que me separé de la ventana y me senté en una de las butacas.

 Comencé a repasar mentalmente los puntos que quería exponer frente a Aron cuando mi muñeca vibró. Era un mensaje de Jake.

Jake: Sussie se queda a comer en mi casa. He intentado evitarlo pero no ha parado de insistir en venir, no me hago responsable si vuelve trastornada

Una vaga sonrisa se me dibujó en el rostro. La familia de Jake era muy peculiar para ser del Sector 2, era exactamente como él: alegres y de trato fácil. A pesar de que el Gobierno les había arrebatado buena parte de su negocio aquello no había roto su carácter optimista. Y era la única familia de mi pasado que seguía en mi vida a pesar de lo sucedido con el Gobierno. Ni mi familia ni la que iba a ser mi familia política por entonces se mantuvieron a mi lado, aunque en el fondo me dio lo mismo, porque lo único que me importó fue que la persona que amaba había sido brutalmente asesinada: Bea.

Mi muñeca vibró de nuevo. Ignoré el mensaje y pasé mis dedos con suavidad por los bordes del reloj. Tenía algunos roces por el uso. Me lo regaló Bea cuando me gradué en la Universidad, apenas medio año antes de que cayese en desgracia. Era lo único que me quedaba de ella. Mi muñeca volvió a vibrar y dejé de pensar en ello para leer los mensajes.

Jake: Qué tal ha ido la reunión?

Jake: Cenamos los tres juntos esta noche?

Estaba intentando arreglar el enfrentamiento que habíamos tenido por la mañana, así que saqué el móvil y le contesté:

Yo: La reunión bien 

Yo: Mejor dejamos la cena para otro día. Apenas he dormido, en cuanto llegué a casa me iré directo a la cama

Jake: Ok. Llevaré a Sussie a casa en un rato

Yo: De acuerdo. Tened cuidado

Jake: No te preocupes, papá

Se me escapó una sonrisa cansada.

Yo: Gilipollas

Mientras Jake escribía la respuesta vi cómo Tania entraba en la sala de espera.

Jake: Jajaja, por lo menos he conseguido que reacciones. Hasta me apostaría un trago que he conseguido sacarte una sonrisa (ya sabes, eso que se forma en la boca cuando uno está contento, por si no recuerdas que es)

Se me volvió a dibujar otra sonrisa vaga, sí, a veces se me olvidaba lo que era sonreír. 

Yo: Y seguro que verla te pondría cachondo. Si no quieres que tengamos una charla sobre los métodos anticonceptivos cuando vuelvas cierra el pico

—¿Con quién hablabas? —me preguntó Tania cuando llegó a mi lado.

 Estuve tentado de mandarla a la mierda, pero no quería estropear el buen sabor de boca que me había dejado la charla con Jake, así que, mientras guardaba el móvil en el bolsillo, contesté:

—Con Jake.

Mi muñeca vibró y le eché un vistazo. Jake me había enviado un emoticono con una cremallera en la boca. Una de las comisuras de mi labio se elevó ligeramente. Seguía todavía con la vista en el reloj cuando unas manos blancas y con las uñas pintadas de color sangre rodearon mi muñeca. No me moví ni un milímetro observando aquellas manos delicadas que habían decidido invadir mi espacio sin mi consentimiento. Dejaron de acariciarme para tocar el reloj. Durante un segundo mi respiración se paró.

—Este reloj ya está muy viejo, Josh. —Sentí su aliento rozando mi mejilla—. Han sacado modelos muchos mejores. Te regalaré uno en tu próximo cumpleaños —dictaminó.

Alcé la cabeza y observé a Tania. Se la veía feliz y orgullosa por la decisión que había tomado. Yo no sentí nada, el vacío había regresado. No me dio tiempo a meditarlo mucho cuando Sally nos anunció que ya podíamos pasar.

Sector 0: La Rebelión (libro 2)Where stories live. Discover now