CAPÍTULO 3

1.6K 215 2
                                    

—Ya le he avisado de que está aquí, señor Coleman —dijo la secretaria mientras colgaba el teléfono.

—Muchas gracias, Sally. 

La muchacha me dedicó una sonrisa tímida mientras bajaba la vista. Repasé su rostro delicado y bonito. Su gesto podía pasar como un simple coqueteo de una muchacha que se siente algo intimidada por un chico. Sin embargo, sabía que no era así, y Sally también. Nunca antes había prestado atención a los gestos vagos de sumisión que tenía la gente del Sector 3 frente a la del Sector 2. Antes lo hubiese visto como muestras de respeto o, simplemente, no me hubiese fijado demasiado habituado a ellos. A fin de cuentas trabajaban para el Sector 2. Ahora comprendía que no, que era una actitud de subordinación y docilidad. Era tan... Sacudí la cabeza intentando olvidarme de ello. No podía seguir con los análisis que hacía a cada momento desde que pasó todo lo de Lena, no me llevaban a ninguna parte y me confundían.

Cerré los ojos y me pellizqué el puente de la nariz cansado. Necesitaba concentrarme para la reunión con Aron. Al abrirlos mi vista se quedó fija en la cafetera que había detrás del escritorio de recepción.

—Sally, ¿te importa si me preparo un café?

—No, no, por supuesto que no —dijo la muchacha incorporándose apurada—. Que descortés he sido, ¡cuánto lo siento! Ahora mismo se lo hago. ¿Cómo quieres el café? ¿Solo? ¿Con leche?

La chica comenzó a preparar todo de forma apresurada. Un malestar se adueñó de mí. Estuve tentado de decirla que no se preocupara, que me ocupaba yo, en ningún momento había querido interrumpir su trabajo, pero me frené y recapacité. Hacerlo solo incomodaría a Sally y nos pondría a ambos en problemas si Aron lo veía, así que contesté:

—Solo está bien.

—Lo siento muchísimo, señor Coleman. Le aseguro que no volverá a pasar —dijo unos minutos después ofreciéndome la taza. Su rostro miraba al suelo, aun así pude ver sus mejillas teñidas de rojo por la vergüenza. El ceño se me frunció. ¡Tan solo era un maldito café!

—Muchas gracias —murmuré mientras me volvía a amonestar por mis pensamientos. Sally no se estaba comportando de forma incorrecta, era yo el que estaba haciendo un análisis demasiado exhaustivo. 

Decidí obviar el tema y me centré en la televisión que había junto a la recepción. Estaban echando las noticias. Aparecían imágenes de la policía del Gobierno alrededor de una de las discotecas de moda del Sector 2. Los subtítulos describían el altercado. Al parecer se había producido un ataque anoche. Dos muertos y diez personas hospitalizadas marcaban en letras rojas. Se desconocía el motivo de la agresión aunque ya se hacía referencia a la posibilidad de que un grupo antisistema estuviera implicado. Se me escapó una sonrisa desganada al leerlo. No tenía dudas de que nos iba a caer el muerto a nosotros a pesar de que no habíamos tenido nada que ver. La noticia desapareció siendo sustituida por el símbolo de La Ciudad —tres círculos concéntricos, un círculo por cada sector—. Iba a haber un comunicado, era como siempre se anunciaban. 

—Sally, por favor, ¿puedes activar el volumen de la televisión?

En cuanto dio la orden apareció el Consejo. Mi mandíbula se contrajo al ver su imagen. 

El Consejo estaba formado por cuatro miembros. No se conocían ni sus nombres ni sus edades ni el sexo que tenían. Su forma de vestir, que era una simple túnica blanca, y el hecho de que carecían de vello tanto en su rostro como en su cabeza les ayudaba a mantenerlos en el anonimato. Ellos consideraban este tipo de información una trivialidad para el cargo que ocupaban. Además hacía que fuera muy difícil su identificación, sobre todo si hablaban por separado. Pero yo me había pasado mucho tiempo estudiándolos y había conseguido una forma de diferenciarles. Los llamaba: C1, C2, C3 y C4. El significado de la ce variaba según mi humor, pasando de consejero en mis días buenos hasta cabrón en días como hoy. La forma de distinguirlos fue tan simple como encontrarles pequeñas singularidades: C1 tenía un lunar junto al ojo izquierdo; C2 tenía los ojos más rasgados; C3 tenía la nariz más chata y ancha; y las orejas de C4 hacían que fuera el consejero más fácil de reconocer, ya que sobresalían consideradamente de su cabeza rapada.

Sector 0: La Rebelión (libro 2)Where stories live. Discover now