Capítulo cuatro

Začít od začátku
                                    

No puedo evitar pensar en un par de ojos dorados. Mi vida sexual se encuentra muy bien cubierta. Observo mi reloj: ocho con treinta minutos. Media hora más y escribo a Daniel.

— Pero sí te gusta alguien más —insiste mi amiga—. Conozco esa mirada —hace una pausa—. ¡Amanda Roldan! ¿Estás viendo a alguien?

— Tal vez —me encojo de hombros con un gesto pícaro.

— ¿Y no me has contado? —lanza la pregunta dramáticamente.

— No hay nada para contar, Becks —contesto—. Es solo sexo y… —suspiro—, no puedo revelar su nombre. Es una especie de relación prohibida.

— ¿Es casado? —indaga.

— No —respondo inmediatamente. Ahora que lo pienso, no sé nada de Daniel Golden —no me he tomado la molestia de buscar en internet. Sinceramente, la curiosidad es un rasgo que no me caracteriza en la más mínimo. Pero si me ha invitado a su casa, no debe ser casado.

— Tenía que preguntar —comenta—. ¿Entonces…?

— Prometo que te contaré —accedo con resignación—. Pero ahora no es el momento —señalo con la mirada a nuestros amigos que se acercan.

— Vale —claudica—. Me debes una larga charla, Roldan.
Resoplo.

<< ¿Existe algún secreto que pueda ocultar de Becca? >>

Daniel ha informado a su chofer. Le puedo contar a mi mejor amiga. Creo que es lo justo.

— Chicas —Andrés llega a nuestra mesa—, ¿Otra ronda?

Todas asentimos. Sinceramente, me he divertido mucho. Hace tiempo que no salía. Necesitaba esto.

A las nueve en punto abro mi WhatsApp para enviar un mensaje a mi jefe. Mientras, recuerdo a mis amigos que es hora de irnos.

: Espero que su oferta siga en pie, señor.

Su respuesta no tarda en llegar.

Patán arrogante: Cumplo lo que prometo, señorita Roldan. Envíeme la dirección.

: Tercera Avenida. Bar “The King”.

Patán arrogante: No está muy lejos. Mi chofer la recogerá en diez minutos.

: Le esperaré en la salida, señor.

Sonrío.

Quizá no haya sido lo más sensato, pero, por el momento, no me arrepiento de haberme acostado con mi jefe. A fin de cuentas, es solo sexo y nada más. No tropezaré con la misma piedra dos veces.

— Amy, ¿compartimos taxi? —inquiere mi amiga en la salida.

— Mmm —muerdo mi labio inferior nerviosa. No había pensado en esta parte de la ecuación—. Me temo que no, Becks.

Ella me contempla de manera extraña. Es una suerte que Andrés y Camille ya se han ido. Mi amiga y yo insistimos en que tomaran el primer taxi.

— Prometo que te contaré, pero ahora tienes que irte —prácticamente la arrastro hacia el auto.

— ¿Tiene que ver con el hombre misterioso? —pregunta. Asiento—. Tienes mucho que contarme, Amanda Roldan. Ten cuidado, ¿vale?

— Tú igual. Te quiero —agrego luego de besar su mejilla.

Espero en la puerta del bar con las manos en los bolsillos de mi chaqueta. Hace un poco de frío.

No tarda mucho en llegar un auto muy elegante; no sé mucho sobre el tema, pero creo que es un SUV. Un señor vestido de traje sale del vehículo; debe tener unos cuarenta años o más y su constitución me sugiere que se ejercita.

Seduciendo a mi JefeKde žijí příběhy. Začni objevovat