Capítulo 1. Metidos en problemas. Sección C: Aviso.

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Diario de Pablo Genz Palomé, viernes 4 de junio, 100 horas.

Jueves, 3 de junio, 540 horas: Me llamaron para una junta improvisada con el Consejo de Líderes de la OASA

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Jueves, 3 de junio, 540 horas: Me llamaron para una junta improvisada con el Consejo de Líderes de la OASA. En esta se nos dio aviso del ataque y robo sufrido en el CR-4. Tuve que suspender mi entrenamiento personal.

820 horas: Salomé, Orlando y yo fuimos conducidos por miembros de Organización Gubernamental de Investigaciones Especiales (OGIE) a algo más parecido a un interrogatorio que a una reunión.

1000 horas: Almuerzo con Lena en el CR-2.

1040 horas: Inicié mi jornada de trabajo en la secundaria, al mismo tiempo, mi quid permanecía llenando informes en el CR-4.

1100-1350 horas: Reunión de mi quid con los Cuarteles Alfa para investigar sobre el ataque. 

1300 horas: Comida en la escuela con Randall.

1420 horas: Clase de Química con el grupo 3° L. Mi quid se dirigió nuevamente al CR-4 para una junta de Directores de Cuartel.

1600 horas: En lugar de regresar a casa tuve que unirme con mi quid en el CR-4 para apoyar a mi maestro Néstor Monarca en una acalorada discusión con el Consejo de Maestros sobre lo que se debería hacer con los agibles y en especial con mis alumnos del Cuartel 46.

1720 horas: Fui al cuartel 46 para realizar una recopilación de información y poder redactar un informe general de las pruebas a los agibles en las últimas dos semanas, mientras tanto, mi quid recibía consejos del maestro Néstor para manejar la situación.

1910 horas: Unión con mi quid. Acuerdos tomados con el profesor Valenzuela sobre la dirección del cuartel 46.

2020 horas: Charla con Randall… Olvidé castigarlo.

2045 horas: Inicio de sesión con los agibles del cuartel 46 y anuncio del robo de la Pieza Aguazul.

2317 horas: Regreso a casa. Charla con Lena.

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No puedo creer que se hayan robado la sexta Pieza Aguazul. Después de tantos años de trabajo para encontrarla y de tantos entrenamientos para preparar a su portador, pasa esto. 

No sabía cómo informar a mis alumnos lo sucedido, la organización decidió que era mi deber decírselos y prohibió a los demás miembros comentarles una sola palabra de ello antes de que lo hiciese yo. El maestro Néstor me sugirió hablarlo primero con mi encargado de cuartel, pero casualmente el día de hoy a Randall se le ocurrió ser un adolescente normal y meterse en líos, lo que me hizo pensar que quizá aún no es tan maduro como para ayudarme a que los agibles pudieran sobrellevar una noticia así.

Era obvio que este aviso iba a devastar a mis subordinados, incluso el profesor Valenzuela temía por la reacción que pudieran tener. Estaban tan ilusionados porque alguno pudiera convertirse en portador; las últimas dos semanas los vi esforzarse como nunca, dando lo mejor de sí en cada examen, prueba y entrenamiento. Ni siquiera el estrés causado por tantas exigencias mermó sus fuerzas, tampoco la rivalidad creciente entre ellos los detuvo, pero con esto… ¡ahg! 

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