Capítulo 4. El poder Agua Azul. Sección E: Estado Cero

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Valdemar Olaing siempre se había considerado a sí mismo un hombre con los pies en la tierra. Cuando fue niño, como todo chico de su época, había soñado con poseer la fuerza y habilidades de Superman o atrapar bandidos como Batman, pero ese deseo había quedado atrás, sembrado en los escombros de una vida llena de responsabilidades.

El día a día, cargado de obligaciones por el negocio paterno, habían hecho de él un joven diligente. Presto al estudio y deseoso de un futuro acomodado, fue el primero en la familia con un título universitario. La ciencia y la razónguiaban su espíritu, menospreciando toda superstición y creencia popular que noestuviera respaldada por ésta. 

Cuando se le presentó una organización dedicada a entrenar adolescentes con super poderes asegurándole que su hija era propietaria de habilidades sacadas de comics y películas, fue claro para él que se trataba de una broma. Nada de lo que ya le habían comprobado podía ser real y sin importar qué trucos hubieran hecho para hacerle ver cosas que no existían, él debía sacar a su niña de ahí lo más pronto posible. 

Se tratase de un chasco o una estafa, a Olaing le preocupaba que pudieran hacerle daño a su hija; en cuanto tuvo la oportunidad la despertó. Apenas vio sus ojitos abrirse entendió que Pebbles no tendría las fuerzas para caminar, así que salió de la enfermería con la pequeña en brazos y comenzó a buscar una salida.

Se tratase de un chasco o una estafa, a Olaing le preocupaba que pudieran hacerle daño a su hija, así que en cuanto tuvo la oportunidad la despertó. Apenas vio sus ojitos abrirse entendió que Pebbles no tendría las fuerzas para caminar, así que la sacó de la enfermería en brazos y comenzó a buscar una salida.

Una hora atrás habría resultado estúpido intentar caminar por los pasillos del CR-4 sin que nadie los viera, pues tras el ataque de la OICA era un hervidero de actividad, pero ahora se encontraba mucho más vacío que de costumbre, ya que la mayoría de los agentes se concentraba en atender a sus heridos y restaurar el orden en los cuarteles.

El Doctor Reséndiz, Salomé Orozco, Pablo Genz y varios enfermeros especialistas en el poder Aguazul que platicaban en la sala de monitoreo de la enfermería, observaron los movimientos de Olaing y se preguntaron si debían detenerlo. Decidieron no actuar; sabían que el hombre no lograría salir del CR-4, y que perseguirlo únicamente lo alteraría. Se dedicaron a observarlo mediante las cámaras de vigilancia y a continuar sopesando la nueva situación a la que se enfrentaba la OASA.

Guiándose por los recuerdos de cómo había entrado al lugar, Valdemar inició su camino, espantándose de cuando en cuando al ver una cámara apuntando directamente hacia ellos. Los pasillos del CR-4 eran anchos, las paredes blancas los hacían ver aún más espaciosos y la cantidad de habitaciones recordaban a una escuela, a diferencia de que la mayoría tenían cristales oscuros en las ventanas que no permitían mirar el interior. Todas la puertas estaban cerradas y al lado de algunas había despachadores de agua o una cafetera recién apagada.  

Pebbles, con la cabeza recargada en el hombro de su padre se hacía poco a poco más consciente de lo que sucedía, aunque era incapaz de imaginar dónde se encontraba, comenzaba a  recordar parte de lo vivido.

-¿Qué pasa papá? -Preguntó, dándose cuenta de que él la cargaba. Hacía tanto desde la última vez de aquella muestra de cariño que le extrañaba la sensación de ser transportada en brazos.

-Shhh -susurró Valdemar acariciando su cabeza sin dejar de avanzar -Voy a sacarte de aquí, no permitiré que te lastimen.

Cansada, la niña no quería otra cosa más que dejarse llevar por el arrullo y el sueño, pero la alertaron las palabras de su padre, así como su respiración acelerada y que avanzara mirando a todos lados. Recobrando algo de fuerza comenzó a erguir su cuerpo, a prestar más atención a su alrededor.

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