Capítulo 4. El poder Aguazul. Sección D: El gran cambio

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Entro en sueño profundo
observo entonces
caer del cielo al patio
una bellísima estrella brillante.
Escucho sus latidos
se unen a los míos
resuenan, brillan, se complementan.

De pronto,
no es una estrella la que cae
sino aquella maceta con tulipanes.
No puedo detenerla,
se quiebra entre escombros
se rompe en mil pedazos
y el terrible dolor me despierta.

Un muchacho apretaba mi mano izquierda, la vendaba. Me producía mucho dolor. Quise retirarla, pero apenas los músculos de mi hombro se movieron cuando un cansancio terrible invadió todo mi cuerpo. Estaba agotada.

Había mucho ruido, me dolía la cabeza, ví que varias personas estaban cerca, creí que estaba en la camilla de un hospital y me asusté, ¿Qué había pasado?

El ruido continuaba, era como graznidos y aullidos mezclados con palabras en un idioma que no conocía. Las personas se acercaron más a mí y entonces noté que eran ellas quienes producían esos sonidos y me espanté mucho.

-Está asustada -escuché que decía una voz. Busqué con mi cansada mirada a quien lo había dicho, pero ninguna boca se correspondía a esas palabras.

Entonces ví a mi padre, eso me hizo sentir un poco más segura, pero cuando se acercó a mí y estaba por preguntarle qué ocurría abrió la boca y comenzó a aullar, al mismo tiempo que se escuchaban romper cristales y motores estruendosos salir de su boca. Me dió tanto miedo que quise alejarme, pero me dolía moverme y, al intentarlo, varias manos me sujetaron al tiempo que muchos ruidos terribles se producían.

-La están asustando más -volví a escuchar la voz y me quedé totalmente quieta. El ruido disminuyó un poco pero aún se escuchaba demasiados sonidos al mismo tiempo. Nuevamente busqué a quién había dicho eso y entonces volvió a hablar.

-Algo no está bien.

-No, no lo está -pensé

Entonces un hombre que estaba detrás de todos me miró fíjamente, como asombrado. ¿Podía escuchar lo que yo pensaba?

-¡Ayuda!, no sé que está pasando -pensé instintivamente.

El hombre, que después me enteré se llama Pablo, comenzó a emitir muchos sonidos terribles, que me hicieron tapar los oídos y quejarme de dolor.

-Tranquila -pensó de pronto, acallando todos los sonidos que había emitido. -No estoy seguro de lo que pasa, pero creo que puedes escuchar los pensamientos de los demás.

Me sorprendí y confundí.

-Hay mucho ruido, no son palabras -pensé.

-Los pensamientos no son palabras - me respondió y luego habló a los demás pero su voz era totalmente distinta a como la había escuchado en mi mente. - Vamos a necesitar otra ___ (no escuché qué) neutralizadora, ésa no está ___.

Me alarmé, ¿Otra qué? ¿Qué me estaban haciendo? ¿Qué estaba pasando? Pero no pude concentrarme mucho en eso porque nuevamente los sonidos me invadían. Pablo hablaba con los demás y yo captaba sólo algunas palabras que decía: "asustada" "telépata" "extraño" "ruido". Luego, otra vez dirigió su vista y sus pensamientos a mí.

-Por favor Pebbles, necesito que confíes en mí -pensó -sé que estás confundida y asustada. Vamos a cambiarte la pulsera y te sentirás mejor. Te explicaremos todo cuando eso pase.

-¿La pulsera? -pensé y fue hasta ése momento que reparé en el hierro que tenía puesto en la mano derecha.

Mi padre se acercó a mí extrañado, confundido. Me hablaba pero sólo podía escuchar ruidos ensordecedores salir de su boca.

OASA. InmersiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora