21. ᴏʜ ɪꜱɪꜱ

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"Cortarme las muñecas y ver cómo se evapora la sangre

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"Cortarme las muñecas y ver cómo se evapora la sangre. Ser así de piadoso no puede ser bueno para la seguridad de Isis"

Rivers empieza a preparar el desayuno mientras la castaña se sienta a tomar un té con aquella camiseta verde que se había quedado de hace años atrás de su viejo amor. Ambos se sientan en el rincón de la mesa mientras disfrutan el desayuno. Al parecer el de lentes era un gran cocinero haciendo que aquellos macarrones le recordaran a los que su abuela le preparaba cada vez que ella la visitaba en Egipto.

—Oye, estaba pensando en que sería buena idea ir a una cafetería. ¿Qué dices?, de paso conozco tu universidad y a tus amigos.-

—Pues... no es mala idea, no dormimos mucho, así que podríamos recargar energías.- le dijo con una leve sonrisa.

Jotaro entró a la cafetería con tal de obtener un poco de energía, esta semana estaba siendo pesada y apenas era miércoles

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Jotaro entró a la cafetería con tal de obtener un poco de energía, esta semana estaba siendo pesada y apenas era miércoles. Pidió un americano sin azúcar y se sentó en una esquina sin bajar aquel libro. Tenía varios ensayos que entregar para el día siguiente y sentía que el tiempo pasaba de lo más rápido. El sonido de la campana sonar llamó involuntariamente su atención y miró por arriba del libro encontrándose a su primer amor, con un chico que casi la igualaba en estatura. Jotaro dejó escapar un suspiro mientras ponía su brazo sobre la mesa para recargarse un poco y observar mejor.

Una rubia se acercó al moreno y le dejó el café sobre su mesa y se despidió con una linda sonrisa, la cual el joven ignoró. Rivers le cedió su asiento a Isis y pidió café para ambos. La sangre de Jotaro comenzaba a hervir al notar como el de lentes acariciaba la mano de la pecosa en un intento de tranquilizarla. Comenzó a alimentarse de pensamientos horribles de cómo arruinaría el rostro del tipo si lo encontraba solo o si le parecía que se estaba aprovechando de su amada. Bebió su café dejando su libro a un lado, una mesera pasó a lado del moreno y aquel tomó su brazo para llamar su atención. Las mejillas de la pelirrosa se coloraron al contacto.

—¿Podrías llevarle tu mejor rebanada de pastel a la chica de cabello castaño que está sentada con el de jersey azul?- preguntó el moreno. —Pon todo lo que ella pida a mi cuenta, gracias.-

—En seguida.- dijo con un tono de emoción.

Fue cuestión de minutos para que aquella deliciosa rebanada de pastel de coco se le entregará a la castaña. Rivers miró un poco extrañado a la mesera y carraspeó la garganta mientras miraba esperando alguna respuesta.

—Lo siento, no he pedido esto, quizás te equivocaste de cliente- sonrió amablemente mientras corregía de su error a la de cabellos rosados.

—El caballero que está en la esquina lo pidió para usted, espero que disfrute su postre. - dijo antes de irse.

Rivers e Isis giraron sus cabezas hacia donde estaba el responsable haciendo que él rostro de la joven se sonrojara del enojo. El muchacho de inmediato se armó de valor como nunca lo había hecho con tal de defender a su acompañante. Isis lo tomó del brazo y negó con la cabeza dando a entender que no se preocupara por alguien como él. El castaño caminó decidido a donde Jotaro se encontraba y se colocó en frente de él. Se retiró sus grandes gafas y miró seriamente al muchacho.

—¿Necesitas algo?- preguntó el moreno sin quitar su vista a su libro. Jotaro se mostró bastante relajado, claro que un enano como él nunca lo intimidaría, de hecho, le causaba gracia que un sujeto de ciento sesenta y nueve centímetros lo enfrentará con tal seguridad.

—¿Podrías dejarla en paz?- habló el de anteojos. Jotaro mostró una sonrisa segura, se levantó de su asiento y se paró en frente del muchacho.

La diferencia de estaturas era notoria, pero a pesar de eso no se dejó intimidar. Isis se quedó estática viendo como aquellos dos se enfrentaban sin decir nada. Tenía un mal presentimiento de todo, y era algo que no la dejaba tranquila por dentro. Por la expresión de Jotaro el de menor estatura había hecho algunos comentarios que lo hicieron enojar, Rivers no dejaba de hablar mientras lo señalaba con un dedo, empujándolo un poco. Se acercó, y logró escuchar lo que su amigo decía.

—Tú no sabes nada de cómo se siente, si la vieras notarías que la depresión se apoderó de ella, pero trata de ocultarlo, quiere verte feliz, pero tú eres tan egoísta. Su belleza y esencia se va desvaneciendo en cuanto los días pasan. Isis espero por ti paciente con una sonrisa a pesar de la tristeza, pero lo único que haces es actuar como un idiota, ella no estará a tu disposición cuando tú quieras, así que deja de ser un cabrón y madura.-

Un nudo en la garganta se formó en Isis al escuchar lo que su amigo había dicho. Jotaro simplemente se quedó callado y miró la expresión en el rostro de Isis. Sus miradas chocaron y el moreno al verla sintió esa tranquilidad que ella misma le había dado después de la muerte de sus amigos. Rivers se acercó a ella y la envolvió entre sus brazos haciendo al moreno salir de su nube de fantasía. Jotaro lo jalo del brazo y lo tomó de su cuello haciendo que él lo mirara, y perdía el aire por la manera en que lo había tomado.

—Kujo, suéltalo en este momento.- gritó la chica, pero el menor lo ignoro.

El stand de la pecosa apareció a su lado y se dirigió rápidamente a Jotaro. Debido a la carga emocional que traía lanzó al muchacho hacia la pared del lugar alarmando a todos alrededor. Isis se sorprendió por la fuerza que había usado, pero eso no le impidió preocuparse por su compañero. Tomó entre brazos al cantante y acarició su mejilla.

—¿Estás bien?- pregunto. Sus ojos se llenaron de lágrimas por la culpa que sentía. Si no fuera porque aceptó ir a aquella cafetería, Kujo nunca lo hubiera atacado y Rivers se encontraría del todo bien.

Jotaro limpió los escombros que tenía en su bata blanca y miró la escena. La culpa lo invadió. Por primera vez en su vida se sintió inseguro, los pensamientos de perderla invadieron y sintió rabia por lo que había hecho hace semanas. No se entendía el mismo. Se acercó a ambos jóvenes y trató de ayudar. Isis al ver tal acción lo miró furiosa y evitó a toda costa que lo volviera a tocar. Jotaro noto que la castaña no estaba nada contenta haciéndole temer por aquella mirada que le regalaba. Traté de tomarla de los hombros, pero ella evitó el contacto a toda costa.

—Lo siento, yo...-

—Ya hiciste suficiente, Kujo, lo he visto todo de ti.- interrumpió.

DIRTYHARRYY

➸Hidden Place •●• Jotaro KujoWhere stories live. Discover now