—Ellas están allá, Ateia está inconsciente pero no tiene nada grave en cambio Xena, ella está en apuros, solo gritaba que era un dios. Nunca dijo de quién se trataba tampoco pudimos verlo— se quejó un poco—Ve por ellas, yo estaré bien.

Asiento dudando un poco pero acepto, corro sin dirección alguna.

Me encuentro con algunos cuerpos, reviso que sigan con vida, pero todos son cadáveres. Me encuentro con el cuerpo de una mujer aplastada por un árbol, para confirmar mis sospechas, observo el tatuaje en su brazo derecho, una rosa junto a un nombre, Angela. La mujer está muerta, la madre de la niña está muerta.

En un árbol a la distancia diviso a una chica amordazada, tiene los brazos atados sobre su cabeza, cuelga de ellos sin tocar el suelo y lleva una venda cubriendo su boca, a simple vista parece como si pudieran arrancar los brazos de su cuerpo.

—¿Xena?— pregunto dándome cuenta que se trata de mi amiga cubierta hasta los pies con sangre, no podré sacar esa imagen de mi mente por mucho tiempo.

—Tu noviecita está indispuesta en estos momentos— una voz se escucha por todo el lugar, no logro descubrir de donde vine—Es tu novia ¿No? Porque solo gritaba tu nombre mientras le quitaba la vida, hasta me amenazó diciendo que me mataría si te pongo un dedo, lastima, ella murió primero— su voz me parece conocida pero no puedo identificarla, es como si la conociera desde siempre.

Giro mirando a todos lados con mi espada en alto, no sé dónde diablos está esa escoria.

—Eres tan patético mintiendo que desde acá puedo ver como ella respira.

»Dices ser un dios honorable, sin embargo no das la cara, cuanta hipocresía destilas— tiento mi suerte.

—Si deseas verme, ¡Entonces que así sea!— observo como sale tras de un árbol, me es imposible verle la cara por las sombras.

No logro reconocer nada en él, solo puedo ver la punta de una espada flamígera que parece estar en llamas y no solo por su forma.

—Linda ¿No crees? Se puede considerar una reliquia familiar, creo que te gustaría empuñarla. Con suerte logras liberar todo su potencial— la burla en sus palabras me dan asco.

—Suelta a Xena, así no tendremos problemas mayores.

Solo recibí una risa socarrona, cuanto desprecio siento hacia esa criatura.

El asunto de la pelea ocurrió en cuestiones de segundos, en un solo parpadeo ya me encontraba tirada en el piso, ¡Vaya que rapidez!

Desaparezco corriendo hacia Xena, tengo que liberarla cuanto antes porque estoy clara que no podré contra un dios sola. Cuando estoy frente a ella siento que tiran de mi cabello suelto con fuerza, en un movimiento astuto giro mi espada con el filo apuntando hacia mi espalda, haciendo que cuando el dios me pegue a su cuerpo el filo perfore la piel de su abdomen.

Gotas de icor caen a mis pies antes de que con rabia, el dios me empuje y corte mi brazo con la espada, la herida no tarda en sangrar y duele como los mil demonios.

—Eres un maldito hijo de tú santísima madre.

Señoras y señores eso fue lo ultimo que dije antes de volar por los cielos de un solo golpe.

¡Que fuerza tiene ese hijo de perra!

Mi cabeza impacta con fuerza sobre una roca nada amigable, siento que todo da vueltas y que mi cerebro sale por mi cabeza. Un líquido caliente corre por mi cuello haciéndome saber que tengo la cabeza casi reventada.

¿Recuerdan esa luz blanca que todos ven al final del túnel? Pues la estoy viendo justo ahora, solo pido que en mi lápida pongan lo genial que fui. Tuve una excelente vida, no puedo negar eso, de hacerlo sería una perra injusta.

Las Hijas De Los Tres Grandes (DDA #1)Where stories live. Discover now