Mi realidad

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Mi nombre es Grace Vander y vivo en un pequeño pueblo llamado Lasgow-Inglaterra, tengo 23 años y mi vida es muy aburrida para qué voy a decir lo contrario, levantarme, ir a trabajar, ver la televisión y algunas veces el ordenador.

Cada día lo mismo y cuando tengo días libres, el clima no acompaña entre las lluvias y el viento, mejor me quedo en casa debajo de una manta.

Mis padres murieron por la pandemia y con mucho esfuerzo hice un curso de cocina. El problema es demasiada gente para tan pocas plazas, hay una crisis económica tremenda y cada día veo más necesidades en las calles.

Conseguí un trabajo de reponedora en un supermercado y aquí he estado cada día levantándome temprano, para tener todo bien colocado antes de que lleguen los clientes.

Un día, yendo a mi casa en autobús escuché por la radio de un juego virtual llamado Avis, explicaban que era una manera segura de poder sociabilizar y conocer gente por todo el mundo.

Me entró curiosidad y decidí investigar por el móvil, pensé ¿por qué no? Podría estar bien, necesitaba un cambio en mi vida, ya que no tenía muchas amistades y la única gente que conocía era la del trabajo. Me guardé la información que tenía y decidí mirarla tranquilamente en casa.

Los anuncios de Avis estaban por todo el centro del pueblo desde hacía unas semanas, yo no me había dado cuenta de ese detalle porque estaba distraída en lo mío. La portada me llamó mucho la atención porque en la publicidad mostraban imágenes verdaderas del juego.

¡Wow! Se veía tan realista, definitivamente la tecnología había evolucionado mucho.

Cuando llegué a casa, preparé algo rápido para comer, era de esas chicas que siempre estaba a dieta porque consideraba que todo me hacía subir de peso y, para ser sincera, no me gustaba mucho el deporte.

Encendí el ordenador y empecé a informarme sobre Avis: un juego gratuito, apto para todas las edades.
Había un apartado que decía que la única manera de darte de alta como usuario era con tu ID, una forma bastante inteligente para evitar cuentas fantasmas, proteger a los menores de edad y que no puedan acceder a las plataformas de adultos.

La forma de entrar consistía en poner los datos verdaderos. Cada ciudadano tenía una Identificación digital que era obligatoria desde hacía unos años a nivel mundial. Solamente tenía que escribir el número de mi ID y con el sistema biométrico se verificaba si realmente era yo la persona, ya que todo el mundo disponía de un teléfono inteligente.

Así que me puse manos a la obra, hice la instalación y seguí todos los pasos, en menos de diez minutos pude empezar a crear mi Avatar. No sabía que apodo poner... Pfff nunca pensé que fuera tan difícil encontrar un seudónimo, intenté con varios, pero ya estaban en uso.
Hasta que se me ocurrió la idea de usar las primeras letras de mi nombre y las de mi apellido, el nickname quedaría en... ¿Gravan? Me parecía muy feo, probé con Graver primera letra de mi apellido con la última letra del mismo y salió ese apodo.

No me lo pensé y probé, pero ya había otra persona que lo estaba usando.
¡¡¡Maldición!! Entonces puse Graver Van y... ¡¡Bingo!! Ya podía acceder a Avis.
Para que todo fuera más realista cogí unos auriculares, unas gafas virtuales que eran de esas baratas compradas en un bazar chino y, un joystick ovalado, que lo usaba como si fuera un ratón.
Ahí estaba yo siguiendo un camino con flechas que me indicaban por dónde tenía que ir, había espejos en los alrededores, que cuando miraba, podía ver el reflejo de mi avatar.

Graver Van desnuda y sin pelo era muy fea. Me empecé a reír porque había más gente de la misma manera que yo a mi alrededor. «¿Y ahora qué hago?» Me preguntaba.

Mientras más iba adentrándome, escuché por los auriculares una voz sexy de chica que decía...

-¡Bienvenidos a Avis! Si queréis tener accesorios para vuestros avatares solo tenéis que dar a los círculos que están al lado de los espejos. Muchas gracias y que su estancia en Avis sea de su agrado.

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