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JiSung

Me encontraba de pie frente a la puerta de lo que sería mi nuevo instituto. Realmente muy distinto al anterior. Este parecía sacado de un cuento de hadas, una edificación grande e imponente como un castillo, con paredes de piedra y una gran puerta de madera en la entrada. Me sentí pequeño y vulnerable, pero debía conservar mi mirada indiferente. Desde el momento en el que cruce la entrada me volvería una carnada ante los ojos de los demás, alguien nuevo del que burlarse y ensañarse. El hombre a mi costado que me había guiado hasta el lugar dio tres golpes a la puerta y esta se abrió.

El interior era en definitiva más deslumbrante que el exterior. Tenía un aspecto clásico y antiguo, columnas de mármol y un gran candelabro colgando. Pude ver algunas personas volteando la mirada hacia mí, ya sea con curiosidad o altanería. Seguí caminando forzándome a mantener la cabeza en alto y los hombros erguidos mientras escuchaba lo que mi acompañante me decía. Lo único que llamó mi atención fue la división del lugar. Al parecer, la zona norte era para los licántropos, el este para vampiros y el oeste para los míos. El sur estaba completamente prohibido.

Al llegar al oeste no había nadie. Supuestamente la mayoría de alumnos o recién estaban llegando o ya se encontraban en sus cuartos. Caminé hasta mi habitación con más calma y me despedí del viejo señor que me había acompañado. Fue agradable y me explicó detalladamente cada cosa, pero ahora mismo ansiaba un tiempo a solas.

Dejé la maleta a un lado y me tiré en la gran cama que había al centro del dormitorio. No podía creer lo rápido que habían cambiado todo. Un día me encontraba viviendo en un pequeño departamento en la ciudad junto a mi mamá, creyendo ser un rarito por hacer y sentir cosas que los demás no podían, y al siguiente me encontraba alistando mi maleta para dirigirme a un nuevo instituto lleno de gente igual a mí.

Justo cuando estaba por cerrar los ojos y dormir hasta la mañana siguiente escuché que alguien tocaba mi puerta. No conocía a nadie por lo que me parecía extraño el que me vengan a buscar. Me acerqué con un poco de miedo para abrirle a quien sea que esté al otro lado.

Era un chico rubio y delgado. Tenía la piel blanca medio rosada, mucho más bajo que yo y portaba unos lentes circulares. Todo él parecía adorable pero la mirada que me dirigía me indicaba todo lo contrario.

—Supongo que tú eres JiSung.—adivinó con una voz suave.

—Eh, sí, mi nombre es Park JiSung.—me presenté algo inseguro al ser la primera persona (además del señor de antes) que se dirigía a mí— ¿Quién eres tú?—pregunté con curiosidad.

—Huang RenJun.—respondió con el mismo tono serio y la cara impasible— Trátame de usted, soy mayor que tú.

—Uhm, lo siento,—revolví mi cabello algo intimidado— ...hyung.—añadí de prisa al ver cómo levantaba una ceja.

—No importa.—se encogió de hombros recargándose contra el marco de la puerta—Ahora, tu guía te habló sobre mí ¿no?

—Eh...—dudé un poco, con los recuerdos bailando en mi memoria. Tal vez lo haya hecho, pero no le había prestado tanta atención que digamos como para recordarlo.

—Veo que no.—suspiró y soltó una risa burlona—Por si no lo has notado, soy un brujo como tú. Tengo que explicarte las reglas de nuestra casta y las clases y deberes que debes cumplir.—explicó volviendo a la postura recta—Acompáñame.—hizo una seña con la mano para que lo siga y volteó a la derecha. Me apresuré a tomar las llaves y cerrar la puerta con pestillo para luego seguirlo.

—Como verás, tu uniforme es principalmente azul oscuro pero tiene detalles púrpuras en las costuras e insignias.—señaló algunos detalles en mi uniforme y repasó con su dedo los del suyo— Es nuestro uniforme distintivo. El de los vampiros es negro con costuras rojas y el de los licántropos gris con amarillo. Tienes que cuidar tu apariencia, usa chaleco y saco, anuda correctamente la corbata y lustra bien los zapatos.—enumeró con un tono cansado como si hubiera dado y escuchado esa charla mil veces— Mientras más presentable te veas más respeto vas a recibir.—dijo dando una mirada analítica a mi vestimenta. Llevaba la corbata suelta y las mangas de mi camisa estaban remangadas. Rápidamente las bajé y traté de peinar mi cabello con las manos.

Tenebris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora