Cap.41 "¿Que pasa entre Augusto y tú?".

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—¡Vamos Irina! —grité exasperada en la puerta de la casa, moviéndome rápidamente en mi lugar.

—¡Ahí voy! ¡Ahí voy! —gritó ella devuelta, reprochándome estar apurandolá—. Oye, no se van a escapar del aeropuerto. —Bajó por las escaleras y tomó la llaves de su auto. Moví mi pie impaciente, demostrándole sin palabras que quería que se apresurara.

—¡Renzo! —grité eufórica, creyendo que estaba en el piso de arriba.

—Estoy a tu lado, no tienes que gritarme. —Apareció saliendo de la sala y tapé mi boca, pensando que lo había dejado sordo.

—Lo siento. —Me reí nerviosa y corrí fuera de la casa. Crucé la calle y comencé a saltar al lado del asiento del copiloto. Irina se rio de mi impaciencia y subió al auto.

Pude ver cómo mi hermano se subía a la motocicleta de Nathan. El sabía manejarla ya que el trabaja con una de esas y mi novio había accedido a prestarla cuando el quisiera usarla.

—Ya arranca —le dije apresurada.

—No, ponte el cinturón —dijo colocándoselo. Gruñí y obedecí.

¿Si se han dado cuenta que los cinturones no ceden cuando uno los tira con fuerza y rápido, porque obviamente, están hechos para detener tu cabeza de estrellarse contra el vidrio? Pues ahí estaba yo, jalando repetidas veces el cinturón como una bruta sin lograr que se alargara hacia mi.

—Despacio Alison. —Se rio mi hermana y logré que el cinturón se enrollara en mi cintura. No la estaba viendo pero supuse que negaba con la cabeza, tratando de buscar la falla en mi cabeza.

—Listo, vamos. —Sonreí emocionada y di dos golpecitos en mis piernas.

—No voy a ir a más de ciento veinte así que calma tu ansiedad —me avisó encendiendo el motor.

Nathan junto a Thais con Cato y Noel llegaban esta mañana. Augusto y Ulises junto a Jade llegarían por la tarde. Todos planeaban llegar el día antes a mi cumpleaños para poder festejarlo de doce a doce. Estaba muy emocionada por volver a verlos después de tanto. Aunque si lo pensaba, no hacía tanto tiempo, pero se sentía así, y aún más para Irina que ella solía verlos todos los días y ahora repentinamente, vivía en mi casa.

Tener a Irina en casa no era un gran cambio para mi, porque ya pasábamos algunas horas en la escuela y verla en casa no era mucha diferencia. Además, ella salía con Bastian, visitaba a Bernarda u organizaba cosas con Tessa. Yo también salía con mis amigos, me estaba esforzando mucho en la escuela y pasaba alguna que otra hora en llamada con Nathan. Así que no había sido un cambio muy grande.

Si lo fue el hecho de compartir la habitación, porque jamás lo había hecho. Fue difícil acostumbrarnos a los ruidos de la otra cuando una quería silencio y viceversa, pero luego de la primera semana nos acostumbramos. Además nuestro closet estaba abarrotado de ropa y solíamos tomar prendas de la otra. Con y sin permiso.

Después del viaje, que me pareció el más largo de mi vida, bajé del auto. Bueno, bajarse, tirarse, no hay tanta diferencia. Literalmente, me aventé al suelo del estacionamiento.

—¡Alison! —Irina me reprochó con la boca abierta, sin poder lo desquiciada que estaba.

—Estoy bien —le hice saber cuando me levanté con las manos en alto, mostrándole que estaba ilesa.

—Si, eso lo sé. Pero ten cuidado, traes mis jeans. —La miré mal y pude notar una sonrisa divertida mientras se bajaba del auto.

Renzo apenas se veía a lo lejos a unos dos minutos de llegar donde estábamos, ya que no podía ir a nuestra misma velocidad en la carretera.

Controversia (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora