Chronicles of a Fallen Love.

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Me veo frente al espejo. Ha pasado tiempo y me veo más maduro, desgraciadamente la sensación al estar frente a mi ya no es la misma de hace años. Esa persona que ests frente a mi no la conozco. Y mucho menos al hombre que se acerca dándome un frío beso en la mejilla. "Gracias por acompañarme. Así lograré callar a unos cuantos."

Medio sonrio. Sé que el hombre de quien me enamoré sigue ahí, dentro de esos muros que ha hecho crecer desde nuestro matrimonio. Esa es la razón por la que sigo aquí. Por la que he decidido ser paciente. Es estupida pero no soy capaz de dejarle.

- Por ti haría todo, Tahi. - Respondo buscando el contacto de sus labios en vano. Salgo ya listo con una espléndido y elegante traje encontrándome con mi esposo esperando de pie en las escaleras. Aún tiene esos ojos que me enloquecen y ahora se ve feliz. Es la voz de Miguel la que me indica que ya no estamos solos. "El chófer les espera."

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Esta fiesta se siente ácida. Hipocresía por todo lugar. No me gusta, me siento asfixiado con la corbata. Con esta falsa sonrisa que he llevado desde que mi esposo me dejó en la mesa de personas que en mi vida había conocido. "Así que usted... ¿Estudio política?"
-No, soy cantautor.

Veo su mueca ante mi respuesta. Debería sentirme acostumbrado. Mayormente en eventos tan pretenciosos como estos es lo que recibo, a veces me arrepiento de tomar el "descanso" después de mi segunda gira mundial. Pero así como yo había necesitado a Temo, él ahora necesitaba que estuviera a su lado. Que fuera su soporte, su compañero, su cómplice como tantas veces. Pero desde hace un año, ya no parecía tan buena idea. Me levanto de la mesa y me retiro, necesito aire fresco. Vaya error.

"No entiendo como el senador Cuauhtémoc. Tan brillante y preparado no eligió mejor su compañía. Un cantante... Nunca será suficiente para un alto mando de México." El veneno en esa mujer produce una amarga sensación en mi. ¿Realmente quiero esto? Temo, Temo. Todo lo hago por el amor de mi vida. Es lo que me repito una y otra vez para no perder los estribos. Para no tener otra discusión a causa de comentarios tan burdos como ese.

"¿Ha visto al señor Torres?" Pregunta de pronto su asistente. - Pensé que tú me darías esa respuesta.- Hago una mueca.
El joven me mira con una especie de ¿Lastima? A veces siento que nunca seré lo suficientemente bueno.

Sigo caminando por el jardín y lo que encuentro no es lo que buscaba. Miguel acaricia las mejillas de mi esposo mientras él lo ve... Lo ve como hace años lo hacía conmigo. Mi corazón se destroza pero la humillación me nubla. Yo estoy ahí, en bandeja de plata para la bola de buitres que trabajan con Cuahtémoc y él está con alguien más. En la misma fiesta. En el mismo lugar donde seguramente más de uno sabe que soy el estupido aqui.

- Tal vez, el para siempre no fue lo nuestro. ¿Verdad Tahi? - Me sorprendo de lo tranquila que sale mi voz ante los ojos sorprendidos de Temo y la burlona mirada de Miguel. "Bueno, ya no debemos escondernos." Dice ese imbecil a quien no me quedo con las ganas y un puñetazo mío estalla su cara con todo el sentimiento que estoy reteniendo.

"Vete, Miguel." Habla por fin mi esposo. Y tras amenazas vacías el idiota se va dejándonos solos.

-¿Cuanto tiempo? - Pregunto sin mirarlo. "Seis meses."
Y todo viene a mí memoria. Sus juntas en nuestro despacho... La traición en mi propia casa y yo siendo condescendiente porque estaba cansado por su nueva campaña. Mis puños se aprietan. -¿Pensabas decírmelo alguna vez?- Por fin lo miro. Parece preocupado pero ya ni siquiera creo si eso es verdad. "Sí, el día en que iniciará la campaña."

Mi sonrisa burlona lo sorprende. Pero es mi único mecanismo de defensa para no romperme frente a él. - Irónico. El día que inició todo lo ibas a terminar. Supongo que sería en la costosa cena a la cual te había invitado para celebrar nuestro aniversario. - Suelto de pronto notando su culpabilidad. - Mi culpa. No puse en tu agenda el motivo de nuestra cita. -

Me toma la mano. Siento aún ese cosquilleo entre nosotros pero también recuerdo sus pocas muestras. Su nulo interés que yo disfrace con el nuevo Temo que se preparaba para las candidaturas. El espejismo del que fui creador para no aceptar que mi esposo dejaba de amarme. Que mi renuncia a todos mis sueños por vivir a su lado, esa noticia que le daría el día de nuestra cena, era en vano. Reí por mi idiotez. Por lo ciego que era cuando se trataba de él.
"Aristóteles yo..."
Lo detenido rozando esos labios que seguramente estaban siendo besado por Miguel minutos atrás.
-Lo siento, Temo. Yo no puedo escucharte, yo no soy infiel.

Me alejo de ahí. Sintiendo miradas cuando salgo por los elegantes pasillos, habladurías a mis espaldas. Y de pronto el único hogar es el departamento que años atrás rentábamos con Diego. Lo había comprado sin que nadie supiera. Lo tenía como escape y ahora lo sería.

Entre y miles de recuerdos llegaron a mi mente. Cada uno tan triste y feliz que me hicieron ser quien era. Tiro la corbata y saco lejos mientras voy a la habitación que años atrás comparti con Temo. Con mi Temo. El niño del que me había enamorado, no ese que me había engañado. Me dejó caer en el viejo colchón cubierto con plástico. Abrazo la polvorienta almohada y tal vez es mi dolor pero pareciera aún tener su aroma. Y comienzo a llorar. Por fin ese sentimiento tan retenido sale, siendo como mis sollozos son más altos. Como el dolor me quema. Me consume.

Frente a mí hay un abismo. El mismo en el cual nunca había dejado caer a Temo en nuestros malos momento ahora yo caigo y él solo me mira.

Estoy viendo nuestra historia con cada lágrima.
La caída de un amor caído.

***

× Aristóteles estaba en un "descanso" que ya iba para los 4 años.
× Tal vez haya una segunda parte.

×Les amo mucho. Perdón por hacerlos sufrir.(?)

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