Edward Eric es el chico mas deseado de la escuela Alchemist, es guapo y uno de los mejores de la escuela, sus notas son casi perfectas y siempre consigue lo que quiere, pero hasta ahora ninguna chica a logrado tener algo con el.
Un día llega Winry R...
Siempre leo todos sus comentario y me siento terriblemente mal cuando veo que votan y comentan, porque siempre me bloqueo y no escribo a tiempo. De todo corazón quiero terminar esta historia este año y me esforzaré al máximo por lograr.
Ahora, he visto que tienen bastante interés en el tema de Hohenheim, así que decidí profundizar más en ello, por eso puede que los próximos capítulos no tengan gran abundancia de Edwin, pero prometo les traeré una buena escena entre medio, y cuando cierre el tema de el padre de los chicos, les daré un sobredosis de amor de esta pareja, pues Winry podría no ser tan fuerte como le gustaría ser.
Dicho esto, empecemos.
------------------------------------- Capítulo 34:"El estudio de papá"
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Narra Edward
Con ojos comprensivos, Winry me dio una leve sonrisa antes de marcharse y dejarnos solos.
Es increíble como el miedo puede paralizar a las personas, a mi. Tantos años viviendo con el temor de lastimar a los que amo y al final lo único que no he podido lograr es eso.
Seguir intentando ocultar la verdad no hara ningun bien a estas alturas cuando ya ni siquiera puedo fingir que todo esta bien, ya no puedo ocultarlo, por el bienestar de ambos, por esos tiempos en que los secretos no existían entre nosotros, antes de que yo viera esa escenita en el parque con nuestro padre y otra mujer. Ese día no solo se quebró la confianza y admiración que tenía hacia él, sino que también la que teníamos yo y Al, sin darme cuenta puse un muro entre los dos.
Ahora es el momento de derribar ese muro.
—Al, yo.. tengo algo que decirte— me acerqué— estoy seguro de que esto no será algo agradable de escuchar, pero es necesario que lo hagas— me senté en una montón de colchonetas apiladas quedando frente a él.
Me miró en silencio por unos instantes, con una mirada dolorosa y dudosa.
—Es nuestro padre, ¿verdad? siempre lo ha sido, desde hace cinco años— se sentó erguido evitando mis ojos.
¿Cinco años? Eso quiere decir que desde el principio sabía sobre esto, ¿cómo pudo haberse enterado si yo nunca dije nada? O quizá solo tiene una vaga idea, pues recuerdo que poco tiempo después de ese encuentro nuestro padre se marchó, no me sorprendería que me dijera que estuve actuando extraño por un tiempo y por eso sospechó.
—¿Qué es lo que sabes?— le pregunté.
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