No quiero pelear con Thanos, porque es una pelea que no tendría sentido alguno.

—En fin, papá se la rifó conmigo. —Termino por decir bastante fastidiado.

—Vaya, estás sensible hoy —dice en tono de burla y por suerte para los dos hemos llegado porque se iba a liar parda aquí.

Thanos y yo casi nunca peleábamos y es que nunca teníamos razones para hacerlo. Gran parte de nuestra vida siempre nos hemos mantenido unidos, casi herméticos por decirlo de otra manera. Nuestra conexión como gemelos era así, éramos extremadamente parecidos en la mayoría de las cosas, pero también existían algunas otras en las que podíamos ser como el agua y el aceite. Eso se fue viendo con mayor claridad con el paso de los años.

Thanos por regla general era mucho más intrépido que yo, nunca pensaba en las consecuencias de lo que hacía y aunque no se notara tanto por fuera era mucho más extrovertido que yo. También más confiado y decidido. Por mi parte me gustaba pensar un poco más las cosas, disfrutaba de la quietud en sus momentos, tenía mis dudas en su momento y sobre todo me gustaba guardarme algunas cosas para mí mismo. El mejor ejemplo de eso era que casi nadie conocía de mi condición.

En cuanto abandonamos el auto cada uno toma caminos separados, a Thanos le gusta practicar futbol y yo soy de bascket, otra diferencia entre nuestras personalidades.

Al llevar al gimnasio donde se encuentra la cancha de bascket es una sorpresa agradable encontrarme con algunas caras conocidas.

—Pero miren quien viene a visitar a sus amigos mortales —comenta Paul Sanders, hijo del senador Sanders. No era exactamente el tipo de persona con el que me gustara rodearme, pero en esta industria se me obligaba a ser políticamente correcto.

—Hey, Sanders —lo saludo chocando puños y me dirijo hacia personas mucho más agradables.

Andoni se encuentra al fondo haciendo estiramientos, por lo que veo no llegó mucho antes que yo. Jonathan se encuentra a solo unos metros de él. Ambos me sonríen en cuanto me ven. Con ambos compartía lo más cercano a lo que yo podía llamar una amistad. No estaba del todo seguro que lo fuera.

—Has desaparecido por bastante tiempo —comenta Andoni en cuanto llego a ellos y comienzo a imitarlos.

—He tenido algo entre manos —Le había puesto una sola condición a mi padre para estar en Colburn y era que no lo hicieran público hasta que se acabara el ciclo. Recordaba perfectamente el tiempo en el que Apolo estuvo ahí dando clases y que hicieron una verdadera bomba mediática de ellos, la prensa estaba atrincherada en la parte de afuera inclusive acosaban a sus estudiantes en busca de alguna historia jugosa.

Jonathan me mira con una sonrisa antes de afirmar.

—Sabemos que estás enseñando en Colburn.

Su afirmación me toma un poco de sorpresa hasta que Andoni señala a Sanders con la cabeza.

—Su hermana es una de tus alumnas. Mmm... Charlotte creo que se llama. Sanders alardeo de ello hace algunas semanas —explica Andoni sin necesidad que se lo preguntara era una de las cosas que me agradaban de él.

—Vaya no se puede mantener nada en secreto.

Jonathan suelta una carcajada irónica.

—No cuando es parte de su malévolo plan. —Lo dice tan bajo que por un segundo dudo que lo escuché.

—¿Qué?

—Pobre. Sanders es uno de los mayores patrocinadores de Colburn, engatusó al director para que un famoso fuera parte del programa, ya lo habían hecho antes por lo que nadie sospecharía de sus intenciones —dice Jonathan con cara de asco, aunque yo aún no entiendo el punto.

SAGA LUX III | Los colores de TimaeusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora