Capítulo II

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(El aullido de los lobos y el grito desesperado que provenía del otro lado del bosque, agito en su interior el miedo que había estado negando con todas sus fuerzas, algo terrible le había pasado, a su hijo y a su amada esposa. La mitad del corazón que resonaba en su pecho, se lo había advertido hace minutos atrás, pero ella se negó a aceptarlo y ahora, la vida se le escaba a su alma gemela, lentamente. La nieve y el frío que comenzaban a cubrir el horizonte, además, la hicieron derramar algunas lágrimas, no imagino nunca ese final para su historia de amor, un final, tan lento y tortuoso) 

Cuando Cleopatra levantó la mirada bajo el incesante calor del Dios Ra, y sus ojos se reflejaron en el dorado de las cumbres bañadas en oro de las pirámides y el palacio del faraón que sobresalían como monumentos impresionantes en la ciudad de Alejandría, llegó a su pensamiento el día que definió como el más hermoso de su vida, el día en que ascendió como reina, y se mostró ante él mundo como realmente era, como una líder nata, dispuesta a todo por su gente y su imperio. Una defensora, además, de ese tesoro, tan adorado para ella, como un escarabajo amarillo.

Lo recordaba claramente, el sol brillaba aún más admirable que durante las festividades a Osiris, y el cielo era tan azul que no había ni una nube en él. Se había levantado a la primera hora del día, para tomar un delicioso baño perfumado y cubrirse con aceites de almendras traídas del mediterráneo, se adornó, además, con un vestido blanco tan largo que barría el suelo, y un cinturón negro a juego con sus brazaletes de oro en muñecas y bíceps, un collar esmaltado con una esmeralda en el centro y el maquillaje más elaborado que se hubiera hecho, extendiendo la oscuridad de sus ojos más allá de sus pestañas, delineándose como el mismo Horus.

Su padre solía decirle que era la mujer más hermosa que alguna vez se hubiera visto a lo largo del Nilo, aunque ella no estaba segura de eso, sentía en realidad que su belleza provenía de su actitud, de sus gestos y de él poder que se le había dado al nacer, para controlar a todos a su alrededor. Aun así, en el momento en que se sentó en el trono y el sacerdote coloco sobre su cabeza una corona que parecía una serpiente dorada enrolladose entre un papiro, sintió que el mundo se inclinaría a sus pies, tan solo por verla sonreír. Pero su gusto duró tan poco, que sólo le vasto mirar a su alrededor, y prestar atención a la mirada envidiosa de su hermano Ptolomeo el octavo, que, a pesar de ser coronado junto a ella, como correinante, estaba más que insatisfecho. 

La guerra no demoro en venir, de la mano de su hermano, aconsejado erróneamente por Potino el Eunuco, llevando al ejercito de Egipto a una batalla tan sangrienta que al final, las arcas se vieron vacías, a pesar del asedio que ella tuvo que sufrir en esa misma ciudad, Alejandría, donde hizo al Cesar enamorarse de ella perdidamente, dándole el control sobre las legiones. Le agradecido claro estaba, sin él habría muerto y su hermano seria rey, pero los soldados de Roma, le sirvieron tan bien, que no quedo nada más que sangre cubriendo la ciudad dorada, incluyendo la de su hermano, que ella misma había asesinado en la batalla del Nilo, ante los ojos de Cesar, expulsando después a cada rebelde y a su querida hermana Arsinoe la cuarta a Éfeso y Siria, donde no tendría que verlos nuevamente.

O al menos eso creía, pues supo al tiempo que ella confabulaba en su contra para recuperar el trono junto a su hermano más pequeño, el mismo que había dispuesto como monarca en su lugar, al viajar a Roma. Que gran pérdida para su corazón, que había tenido que sacrificar su propia sangre por el bien del trono, ¿eso la hacía egoísta?, muchos creerían que sí, aunque en lo personal, Cleopatra creía que al final todo valdría la pena, 

-Majestad. - interrumpió uno de los soldados. - las puertas de la ciudad están abiertas, ¿acaso nos están esperando? 

-Por supuesto que sí. - respondió Cleopatra saliendo de su recuerdo. - las arenas que rodean a Alejandría son tan son tan dignas que permiten ver a un enemigo a la distancia, mi hermano debió ver los estandartes desde hace horas y debe estar planeando una bienvenida para nosotros. 

La Serpiente Del Nilo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora