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Yo sentía cómo el alcohol se iba disipando de mi sangre a medida que la gente salía de la fábrica. En unos segundos nos rodeaban, mirando confusos el fuego. Yo seguía sin entender lo suficiente, pero mis ojos se toparon con la navaja de Dakota y de un zarpazo se la quité, escondiéndola en el bolsillo de mi chaqueta. 

-¿¡Quién le ha prendido fuego al puto coche!?

-¡¡Que alguien llame a los bomberos!!

-¡¡Llamad a la policía!!

El estallido del segundo coche nos sacudió a todos. Parecía que todo el instituto se encontraba allí. La policía. Miré a mi amiga, que se había quedado pálida y parecía tan confusa como yo. La gente había empezado a correr, algunos buscaban agua. Pero claro, no había agua. No había nada más que alcohol. 

-Vámonos- ordenó. 

-Pero…

-¡April, no me jodas!- gritó, aunque su voz se perdía entre el tumulto de gritos. Intenté pensar, intenté que mi cerebro funcionara un poco. Había dos coches ardiendo. Nadie nos había visto fuera. Dakota había gritado “le he rajado la cara”. A quién. Qué ocurría. 

Me encontré, de golpe, con Spencer de frente. Aaron y Vini estaban tras él, igual de perdidos que yo. 

Agarré a Dakota sin decir palabra y tiré de ella. Mucha gente se iba, algunos lloraban incluso. No parecía haber nadie herido, pero las llamas se extendían por el pasto seco. Aceleré el paso a través de los árboles. 

-¿Qué cojones habéis hecho?- preguntó Vini- ¿Qué os ha dado?

-Ahora no- se escuchaba, a lo lejos, una sirena de policía. El riachuelo que habíamos cruzado para ir iba medio vacío. Menos mal que no me había puesto tacones porque si no menudo espectáculo. La carretera secundaria que separaba ese pequeño bosque de los maizales -y, más allá, por fin mi casa- estaba desierta, oscura. Aquello solo se veía iluminado por las luces de fondo. Joder. Joder. Joder. 

-Moved el culo, como ese tipo nos siga voy a pasar de todos vosotros- Dakota me adelantó. 

-¿Pero de qué tipo hablas?¿Qué ha pasado?- a Aaron le costó hablar y eso que él no era precisamente de pocas palabras. 

-Cuando salí a potar había un tipo. Un tipo descomunal. Y cuando me refiero a descomunal quiero decir que es más grande que tu puto hermano, una jodida mole- casi corría. De verdad que parecía asustada. Tragué saliva- Me agarró del brazo y si no llego a tener mi navaja a mano os juro que no lo cuento. 

-¿Te lo has cargado?

-Más quisiera. Solo le rocé la cara. Soltó un grito, me soltó, eché a correr y luego el fuego. Creo que iba a quemar la puta fábrica, si no de qué. 

-¿Pero qué dices?- Spencer se quedó parado, atónito. Yo no podía diferenciar su rostro- ¿Se te ha ido la cabeza? Estábamos todos dentro. 

-Y yo fuera y no le habría impedido hacerme lo que… Da igual- se volvió y prosiguió su camino. 

-Vamos- esta vez fue Vini el que se puso en marcha. 

-¿Pero…?

-Aquí no- fue lo único que dijo. Y no veía bien, pero fue el tono tan serio de tu voz lo que me hizo moverme a mi también. Aún seguía confusa. El efecto del alcohol había desaparecido en su totalidad y me dio la sensación de que habían pasado diez años desde que decidí salir de la fábrica. Menudo puto caos. Qué locura. 

Una de las cosas buenas de la ruralidad era que todo estaba cerca. Entramos en una comunión silenciosa a mi casa. Comprobé, con la mirada, que todo en el salón estaba tal cual lo dejamos y luego me sentí un poco estúpida. 

Junk of the heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora