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A ver, que yo iba de mazo chunga de la vida pero no era una delincuente. Que me habría gustado serlo porque visto desde fuera parecía que una tenía mucho mundo y daba una pose de dura, pero vamos, que nada especial. A ver, sabía forzar puertas con tarjetas, sabía falsificar firmas. Sí, vale. Pero nada más. 

Tenía una amiga, Dakota, que era la reina del crimen. Imagino que todo eso lo sacaba de su madre, que estaba en la cárcel y quería que su hija supiera apañarselas sola. En el mundo del crimen, claro. 

Más o menos me enseñó a hacerle un puente a un coche, pero como que pasé siempre del tema. No me imaginaba necesitando robar un coche, la verdad, porque siempre que visualizaba la situación no dejaba de pensar en el pobre dueño que seguro que todavía estaba pagando las letras. 

El crimen no era lo mío, de verdad, me preocupaban mucho las personas a las que podía afectar. Yo era así de tonta. 

Es que realmente, colarme en el instituto no me parecía un crimen. Lo pensaba mientras caminaba hacia el kiosco de Barney, un puesto en el que se vendían periódicos, revistas, chucherías, algo de porno y cerveza y algún canuto de mala calidad. El corazón me latía muy deprisa. Me mordía los labios para contener esa sonrisa estúpida. 

Cuando llegué Vini ya estaba allí. Me sorprendió, porque apenas pasaban las doce por unos minutos. 

-¿Vienes sola?- preguntó, levantando una ceja. 

-Claro, es lo que te dije. ¿Qué pasa?

-Nada. Que creí que no te atreverías a venir sola. Después de lo de Lorelei y tal. 

-Oh…- ni se me había ocurrido pensar que a lo mejor las doce de la noche de un lunes no era la mejor hora para ir sola por ahí. Y menos para quedar con un delincuente. Joder, April, es que ya te vale. Él me miraba como esperando una respuesta. Seguro que no sabía si decidirse por pensar en si era una imbécil o muy valiente. Pues una imbécil.- Bueno, no me asustan esas cosas… Ella… ¿era amiga tuya?

Frunció el ceño, desafiante. Parecía indicar con eso que no era asunto mío. 

-Nos llevábamos bien. 

-Lo siento. Solo hablé una vez con ella, pero…

-Ya lo sé- ahora fui yo la sorprendida. Tiró el pitillo al suelo para luego pisarlo.- ¿Vamos? No me voy a entretener mucho en esta mierda. 

Le seguí sin decir nada. El instituto no quedaba lejos. Me reventaban esas situaciones, los silencios incómodos y forzados. Me costaba seguirle el paso, pero no me quejé. Que emocionante estaba siendo todo. 

-Por aquí- me indicó, con un gruñido. Se desvió justo al llegar a la frente. Me pregunté si era todo tan sencillo o simplemente estaba buscando que nos pillaran. A lo mejor era una especie de trampa. Si nos pillaban a lo mejor los servicios sociales me alejaban de Caleb. Joder, mi plan tenía un montón de agujeros en los que no había pensado antes. Como genio del mal estaba resultando ser una basura. 

Me guió al otro lado de los setos. Nunca había estado ahí, quedaba oculto tras las plantas y algunos árboles. Ahí aparecía, como escondido, un pequeño apéndice del edificio, lo que parecía un cobertizo amplio. Tenía ventanas pequeñas y cuadradas y dentro había luz. 

Llamó a la puerta con cara de fastidio. Cual fue mi sorpresa cuando al otro lado abrió el conserje, aquel tipo con cara de expresidiario que se tiraba a la imbécil de la biblioteca. 

-Vini, tío, qué pasa- le saludó con una especie de apretón de manos.- No te esperaba…- me sonrió con un careto que no me gustó nada. No llevaba camiseta y tenía esa barbilla afilada que me daba tan mal rollo. Como un enorme cuervo con todos esos tatuajes.-… pasad, estáis en vuestra casa. 

Junk of the heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora