Mi nombre es Francis.

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Al día siguiente volví a casa del señor Schmidt, pero esta vez por mi cuenta, llegue mucho más temprano que el día de anterior por que ese día tenía una sola clase y necesitaba desocuparme a tiempo, pero no dejando de lado mi compromiso con el señor, que sólo llamaba así por mi papá, en realidad era joven podría ser un poco más grande que mi hermano.

Toque esperando que no fuera lo suficientemente temprano para despertarlo o llegar e interrumpir el desayuno, lo encontre fresco y vestido formalmente.
«¿Quien esta vestido formalmente si son las 7 de la mañana sin ir a trabajar?.»

Y me invitó a pasar, con educación  pero serio, me agradeció que fuera más temprano dijo que era justo lo que necesitaba pues sus compañeros de trabajo estaban a unas horas de llegar. No quise perder mucho tiempo y el lo entendió, me pasó rápido al salón, me dijo —Gracias por venir, me tengo que retirar al estudio porque tengo trabajo, si tienes alguna molestia solo llamame, el estudio esta justo aquí alado, toca y hablaremos.

Le agradecí y seguí acomodando libros, el día anterior había llegado hasta la S, continue acomodando, el trabajo estaba casi hecho.
Termine en una hora, me sorprendió lo rápido que lo había hecho y sin ningún disturbio, estaba acostumbrada a cometer agravios mis manos hacían lo contrario a mi voluntad y eso me metía en problemas a menudo, toque la puerta del estudio del señor Schmidt. 

—Pasa—Dijo del otro lado, abrí la puerta tímidamente y sonreí.

—Disculpe que interrumpa señor pero sólo quería decirle que el trabajo esta hecho, ¿necesita algo más?—Dije esperando que no necesitara nada más, tenía el tiempo contado para ir a clase, tal vez la preocupación se reflejo en mi cara, por que me dijo;

—No, eso es todo. Hiciste ya lo más importante—Dijo con tono serio—, lo demás no es tan indispensable. Además mi nombre es Francis—comento con una fugaz sonrisa—. Me parece raro que me digas señor.

Me sentí rara a pesar de lo que dijo su actitud seria no me dio mucha confianza, tomando en cuenta sus palabras.A pesar de ello sonreí.

Saco del escritorio donde estaba sentado un sobre, me lo entrego.

—Por cierto, fui demasiado descortés pero ¿cual es tu nombre?—Dijo dudosamente.

Extrañanente, me dejo entrar en su casa y trabaje para el pero jamas le dije mi nombre, si no fuera por papá quizá habría sido mucho más formal.

—Me llamo Claire —Sonreí.

—Bueno Claire ahí tienes tu paga y fuiste de mucha ayuda, te agradezco.

—Gracias, si me disculpa me retiro, tengo un examen que atender—Dije apresurada.

La verdad no quería parecer grosera pero en verdad cada vez estaba más cerca de mi tiempo de examen y no quería fallar, Schimidt se acomodo en su silla y asintió comodamente.
Entonces se despidió amablemente y me dijo que me agradecía todo y que una vez más se disculpaba por ser todo tan rápido.

Salí a prisas, y me fui directo a la universidad. El profesor me esperaba junto a otros dos compañeros para dar inicio al examen, lo conteste todo lo mejor que puede, me había preparado y estudiado mucho pero la verdad si pensaba en el señor Schmidt, pensandolo bien yo ya había estado en esa casa.
Los resultados del examen los dió el profesor al instante, había tenido solo dos equivocaciones pequeñas y todo lo demás estaba correctamente redactado, el profesor me felicitó por las buenas calificaciones y entre compañeros de clase discutían las respuestas, yo por mi parte me fui a desayunar.

Me sente una mesa después de haber comprado mi desayuno y comence a degustarlo.
—¿Claire donde estuviste ayer?, estuve buscandote fui a tu casa y Emiliano me dijo que no estabas.

—Hola Stephany, estoy bien amiga ¿y tu que tal?. Estuve en la casa del hombre de mis sueños—Dije tomando un pedazo de hot cake con miel.

—¿En serio?—Exclamo con entusiasmo y hasta salto del asiento.

—¡No!, sólo le hice el favor a un amigo de mi padre para acomodar su mudanza, era un hombre muy guapo pero ni en mil años se fijaría en mi, era demasiado refinado y educado para mis malos modales y costumbres, pero de que es guapo lo es.

—Si algo así me mencionó Emiliano, ¡vaya tu padre es el que es muy guapo a pesar de su edad!—Y sono en serio—, ¿pero quien es ese amigo?.

La mire con extrañesa, pero acto seguido me reí.

—No creo que lo conozcas acaba de llegar al pueblo hace días, es rubio, alto, ojos verdes claros, esbelto, linda sonrisa, aficionado a los libros, y habla y  huele muy bien—Dije imitando oler a alguien.

—Vaya pues ¿cuantos años parece tener?—Dijo mi amiga comiendose mi desayuno.

—Como 32—Dije comiendo mi ultimo bocado, mi mala costumbre de comer y hablar.

Y continue con mi vida normal, hasta olvidarlo poco a poco, aunque el rubio me había dado una excelente paga como de un mes de trabajo diario, eso me hizo olvidarlo un poco más lento de lo previsto, pero no había nada más especial que me hiciera recordarlo más que su impresionante colección de libros.Y su recuerdo se fue quedando atras.


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