cuando Harry dijo no.

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Los días comenzaron a pasar con velocidad, inquietos e inclementes, como si se tratasen de un ferrocarril que no se detenía ante el menor vestigio de obstáculos

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Los días comenzaron a pasar con velocidad, inquietos e inclementes, como si se tratasen de un ferrocarril que no se detenía ante el menor vestigio de obstáculos. Sorpresivamente, la iglesia estaba vacía. Ninguno de los invitados había confirmado su asistencia, y es que tampoco eran muchos, sólo algunos colegas del New York Times con los que Lily compartía el café durante algún descanso.

Harry aún no se había aparecido, y tampoco Liv. Lester, con su traje azul y su cabello engominado, se paseaba de un lado a otro, cerca del altar, esperando la aparición de esta última, como si una parte de él esperase, con fervor, que el profundo amor que significaba un matrimonio los pudiese contagiar y llevarlos a enmendar su relación rota. Sin embargo, fue el grito de Lily frente a la pantalla de su teléfono que logró a aclarar todo.

— ¡Liv no vendrá! —exclamó la pelirroja, comenzando a utilizar su pálida mano como un abanico frente a su rostro que poco a poco se tornaba exageradamente rosáceo.

Quiso desfallecer exageradamente sobre la alfombra roja bajo sus pies, porque de pronto toda la situación que presenciaba le comenzaba a parecer abrumadora.

Inquieta, necesitando sacarse el pésame de encima, se dirigió al baño de la iglesia y sin ánimos de pensar en su maquillaje, hundió su rostro en la pequeña poza de agua que había formado con sus manos.

De cierta forma, se esperaba un acto de desaparición de su dama de honor. En las últimas dos semanas apenas le respodía los mensajes, faltaba a las citas con la modista, y no escatimaba en dejarle saber sus razones. Lily pensaba que Harry se molestaría mucho con ella por hacer tal cosa, porque era inaudito que su mejor amiga faltase al día más importante de su vida.

Y entonces, el recuerdo de una noche de ebriedad le abofeteó el rostro.

Claro que había hablado más de la cuenta, y claro que se arrepentía de sobremanera. Había arruinado gran parte de su boda mucho antes de que sucediera.

Con una crisis nerviosa desencadenándose en cada fibra de su ser, Lily salió del baño con las manos temblorosas aferrándose a su vestido. No sabía si aquellos nervios eran propios de una novia, nunca tuvo una madre que le contara acerca del día de su boda, y aunque esperase con todo su corazón que Liv estuviese ahí para quitarle todos los sentimientos preocupados de encima, debía aceptar que entre ellas nunca hubo esa amistad.

—Lilz—la voz de su prometido llegó a sus oídos justo a tiempo para entregarle una reconfortante porción de calma, que no tardó en desaparecer una vez que giró su mirada hacia él.

Llevaba una chaqueta verde, y sus clásicos jeans negros y ajustados que no se acercaban en lo absoluto a un traje de bodas. El pánico comenzó a carcomerla nuevamente.

— ¿Qué estás haciendo? No se supone que debas verme así antes la boda, es mala suerte—replicó la pelirroja en medio de constantes temblores.

𝐡𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐚𝐧𝐝 𝐥𝐢𝐯 ; 𝐡𝐬Where stories live. Discover now