9. El nuevo Daniel

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JiHyo se colgó la mochila adecuadamente lo más rápido que pudo antes de que las personas se amontonaran detrás suyo, había estado abrazandola contra su pecho desde que abandonó el auto en el estacionamiento

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JiHyo se colgó la mochila adecuadamente lo más rápido que pudo antes de que las personas se amontonaran detrás suyo, había estado abrazandola contra su pecho desde que abandonó el auto en el estacionamiento.

Se echó a correr desde el momento en que puso sus pies fuera del vehículo y sólo se detuvo gracias a la fila que se había empezado a juntar al pie de las escaleras. Tenía prisa. Su zapato derecho dando golpecitos sobre el piso la delataba.

Afortunadamente eso era Corea del Sur, y todos estaban lo suficientemente ocupados en sus asuntos como para inquirir en los de ella.

Puso un pie sobre uno de los escalones  en la escalera eléctrica y de inmediato sintió cómo su cuerpo se comenzó a elevar. Suspiró. Sacó una liga del bolsillo trasero de su pantalón y con ambas manos se hizo una coleta alta.

Miró la hora una vez más y suspiró nerviosa. No podía evitar reparar en el reloj de su mano cada segundo. Estaba llegando tarde al trabajo. Hirai seguro ya había pegado grito al cielo. Iba a recibir un buen sermón por su parte.

Dio un paso largo para caer en el segundo piso, sostuvo con fuerza las correas de su mochila y se apresuró para dirigirse a Jelly Jelly. Con suerte Momo sólo le reprocharía sus no tan largos 15 minutos de retraso.

Las dos últimas clases en la universidad se habían recorrido provocando  que se retrasara al llegar a casa y tomar todas sus cosas. También tuvo que cocinar algo rápido antes de irse. Jeongyeon había descubierto que se había estado saltando las comidas y casi le da un infarto aquel día.

Desde entonces solía enviarle una fotografía de lo que sea que estuviese comiendo para obtener su aprobación. Era ridículo, pero Jeongyeon se aferró con fuerza a la boba idea.

-Porque soy tu hermana mayor y me preocupo por ti -le había dicho ese día que  la visitó sin avisar. Ni siquiera sabía cómo había dado con su dirección.

-Tengo 22 años Jeong, no necesito que alguien me cuide, no soy más una niña.

-Entonces deja de actuar como una y sólo vuelve a casa. ¿Por qué no lo haces?, creí que sería una etapa. Sana estaba segura de que volverías en una semana.

JiHyo se cruzó de brazos desviando su mirada hacia otro lado.

-Ya no me saltaré las comidas -prometió -Y puedo asegurarte que no es una etapa.

Le enviaba foto de lo que comiese diariamente casi siempre. Aunque había veces en que fingía olvidarlo. Tampoco era como si aquello fuese tan grave. Simples dramas exagerados de hermana mayor.

Entró al local con una sonrisa nerviosa en su rostro. Quiso caminar un poco más hacia el fondo y tomar su lugar en la caja pero la mirada asesina de Momo se le adelantó. La nipona estaba en el suelo con un trapo en la mano haciendo la limpieza de los estantes más bajos. Arrojó el trozo de tela al suelo y se puso de pie frente a la coreana.

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