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- ¿A mí? - preguntó sorprendida, mientras se señalaba-.

- Sí, a ti. ¿Dónde está la chica que estaba contigo? - quise saber y ella alzó las cejas-.

- ¿Me has estado espiando? - yo no contesté pero la apremié a que ella sí aclarara mi duda-. Está en el baño.

- ¿Quién es? - seguí con el interrogatorio. Rosé rió y se cruzó de brazos-.

- Pregunta usted demasiado, señorita Kim.

- Solo lo necesario - contesté, necesitaba asegurarme de que no era nadie importante para ella antes de tirarme de cabeza a la piscina. Me quemaba la impaciencia-. ¿Me puedes responder?

- Es una chica de Tinder. Primera cita - anunció sonriente, pero le cambió la cara cuando vió mi sonrisa pícara. Apuesto a que mis ojos también se habían oscurecido-.

- En ese caso te pido perdón por adelantado, porque te la voy a arruinar.

Antes de que Rosé pudiera reaccionar, me lancé a su boca.

El primer contacto fue como agua en el desierto. No me di realmente cuenta de lo desesperada que estaba por besarla hasta ese momento.

Tras el choque inicial de nuestras bocas, la agarré de la nuca y tiré de su labio inferior pidiendo paso. Rosé me lo dio mientras rodeaba con sus brazos mi cintura, dispuesta a seguir el beso.

En seguida mi lengua conquistó su boca y me dediqué a explorar cada recoveco. Rosé quiso el control y yo me separé lo justo, me bastó una mirada para hacerle saber que ahí mandaba yo.

Se sorprendió, pero a juzgar por su sonrisa y los ojos llenos de deseo con los que me miraba, podría asegurar que le encantó.

Ataqué su boca de nuevo, marcando el ritmo de los besos. Mis manos se aferraron a su nuca y de vez en cuando bajaban a su cuello o acababan en sus mejillas, para acercarla más a mí si cabía. Las de Rosé, se habían mudado a mi culo y no paraban de recrearse en esa parte de mi cuerpo.

- Me gustaría preguntar a qué viene esto pero si va a significar que pares casi que prefiero no saberlo - dijo Rosé en una de las pausas para respirar-.

- Me atraes. Mucho - la besé de nuevo-. Y te quiero conocer. Que nos conozcamos. En todos los sentidos.

- Y yo que me lamentaba porque aquella noche había perdido la oportunidad de besarte... - sonrió-. Me parece bien. Conozcámonos.

Esta vez fue Rosé la que me besó, me llevó hasta la pared y me aprisionó contra ella. Quería mandar. Íbamos a tener un problema.

Dirigí mi boca a su cuello. Lamí, mordí y seguro que dejé marcas. Creí escuchar un gemido de su boca pero con la música tan alta no podía asegurarlo.

- Como sigas por ahí nos van a echar por escándalo público.

- Pues vámonos a otro sitio - susurré en su oído, mordiendo después su lóbulo-.

No hizo falta decir nada más. Rosé cogió sus cosas y se encaminó hacia la salida. Con una mano cogía la mía y con la otra escribía en su móvil.

"Me he ido. Lo siento, de verdad. Miss Korea quiere algo conmigo y quién soy yo para negarme. Disfruta la noche."

Me enseñó el mensaje que había mandado a su cita y me tuve que reír. Pobre chica.

Rosé tenía su coche en la puerta y nos subimos. Nos besamos lo suficiente para aguantar el trayecto antes de arrancar.

- Vamos a mi casa. No hay nadie - dijo y yo asentí-.

Condujo con mi mano sobre la suya y reposando éstas en mi muslo en cada oportunidad. No hablábamos. Solo nos comíamos con los ojos y se oían suspiros.

El parking fue testigo de nuestras ganas locas. Y el ascensor. En todas sus paredes descargamos la pasión que crecía. Fue especialmente chocante y excitante para mí el hecho de ver nuestro reflejo en el espejo. Dos mujeres buscándose desesperadas. Si se medía la temperatura de ese lugar habría petado el termómetro.

Cuando Rosé cerró la puerta a sus espaldas empezó de verdad lo bueno.

Pese a ser las únicas en el piso, Rosie me llevó directamente a su habitación. Tenía una cama de matrimonio que parecía bastante cómoda.

Nos quedamos frente a frente. Como decidiendo quien daba el primer paso.

- Llevo dos semanas imaginándote desnuda, ni se te ocurra retrasar más el momento, Rosie - exigí, directa, y ella sonrió pícara-.

- Ven tú a desnudarme, si tantas ganas tienes.

No le hizo falta repetírmelo. Me acerqué a ella y de un tirón abrí su camisa, haciendo saltar todos los botones.

- Mi camisa favorita - se quejó Rosé-. Te voy a matar.

- Que sea después de que te folle, si no te importa - susurré a un centímetro de su boca, con mis ojos clavados en los suyos-.

Rosé se quedó muda. Los ojos se le iban a salir de las órbitas y el deseo era más que palpable. Me besó con fiereza, agarrando mi pelo, me iba a desgastar. Sus manos peleaban con la cremallera de mi vestido, hasta que logró que se deslizara por mi cuerpo hasta el suelo.

Yo no llevaba sujetador, nunca lo hacía.

- Estás buenísima - soltó antes de empujarme suavemente para que me tumbara en su cama-.

Se puso encima de mí y dirigió toda su atención a mis pechos. El que no lamía, lo masajeaba con la mano.

Nadie se atrevería a dudar que Rosé sabía como hacer que una mujer se derritiera. Y todavía no había bajado más alla de mi torso. Yo gemía y anclaba mis uñas en sus hombros.

Cuando mis pezones ya parecían piedras, Rosie subió de nuevo por mi cuerpo para besarme con ansias. Aproveché un momento en que se me quedó mirando embobada para incorporarme un poco y tomar las riendas.

Lamí su cuello y su hombro, dejando besos húmedos a mi paso. Llegué a su pecho y mordí suavemente por encima de la tela, mientras mi mano se dirigía a su espalda para desabrochar el sujetador de encaje que llevaba.

Acuné sus pechos, masajeándolos en movimientos circulares. Con mi lengua, estimulé sus pezones, ya erectos, mientras acariciaba su abdomen y costillas.

Rosé no paraba de susurrar mi nombre, era increíble cómo sonaba en su voz, extremadamente grave por las circunstancias.

Siguiendo con mis caricias me topé con su pantalón. Me deshice de él lentamente, bajándolo por sus piernas mientras cubría de besos y lametazos la piel que iba dejando al descubierto. Sentía la mirada de Rosé sobre mí y me excitaba muchísimo.

Estábamos las dos en tanga. Yo hice el movimiento de bajar el suyo. Inesperadamente para mí, estaba deseando probarla. Rosé me cogió las manos en cuanto agarré la tira de su ropa interior.

- Déjame a mí - me dijo mientras, en un movimiento rápido, me quitó el tanga-. No hace falta que tú... Ya te lo hago yo. Tú solo disfruta.

- ¿Perdón? - interrumpí y levanté una ceja al mirarla-. ¿Qué parte de que te voy a follar, yo a ti, es la que no has entendido?

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Bueno, bueno con la Jisus. Que hetera más hetera por Dios.

Hay lo siento por dejaros aquí, pero mañana se viene smut, pinky promise jajs.

Os quiieeeeerroooooooo❤❤

BAII :)

BESITOS EN LA QK PA' TODAS ;)

ℕ𝕖𝕠𝕟 𝕃𝕚𝕘𝕙𝕥𝕤 // ℂ𝕙𝕒𝕖𝕤𝕠𝕠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora