—Theo ¿Qué trajiste?— preguntó con ojos llenos de felicidad como cada noche Itzá.

—¿Tu que crees?— Theo parecía divertido .

Harper sonrió, era una bonita escena. Se veía que se amaban.

—¡Percy Jackson!— mencionó su saga favorita.

—No ugh, nunca caería tan bajo para rentar esa basura.—Theo pensaba que las películas eran una basura al lado de los libros.— Rente toda la temporada de American Horror Story, Coven.

Harper no tenía ni idea que era de lo que hablaban, pero no dudo en sentarse y verla con ellos cuando sirvieron los pedazos de pizza como muchas noches a la semana.

La castaña no recordaba el inicio, más que espíritus asesinando esclavos y mucha sangre, algo que extrañamente no la impresionó, bueno, nada lo hacía.

Hasta que por primera vez mencionaron esa palabra: «Brujas». Resonaba tantas veces esa palabra en su cabeza, que no la dejaba tener otros pensamientos, ocupaba tanto espacio, que no dejaba concentrarse en lo que pasaba en la pantalla.

Miró sus dedos, las puntas de estos eran negras mientras el resto de sus manos y piel a diferencia eran blancas y pálidas como la porcelana.

La primera vez que Harper se sorprendió por algo que hiciera fue esa noche, cuando sus dedos soltaron esa sensación metálica, era como si todo lo contenido por meses, esa angustia que no sabía cómo sacar, saliera fácilmente por ellos.

Por que cuando la Banshee observó las chispas negras y moradas que salían de la punta de sus dedos desde lo más profundo de su interior, sabía que había cosas extrañas en ella, eso ya no era normal.

Se apagó la luz del televisor y el velador, lo único que iluminaba la vista de las tres personas en esa casa eran las chispas moradas de las manos de la castaña.

—¡Coño que si eres Eleven! ¡Su Puta madre santísima!— Theo hablaba demasiado rápido, más de lo normal.

Los adultos se habían quedado paralizados, pero ¿No era su labor entrometerse cundo las cosas de salían de las manos para los menores? Ya saben, ser el adulto a cargo y con responsabilidades, pero en esa situación no se podía culpar a ninguno de los dos por no actuar ¿Cómo hacerlo? La chica que habían acogido bajo su techo largaba chispas de los dedos negros y peculiares.

—Harp... ¿Qué puedes hacer?—Itza parecía asombrada.

Fue ahí cuando se paró y tomó su teléfono, prendió la linterna y alumbró las paralizadas y delgadas manos de la adolescente, no paraban de chispear al morado.

  —Ohh... ¡Es genial!— Theo parecía un niño pequeño en una tienda de dulces.

Harper no despegaba la vista de sus manos, no podía. Adormecidas, cosquilludas, intranquilas, así las sentía.

Fue ahí cuando callo en algo la castaña mientras el chico seguía murmurando cosas como; «¡Eres la bruja escarlata, peque! ¡Como la de Marvel!»

La luz se había ido, y dudaba que solo en su casa. Se asomó por la ventana, no había ninguna luz en la calle, ni la de los postes de luz, ni en las casas de los vecinos que empezaban a salir de sus casas, curiosos de que había pasado.

WITCH SWAN| H.p y Crepusculo.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum