Capítulo 14.

1.1K 85 5
                                    

Harper terminaba de vestirse y salió a la sala, donde estaba Angélica junto a Ben que veían una película animada.

Angélica volteó a ver a la pelinegra sintiendo una punzada en su pecho. Era increíble como la empresaria podía ser hermosa como sea, llevaba unos jeans ajustados, y una camisa blanca de una tela que se veía tan suave, y unos zapatos deportivos, su cabello suelto ondulado y sin una gota de maquillaje, resaltando varias pecas en su rostro.

—¿Listos?— Preguntó la pelinegra tomando su celular y metiéndoselo en el bolsillo.

Angélica asintió y tomó a Ben de la mano para salir de la habitación. El hotel Barker era un hotel impresionante, y no había un lugar donde no fuera lujoso.

—Tú hotel es impresionante, no te lo había dicho antes.— Dijo la castaña mientras entraban al ascensor.

El pequeño Ben no soltaba la mano de la odontóloga y a cada instante veía a la empresaria soltando una risita cuando la pelinegra le hacía una mueca graciosa.

—Bueno, eso es gracias al arquitecto de Adam Barker.— Dijo Harper guiñándole un ojo a su novia.

La empresaria pulsó el botón del segundo piso donde se encontraba los restaurantes del hotel, al llegar la recepcionista del restaurante saludó a su jefa con amabilidad.

—Buenas noches Srita Barker, el señor Adam ya se encuentra en la mesa que está en la terraza.— Dijo la recepcionista con una sonrisa y Harper le agradeció.

El restaurante estaba prácticamente lleno, había personas elegantes y con trajes como si fueran a una alfombra roja, algunas personas voltearon a ver a la empresaria y las miradas hacia ella no se fueron hasta que la puerta de la gran terraza haya sido abierta. La terraza era exclusividad sólo para los dueños, y sólo había un dueño, Harper Barker.

Pero su hermano podía ingresar las veces que quisiera si se encontraba en la ciudad. La terraza del restaurante era una belleza, se podía apreciar la ciudad de Ámsterdam, y el diseño tan lujoso era increíble.

Adam estaba sentado mirando hacia la ciudad, tenía una camisa blanca con una chaqueta de jean y un pantalón negro, su cabello estaba peinado y su semblante estaba más relajado. Adam era un chico guapo, bastante en realidad, su barba le hacía ver más varonil y sus ojos grises eran una mezcla con el marrón, bastante interesante.

Pero a diferencia de Harper, Adam se podía leer a simple vista, Harper siempre tenía un aura de misterio que no era fácil de descifrar, y ver a una chica así podía ser tan fascinante.

¿O no?

—Pero que chico tan guapo el que traes, Harper.— Dijo Adam viendo al pequeño Ben con una sonrisa.

Ben se colocó detrás de las piernas de Angélica y Adam soltó una risita.

—Ben, el es Adam, mi hermano.— Dijo la empresaria colocándose a la altura del pequeño.

El ojiazul miró hacia el chico que se había acercado a el con una sonrisa y el pequeño extendió su manito para estrecharla con el arquitecto.

Harper sonrió ante la acción de Ben, y Adam abrió sus ojos sorprendido al ver que el pequeño tenía un lindo gesto de educación.

—Soy Ben.— Dijo suavemente el ojiazul y poco a poco salió detrás de las piernas de Angélica, la castaña acariciaba su cabello con dulzura dándole confianza.

—Adam, soy tú nuevo tío, y el único.— Dijo Adam guiñándole el ojo al pequeño quien asintió con las mejillas rojizas.

Se sentaron en la mesa y el mesero llegó enseguida para recibir su orden, los tres estaban de acuerdo para pedir una pizza en la cena, Harper era una amante a la pizza al igual que su hermano y su novia.

—¿Quién es el mayor?— Preguntó Angélica bebiendo de su copa de vino.

Adam sonrió y Harper negó con una mueca que hizo al arquitecto reír sarcásticamente.

—Cuñada, si puedes apreciar mi hermoso rostro te darás cuenta que soy el menor.— Dijo el chico con orgullo.

Harper lo miró negando mientras tomaba un sorbo de su vino, Ben estaba a su lado y veía a los meseros quienes saludaban al niño con discreción.

—¿En serio? Creí que eras el mayor.— Dijo Angélica y luego vió a su novia quien elevó sus hombros.

—Lo digo en serio cuñadita, tú novia es mayor que yo por dos años.— Dijo Adam y le guiño el ojo a su hermana.

Habían pasado una cena agradable, Angélica conoció un poco más a Adam, quien para su sorpresa era el arquitecto de la cadena de hoteles de Harper, al igual que sus fundaciones y restaurantes que había iniciado la empresaria. Era un chico muy agradable y al hablar de su carrera le fascinaba, y Ben había tenido una confianza muy rápida con Adam, que en toda la cena hacía reír al pequeño con sus ocurrencias.

Habían pasado tres días desde la cena, Harper había tenido su reunión de negocios, y había vuelto a New York, pero ahora con el pequeño Ben y su hermano.

Adam se quedaría en el apartamento de Harper, no quería volver a la mansión, ni siquiera quería ver a su papá. El arquitecto planeaba quedarse un mes, quería estar cerca de Harper y ahora tener una buena relación con su nuevo sobrino.

Harper ya había adoptado a Ben, que ahora se llamaba Ben Connor Barker Miller, sólo era hijo de Harper legalmente, Angélica estaba feliz con la decisión que había tomado su novia al cuidar al pequeño ojiazul.

Angélica había vuelto a su trabajo, tenía tantas citas pendientes que era interminable, al terminar su trabajo iba a su apartamento a darse una ducha y luego Harper le pedía que fuera a cenar con ellos por las noches, no quería apresurar las cosas con la empresaria, aunque le costaba demasiado despertar y no verla a su lado pero si por la terraza por las mañanas y su taza de café en sus manos.

Una semana y tres días había pasado desde el viaje a Ámsterdam.

La odontóloga llegó cansada de su trabajo y al terminar su ducha fue a la terraza y su vista fue hacia al edificio de al lado dónde pudo ver a la empresaria con Ben riendo mientras el niño no aguantaba las cosquillas que le hacía la pelinegra.

Harper al ver a su novia le sonrió y la odontóloga se ruborizó ante aquella sonrisa que la derretía.

—Te estaba esperando, ¿Por qué no vienes y salimos a cenar? Adam debe estar por llegar.— Dijo la empresaria desde su balcón.

Ben la saludó con una gran sonrisa y Angélica le devolvió el saludó con emoción.

—De acuerdo, ya voy para allá.— Dijo la castaña y salió de la terraza, para luego buscar su celular, pero un nuevo mensaje había llegado, y el número desconocido era diferente.

"Tic tac, dígame algo doctora Brown, ¿Está dispuesta a atender un alma sin piedad? Es decir, sus dientes son perfectos, pero aquí entre usted y yo sabemos que su profesión no sólo es odontología." Número desconocido.

Su corazón latió rápidamente y otro mensaje del mismo número llegó.

"Oh no, ¿la asusté? puede calmar sus sentidos, sólo le daré una pista y no es de mí." Número desconocido.

Se sentó en su mueble y trató de respirar lentamente.

"Azul, azul celeste como el cielo, ¿No le gusta ver ese color en unos ojos? O mejor dicho, azul turquesa, un azul impresionante y espléndido." Número desconocido.

Angélica estaba confundida, no entendía aquellos mensajes y decidió responder el último, tenía miedo, claro que sí, pero el miedo jamás la vencía a ella.

"¿Quién eres?" Angélica.

Esperó unos segundos y su respuesta llegó.

"Actúa normal señorita Brown, su paciente aún no quiere que la vea." Número desconocido.

Te quiero a ti (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora