DOS

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El sonido de la alarma despierta mis sentidos. No. ¡Por favor Quiero seguir durmiendo!. Deslizo mi dedo por la pantalla un par de veces hasta que consigo que el estridente ruido acabe. Ruedo sobre la cama, buscando el calorcito que he ido dejando durante toda la noche.

7.30 am.

Merezco dormir más. Estoy pensando en coger vacaciones. Llevo trabajando en esa editorial durante casi dos años y nunca he cogido vacaciones. Quizás, si cogiera solo una semanita para descansar. Me lo pensaré.

Me separo de mi bonita cama y me arrastro, lentamente al baño para hacer mis necesidades. Voy a la cocina, y antes de nada abro la puerta de la terraza. Limpio la cajita de Luke y la saco. Me preparo un desayuno rápido de yogur, arándanos y galletas. Enciendo la televisión y pongo las noticias. Me gusta sentirme informada, creo que es otra de mis rutinas. Ver las noticias por la mañana. Creo que empecé a mirarlas cuando no sabia si iba a llover y me llevé solamente una camisa de tirantes. Justo ese día había tormenta y un frente frío del oeste. Después de eso miro todos los días las noticias.

Me como mi desayuno tranquilamente, saboreando los sabores combinados. Al terminar lavo todo y lo guardo, dejándolo totalmente recogido. Le pongo de comer a Luke. Ese gato seguro que se despierta a las diez de la mañana. Siempre se queda durmiendo durante todo el tiempo que estoy aquí.

Me voy a mi habitación, abriendo el pequeño ropero de dos puertas y escojo unas medias polares, una falda de cuadros negra y gris y un gran pullover grueso de este segundo color, conjuntado con mis botas de color negro y me empiezo a vestir. No soy una persona que se bañe por la mañana, prefiero hacerlo por la noche por dos razones; la primera: hace mucho frío. La segunda: siempre he asociado darme un baño, con relajarme y el final del día, así que cambiar ahora mi rutina no tendría sentido.

Me gusta mi rutina. Me hace sentir confiada y sobre todo, organizada. Siguiendo este método cada día no llego tarde ni me retraso ni un poquito, así que, repito. Cambiarlo es una estupidez.

—¡Me tengo que ir Luke! — exclamo.

Cojo el bolso y las llaves del coche. Suelta un maullido en forma de despedida. Salgo de mi apartamento, asegurándome de dejar la casa bien cerrada. Vivo en un séptimo piso, por eso es por lo que no me importa dejar la puerta de la terraza abierta, pero la puerta de la calle si es indispensable cerrarla.

Llego a mi puesto de trabajo. Mi querido y pequeño despacho. Washington Publisher. Dejo el bolso sobre la pequeña mesilla de al lado de mi escritorio y me siento en la cómoda silla. Doy vueltas, viendo a la gente en la calle principal. Hay cafeterías muy animadas y de diseños muy divertidos. Tiendas locales donde puedes comprar cualquier cosilla que te surja, y algún bazar donde comprar algo puntual. Me dedico unos segundos a apreciar a la gente que pasa delante de mi ventana. Son todos personas empoderadas, y no me refiero en temas económicos. Me refiero a que es gente empoderada en el sentido de que saben verdaderamente quienes son. Van por ahí sin importarle lo que le diga la gente, o al menos eso es lo que aparentan, y si lo hacen, disimulan muy bien. Hay gente con traje y corbata, gente con chándal y tacones. Hay gente de todo tipo y no sé por qué, pero me causa cierta tranquilidad al saber que no soy la única que intenta ser ella misma. Que no soy a la única a la que mirarán con ojos acusadores.

Me acomodo el pelo en el lado izquierdo. Inmediatamente un frescor invade mi cuello. Lo malo de tener un pelo tan largo, es que es difícil de manejar, y el calor que este transmite.

Tengo que organizar la agenda. Ya es momento de ir a ver al endocrino y que me administre una dosis. También tengo que organizar el modo de como voy a terminar la semana respecto al trabajo, y asuntos de índole personal como ir a hacer la compra.

Pasión Prohibida © (COMPLETA)Where stories live. Discover now