Capítulo 22

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—¡Quédate con nosotros! —oigo una voz masculina de fondo, pero no puedo enfocar la vista y poco a poco los voy cerrando.

—¡No lo hagas, no cierres los ojos! ¡Tienes que seguir! — vuelve a decir la voz, pero me siento bien así, quiero esto, quiero irme. Termino de cerrar los ojos y las voces se vuelven un murmullo lejano y luego silencio absoluto.

...

Salgo del trabajo con el cheque para Olivia. Aunque ella me dijo que no lo quería, se lo voy a dar igual. Además, en su curriculum está la dirección de la casa de la madre y sé que seguramente esté parando ahí.

Luego de manejar durante unos minutos aparco frente a una casa muy linda. Golpeo las manos y una mujer de unos cuarenta y tantos sale hecha un mar de lágrimas.

—Sí, ¿qué se le ofrece? —me pregunta ella, secándose las lágrimas. Está nerviosa y puedo notarlo.

—Busco a Olivia. ¿Se encuentra aquí? —digo acomodando mi corbata con discreción.

—Disculpe, ¿quién es usted?

—Solía ser su jefe. —nada más.

—Me acaban de llamar del hospital, tuvo un accidente y yo ya estoy saliendo para allá. —dice llorando y me paralizo. ¿Un accidente?

—¿Que le sucedió? —pregunto, totalmente confundido.

—No me quisieron decir. —dice, saliendo de la casa.

—Si quiere yo la llevo. —ella asiente agradecida y a los minutos ya estamos en la puerta del hospital. Entramos y me dirijo a recepción.

—Disculpe. —digo llamando la atención de la chica—. Busco a Olivia Johansson.

—Acaba de entrar a la sala de operaciones. Según tengo entendido, recibió graves lesiones provocadas por un arma de fuego. —habla tecleando algo en su computadora.

—¿Se puede pasar a verla? —pregunto muy nervioso. No me tendría que estar preocupando ya que ella me engañó, pero no puedo evitarlo, necesito verla.

—Por el momento, no. Le avisaremos cuando se puedan aceptar visitas. —asiento. Ambos caminamos y me siento en una de las sillas junto a esa mujer que aún no se su nombre. Estoy totalmente paralizado y no entiendo en qué momento sucedió todo esto. No puedo quedarme quieto, necesito verla, saber que está bien. Sé que fue Javier el causante de esto y no saldrá de ésta sin pagar el precio.

—¿Cómo se llama? —me animo a preguntarle y le extiendo un pañuelo.

—Karla. —dice ella, secándose las lágrimas—. Soy amiga de la mamá de Olivia. Como ella consiguió trabajo con usted, no podía cuidarla y me llamo a mí, siempre fui amiga de Cielo y me ofrecí a cuidarla durante su enfermedad.

—Olivia nunca me dijo que su mamá estaba enferma. — frunzo el ceño y ella se encoje de hombros.

Las horas pasan tan lento que me tortura. No sé cuánto tiempo transcurrió, pero ya no lo puedo soportar más. Y cuando el doctor sale pidiendo por los familiares de Olivia, ambos nos acercamos. Tengo miedo de lo que me vaya a decir.

—La paciente está bien, al principio parecía que no iba a aguantar, pero lo logró. Tuvimos que operarla, la bala pasó muy cerca de su pulmón y si lo llegaba a perforar, en este momento no estaría con nosotros. Lo mismo con el golpe que se dio su cabeza al chocar contra el suelo. Perdió demasiada sangre pero por suerte está estable. Aún no despertará, no sabemos con

exactitud cuánto tiempo estará así, pero iremos viendo. —dice y respiro aliviado. Sé que fue Javier y las va a pagar.

—¿Al agresor lo pudieron agarrar? —endurezco mis puños.

—Lamentablemente no. El hombre escapó antes de que pudieran agarrarlo, pero tienen su descripción gracias a unos jóvenes que presenciaron el ataque.

—¿Se puede pasar a verla? —es lo que quiero saber, necesito verla.

—No está consciente, pero si quieren pasar está bien. Por favor, sólo una persona por vez. —dejó que Karla la vea y cuando sale hecha un mar de lágrimas, el doctor me deja pasar. Cierra la puerta dejándonos solos y la miro. Tiene un golpe en la mejilla y está vendada por todos lados.

Tiene un respirador conectado en su rostro. Me siento junto a ella y tomó su mano. Está tibia y pálida, sus uñas están perfectamente pintadas de negro. Besó sus nudillos y los acarició.

De la nada comienza a moverse de una forma muy extraña, como indica la máquina su corazón comienza a palpitar rápidamente. Varios enfermeros entran a la habitación y me piden que salga, me sacan a la fuerza. Su cuerpo se mueve sin control y el mío tiembla.

—¡Olivia, por favor! ¡Te amo! —grito y me cierran la puerta en la cara. Las lágrimas caen de mis ojos.

Por favor, te amo.

Como siempre: Olivia [✔] ┋ ¡Capítulos completos!Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu