Capítulo 10.

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—¿Cómo pudiste hacerme esto? Yo...—  Su voz tiembla en cada palabra, él está sufriendo igual que yo. De pronto se detiene y es cuando escucho cómo se sorbe la nariz, él llora, y yo soy la causa.  — Confíe en ti, fui tan estúpido, no sabes cuánto me arrepiento haberme acercado a ti. Eres de los seres que más odio — Sus palabras cargadas de resentimiento perforan mi alma, me lástima. Mis lágrimas no resistieron más tiempo, mis ojos se desbordaron mientras experimentaba muchas emociones. Estoy llorando por sus palabras, y por saber que él también me engañó, no soy el único culpable, sin embargo parece cegado por el dolor.

Mi corazón bombea de prisa, tengo miedo, miedo de morir por esa flecha, a su vez es un recordatorio de que la persona a la cual más amas, será la que termine destruyendo todo de ti. Mi vista nublada logra divisar como finalmente aquella flecha sale disparada en mi dirección, cierro los ojos esperando el impacto, ese que acabará con mi dolor...










Suelto un pequeño grito a la vez abro mis ojos, los cuales han derramado unas cuantas lágrimas, mi corazón está acelerado y respiro con dificultad, mi cuerpo entero tiembla asustado. Queriendo corroborar una teoría suspiro fuerte calmando un poco mi mente y cuerpo, enciendo la luz... No doy crédito a lo que veo, mis muñecas... Ellas están rojas. Confuso dejo caer mi cuerpo en la cama. Hace mucho no tenía una pesadilla relacionada a este tema, cuando era pequeño soñaba solamente con un sujeto desconocido lanzando una flecha en mi dirección, pero ahora se ha extendido, ¿Qué significa todo esto? Al mirar el reloj descubro que son las once de la noche, todo rastro de sueño se esfumó, no quiero volver a cerrar los ojos y volver a soñar. Cuando pasaba corría a los brazos de la abuela, pero no está, y eso logra ponerme más triste, ella se fue pero las pesadillas volvieron, y volvieron para ponerme inquieto porque hoy las sentí más reales que nunca.

Queriendo estar tranquilo y despejar mi mente me pongo en pie, cojo un libro del escritorio y vuelvo a la cama, empiezo a leer adentrándome en un mundo muy alejado del mio. El tiempo pareció detenerse mientras leía, y sin ser consciente el tiempo se fue con rapidez, en un descuido lleno de cansancio volví a dormir.

—Benja, hijo despierta — Hablan mientras remueven mi hombro — Benjamín, llegarás tarde — Suspiro inconforme, tengo mucho sueño. Dirijo la mirada a quien está despertándome, logro distinguir la figura de papá.

—Papi, es muy temprano — Le hago un puchero tratando de convencerlo, escucho cómo ríe, no lo hará.

—Lo siento, pero no será posible son las seis con treinta — Al escucharlo me pongo en pie con rapidez, cojo mis gafas para corroborar la información, tiene razón, es tardísimo.

Tomo la toalla para salir corriendo al baño, papá dice un “ten cuidado” mientras se burla. Al ducharme con rapidez llegué directo al armario, donde tomé unas bermudas azules, una camiseta morada y unas deportivas rojas. Una vez listo, cogí mis cuadernos en brazos, pues no me apetecía buscar en que llevarlos. Bajé con premura pero cuidadoso las gradas encontrando a papá, quién me llevará a la escuela, no dijo nada solo tendió una carpeta la cual reconocí al instante, seguido de una bolsa de papel color café.












(...)

El tiempo se me estaba acabando, ahora estoy subiendo de dos en dos las gradas para llegar al salón, son las siete con diez. Los chicos comentaron que el profesor de matemáticas era muy estricto con el tema de la puntualidad, no le conozco pero supongo no será amable por interrumpir su clase, lo corroboro al ver la puerta cerrada.

Cierro mis ojos, suelto un pequeño suspiro y entreabro la puerta azul oscuro. Lo primero que mís ojos ven es a un hombre mayor escribiendo en la pizarra. Carraspeo llamando su atención.

—¿Se te perdió algo? — pregunta despreocupado. Es un hombre mayor, su cabellera grisácea muestra uno que otro matiz negro, sus arrugas son muestra de ser un señor con mucha sabiduría -por no decir otra cosa- sus ojos resaltan gracias a las espesas pestañas negras, estos son de un café oscuro, es alto y su complexión es delgada.

Con verlo noto algo extraño, lo puedo sentir. Solo no sé que es...

—¿Estás oyendo? — cuestiona a unos cuantos pasos, ¿Cuándo llegó?

—¿D-decía?

—¿Acaso estabas imaginando algún unicornio?— Al no entender sus palabras miro la dirección de sus ojos, está viendo la carpeta rosa de Anneli, la cual tiene diferentes recortes de castillos, unicornios y pony's —Dime si estás aquí para estudiar, o quedarte como estatua pegado en la puerta — niego sin entender — Entonces argumenta porqué debo recibirte en la clase, cuándo has llegado tarde — cruza las manos tras la espalda. Su mirada me intimida, y sus ojos mirando directamente los míos a través de mis gafas no ayudan a calmarme, de hecho me pone aún más incómodo y asustado. La abuela Juliana, solía decir que las personas poseemos cierta energía espiritual, con ella indirectamente podíamos transmitir emociones, y es justo lo que estoy sintienso. La energía de ese hombre me está sofocando, siento como si intentara aplastar la mía. Me encojo asustado, es algo nuevo para mi, nadie nunca había logrado hacerme sentir tan pequeño con solo una mirada.

Intento sosegar mi ser inquieto, no debo dejar que me intimide. Con las manos temblorosas bajo un poco mis gafas, así nuestros ojos se conectan directamente, mostrando que no dejaré lograr su objetivo. Ese sujeto se sorprende ante mi reacción.

Con la mano libre revuelvo mi cabello, el cual aún está húmedo. Aparentemente seguro y decidido finalmente hablo — No tengo nada que decir. La verdad llegué tarde porque me dormí, mi padre fue quién me despertó, de lo contrario no hubiese venido — acomodo mis gafas antes de seguir —. No tengo problema con no recibir su clase el día de hoy, lamento haber interferido, la próxima vez vendré a tiempo — es lo único que digo antes de girar y seguir con mi camino, con el corazón acelerado vuelvo a cruzar las gradas de cemento.

Tengo el maravilloso plan de ir a descansar en la cafetería.

Tierra de brujasWo Geschichten leben. Entdecke jetzt