Capítulo 10.

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Estar con el castaño era muy entretenido, no hemos parado de reír de nuestras propias ocurrencias, y es que sin saber cómo, iniciamos un curioso “juego”, este trataba de “recitar” un pequeño poema, solamente de unas cuantas palabras, la única regla era incluir tres, las cuales eran; Ojos, naturaleza y verde. Ambos dijimos cosas sin sentido riendo escandalosos, hasta el hombre del local nos daba miradas curiosas.

—Oye, es enserio, prometo que la próxima vez, te diré algo más elaborado — Logra decir entre risas, justo él acaba de cerrar el juego, pues ya es tarde.

Estaré esperando por eso...

Al salir del local sonrío, porque en sus cuatro paredes bicolor, quedará conservado un buen recuerdo de nuestro primer encuentro. Porque sí, el castaño me invitó a salir nuevamente el fin de semana.

Soy una persona que atesora los buenos momentos, y cuando visitamos algún lugar, este se queda impregnado con un pequeño recuerdo, que al volver tiempo después nos hará evocar lo vivido.

Kalu preguntó la dirección de mi casa, al decirla se extrañó bastante, pero no dijo nada al respecto. En cambio se mantuvo en sus propios pensamientos, a lo cual aproveché para mirarle como si fuese un acosador. Ese chico cautivador de mirada verdosa me logró hechizar, es una gran labor mantener la vista fuera de él, puede ser aterradora la forma inexplicable con la cual me interesa,  y más cuando lo conozco desde hace nada.

En el trayecto no me dirije la palabra, se mantiene serio, con la vista fija al frente, sus manos apretan en demasía el volante del coche, su ceño fruncido hace pensar que nada bueno cruza por su cabeza. No parecía el mismo chico que minutos atrás reía a más no poder, ¿Habrá algo malo con mi casa? Todo estaba bien hasta que mencioné la dirección, traté de preguntar pero me pareció algo tonto, seguro tiene algún pendiente y olvidó hacerlo.

Una vez en frente al enrejado de casa bajé del auto, él también lo hizo, le echó una mirada un tanto... ¿Molesta? No entiendo su actitud.

—O-ye, g-gracias por traerme — Comento mientras me pongo frente a él —M-me divertí en tú compañía — le mostré una sonrisa, a lo cual respondió con otra.

—Yo también — Comenta más animado — Entonces... Nos vemos mañana — Se despide alzando la mano, estaba por dar la vuelta cuando en un arranque de osadía tomo su brazo. Giró su rostro curioso al mío, mis mejillas seguramente ya están rojas con antelación por lo que haré. Con rapidez dejé un pequeño beso en su mejilla, una vez lo hice no esperé su reacción, solamente salí disparado empujando el portón.

Al entrar en casa recordé algo, no había sacado mi mochila del auto. Salí para verificar si ya se había marchado, justo cuando lo hice él arrancó. No teniendo más opción caminé rumbo a la puerta, pero algo cambió.

Ya no estaba en casa, sino en un bosque. El cielo estaba muy despejado, mostrando un buen día, la bonita tonalidad azul claro con sus diferentes matices y las grandes nubes blancas adornando el inmenso cielo, le daban un hermoso toque. Sin embargo, el aire era frio, tanto que logra erizar mi piel y poner mis nervios de punta.

Tengo adolorido el cuerpo, a su vez lo siento pesado, temo que mis pies no puedan soportar mi propio peso. Me remuevo intentando vanamente liberarme de lo que me mantiene atado, suelto un quejido al sentir dolor, es ahí cuando noto que estoy aferrado a un árbol, mis muñecas arden como si algo las estuviese quemando, y duele, duele mucho.

Al levantar la vista quedo aterrorizado,  diviso un arco el cual con su flecha apunta mi corazón, la persona que lo sostiene es desconocida, no logro distinguir su rostro, solamente veo que lleva un pantalón azul claro, botas negras y una camiseta gris, la cual está al revés, seguro se vistió con prisa. Una cosa tengo muy claro... Esa persona es un chico.

Tierra de brujasWhere stories live. Discover now