Hoseok

8 2 0
                                    

A veces, simplemente, es cruzar la calle sin mirar. Un simple gesto como ese puede ser el final. O no. Llega un punto donde te da igual.

Otras veces es comer comida basura sin mirar la alimentación. Beber y bailar como si el mundo se fuera acabar. Caminar siempre demasiado cerca de la carretera. Confiar en la buena fe de los demás como si no tuvieras sentido común. Acostarse con una persona diferente cada día con la esperanza de coger una enfermedad de transmisión sexual. O peor, sin la esperanza, solo haciéndolo.

Otras veces es no levantarse de la cama. Quedarse dormido a propósito. Hacer que te echen del trabajo. No cerrar la puerta de tu casa con llave. Dejar las ventanas abiertas. Faltar a las quedadas de tus amigos y rodearte de personas que no te convienen. Echarte un nuevo novio o novia. Y sonreír ante ello.

—Estás dormido.

Hoseok me frunce el ceño, dándome un golpe en el hombro. Sus labios están rotos por falta de hidratación y quiero besarlos.

Seguramente lo haría si no estuviéramos en el McDonald.

—Mañana voy a conocer a mi nuevo paciente.

Recuerdo la vez en la que casi nos acostamos. Estuvo bien. Hoseok era lo suficientemente dominante como para que hacerme sentir a merced de él. Sabíamos que era un movimiento arriesgado porque era su casa. Eso solo nos excitaba más. Ninguno de nosotros estábamos borrachos, pero esa fue la versión oficial.

Si no me falla la memoria, él fue el primero en mover ficha. Jugábamos a Uno en un segundo y al siguiente me tenía bajo él comiéndome la cara. Sus manos recorrieron mi cuerpo casi con hambre, recuerdo, fue un milagro que no me desvistiera en ese mismo momento. Oh, y su rostro, jamás pude olvidarme de su rostro. No había rastro de la sonrisa que siempre portaba o de la inocencia que aparentaba.

Desde ese día puedo afirmar conocer al verdadero Hoseok.

Tengo que decir en su favor que le estuve provocando durante toda la tarde. Sabía la manera en la que me miraba cuando pensaba que no le estaba mirando, y hacía mucho que no había follado. Hoseok ya había engañado a sus parejas más veces de las que no, así que no me sentí demasiado mal. Sobre todo cuando empezó a frotarse contra mí.

Estuvo bien. Hasta que llegó su novio y empezó a montar un escándalo. Todos sus novios son demasiado ruidosos.

—¿Al final te contactó? No creí que te llamara. Ese chico tenía un aire demasiado importante.

—Me gustaba su voz.

La risa infantil de él resuena en mis oídos, haciéndome sonreír desde mi somnolencia. Aún tengo la mascarilla para la contaminación puesta así que no me preocupo de reprimirla.

—Si dijeras eso sin esa cara creería que te gustan los pijos.

—Ya sabes que no —ruedo los ojos.

Como si pudiera. Mi desagrado hacia cualquiera de las clases altas es la razón principal por la que había rechazado tantas veces a Hoseok. Él y yo somos diferentes. Relacionarme con él de ese modo tan íntimo solo acabaría en la desgracia para mí. Como mi madre.

Es jodidamente egoísta por su parte el que no le entre en la cabeza.

—¿Has ido al-?

—No.

Silencio.

Últimamente nuestras conversaciones siempre acaban en silencio. A veces cómodo, a veces tenso. Es notable las diferencias que hemos adquirido con el pasar de los años. Ya no somos compañeros de colegio en un barrio pobre como solíamos ser.

Hoseok empezó a pudrirse cuando su madre se casó con un hombre rico. Todo el mundo sabía que iban a acabar teniendo una vida triste, todos menos ellos. Hoseok se cambió de instituto y dejamos de vernos como antes. Ahora tiene otro grupo de amigos. Otra forma de vida. Hoseok empezó a marchitarse, y no hice nada.

—Me tengo que ir, he quedado con Young Mi —pronuncia, cortando el silencio.

Su mano se estira hacia mí. Conociéndole, me aparto antes de que toque mi cara. Lo último que me falta es una escena en medio del McDonald.

—¿Quién es esa?

Hoseok me mira, y sé qué significa esa mirada. Decido ignorarle como siempre.

—Una pija —se despide.

Después de eso lanza unos billetes a mi bandeja mientras se pone la gabardina. Su sonrisa no llega a sus ojos. Sé que hay más dinero de lo que debería, pero no digo nada. A diferencia de él yo no puedo permitirme tener orgullo. Así que me meto el último nugget en la boca y saco mi móvil como si no notara la mirada de lástima con tintes de superioridad de él.

Hoseok no estaba jodido, se podía ver.

Hoseok estaba podrido.


Eso también estaba bien.

good healthWhere stories live. Discover now