Golpeó mi hombro y pasó por mi lado sin una disculpa. Era un tipo alto y delgado, no apestaba a alcohol ni tenía los ojos inyectados en sangre, tampoco olía a colonia... simplemente era piel humana con un leve rastro de jabón. Ese combo era difícil de encontrar en las noches. En las décadas pasados, por lo menos algunas mujeres no bebían y eso me permitía tener un sorbo de sangre limpia, ahora, tener a alguien sin sustancias toxicas era como encontrar una aguja en un pajar.

Este joven hombre era mi aguja.

-Si lo lamentas has algo para remediarlo- susurré, manteniéndole sujeto del brazo. Mi sonrisa no llegó a mis ojos.

Él arrugó el ceño y respondió alguna mierda homofóbica.

Bien. Será por las malas.

Había probado la sangre, asesinado en consciencia y sin pasar por un episodio de esquizofrenia. Había desgarrado una garganta y sentido como la carne se deshacía entre mis dientes. Decían que la cordura era subjetiva, sentía que mi locura era complemente objetiva.

Sus pies se arrastraron detrás de mí. El cuerpo escuálido golpeó la pared de ladrillos, los ojos se cerraron para luego abrirse y fijarse en los míos, el hombre abrió la boca para gritar ante el infierno rojizo en mi mirada. Luego no hubo queja alguna, y absolutamente nada salió de su garganta... Bueno, excepto sangre.

Miré la cruz colgada alrededor del transpirado cuello. Era de plata, delicada y parecía no ser pesada de llevar. La toqué con mis dedos mientras el cielo se enfurecía y las gotas transparentes caían con furia sobre nosotros. Cómo si al mismísimo Señor le hubiese molestado que tocase algo en honor a él.

Mis uñas se clavaron sobre el pulso del hombre hasta que en su piel se formó un feo moretón, pero no me detuve, no hasta que la piel fue perforada y probé la primera gota de sangre desde mi dedo índice. Demasiado agria, demasiado espesa.

Ataqué el cuello frente a mis ojos, lo devoré, desgarrando alguna que otra vena. Pero el hombre seguía moviéndose a pesar del embrujo. No gritó pero si luchó y cuando le di un respiro él se cubrió la herida, dejándome ver como la sangre salía de entre sus dedos.

Era la hora.

Solo me hacía falta poner las manos sobre su cuello y escuchar el "track" de su cerviz a al ser torcida y por consecuente, separada de su columna.

Pero entonces, el maldito habló y lo que dijo me paralizó.

-¡M-mi novia acaba de dar a luz... N-nuestra pequeña me necesita!

Escuché cosas mucho más tristes con anterioridad, porqué una confesión, un pedido como ese debería de hacer que me detuviese. Pero no pude controlar la imaginación de un pequeño niño o niña sin rostro, caminando por primera vez, formulando su primera palabra, riéndose con pureza... Dolió.

El corazón me dio una sacudida, tal vez fue absurdo, pero pude sentir como la enredadera repleta de espina se cerraba en torno a mi corazón. La lluvia se llevó la sangre de mis dedos. El dolor me fragmentó en pedazos hasta convertirme en un cuerpo tembloroso... ¿Temblar? ¿Doler? ¿Quebrar?

¿Cómo?

Ese momento se convirtió en un pequeño, muy pequeño pedazo de cielo. Como si el demonio despertase de su calvario para darse cuenta de que existía algo bueno frente a sus ojos.

Arrugué el rostro y me encogí frente al dolor que azotaba mi pecho. Entonces le sostuve por los hombros.

-¡Olvídate de esto, huye!

La víctima se pegó a la pared. Mis ojos brillaban entre la oscuridad y la llovizna.

-¡Dije que huyeras o te mataré!

Caelum ~ {Nomin/Markhyuck}Where stories live. Discover now