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Editado 07/09/21

Advertencia: contiene escenas para mayores de 18, estará señalizada con (*******)

Siempre imaginé que vería a mis papás juntos hasta viejitos. Crecí viendo su hermosa relación floreciendo cada día, y debido a ello estaba convencida de que el verdadero amor existía. Siempre que mamá se sentía celosa o tenía bajonazos de autoestima papá le recordaba sus intenciones de estar con ella hasta que la muerte los separara.

Y así fue.

Sólo que todos estábamos seguros de que eso sucedería en muchos años más.

Cuando llamaron a la casa a decirle a mi mamá que papá había tenido un accidente y había fallecido al instante vi algo apagarse en sus ojos. Un pedacito de ella se había ido con él y toda la familia lo notaba.

Ella cambió.

Hasta el día en que nos presentó a Marcos.

Aquel día hace casi seis meses volví a verla completa. Al comienzo me costó mucho asimilarlo, pensé que ella había reemplazado al amor de su vida, pero con el tiempo y al enterarme de las razones de David para hacerme la vida imposible, me di cuenta de que estaba siendo egoísta. Caí en la cuenta de que por mis propias razones egocéntricas terminé por sobreponer mi felicidad a la de mi mamá y por suerte, cuando me di cuenta no fue demasiado tarde.

Ahora que escucho las dulces palabras de mi madre acerca de cómo Marcos la ayudó a volver a tomar las riendas de su vida y a superar su doloroso pasado, me doy cuenta de que nunca me arrepentiré de apoyar este matrimonio.

Una suave caricia en el muslo me saca del hilo de mis pensamientos y una sonrisa triste se dibuja en mi rostro cuando noto que se trata de David.

Ambos somos muy conscientes de las implicaciones que conlleva nuestra relación para este matrimonio y decidimos mantenernos en secreto hasta que consideremos que sea un buen momento para decir algo. Acordamos que esperaríamos hasta después de la boda porque sabíamos que corríamos del riesgo de que mi mamá, siendo una gran altruista como siempre, cancelara su compromiso con tal de verme feliz.

Tanto David como yo sabíamos que el bienestar de nuestros padres no tenía punto de comparación con nuestra pequeña realidad. Apenas llevábamos unas pocas semanas en esta relación y en cualquier momento todo podría acabar, pero ellos no, ellos ya tenían un compromiso y eran felices con el.

Siento como su mano aprieta mi muslo cuando nuestros padres piden un brindis por su futuro como pareja y el corazón se me estruja ante lo agridulce que me resulta el momento. Hago mi mayor esfuerzo para conjurar una sonrisa que exprese mi felicidad y levanto mi copa de champán en unísono con el resto de los invitados.

—Salud —murmuro justo cuando siento una lagrima deslizarse sobre mi mejilla.

Levanto mi mano para limpiarme el rastro húmedo, pero me detengo cuando David se me adelanta y pasa su pulgar con suavidad sobre mi mejilla.

—No estés triste, preciosa —susurra cerca de mi oído.

Siento cómo la piel se me eriza al sentir su respiración en mi cuello y lo miro de reojo antes de alejarme un poco de su tacto.

—Es felicidad —miento encogiéndome de hombros.

El largo suspiro que deja su boca es suficiente como para hacerme saber que esta conversación no ha terminado, pero decido dejarlo de lado mientras escucho las palabras de la abuela paterna de David.

*******

Una diminuta sonrisa se ha instalado en mi rostro junto con una expresión satisfecha. La cena  había sido un éxito hasta ahora y como era de esperarse la comida de Inés, la cocinera de confianza de mamá había estado deliciosa.

Mi Hermanastro ©|+18| [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora