Cuando se acercaron a la puerta, el letrero chirrió agitado por el viento y los tres vacilaron un instante.

  —¡Vamos! —sugirió Flavia, un tanto ansiosa.

Tobías fue el primero en entrar. Seguido por sus dos amigas.

Aquel pub no se parecía en nada a Las Tres Escobas, que era un local limpio y acogedor. Cabeza de Puerco consistía en una sola habitación, pequeña, lúgubre y sucísima, donde se notaba un fuerte olor a algo que podría tratarse de cabras. Las ventanas tenían tanta mugre incrustada que entraba muy poca luz del exterior. Por eso el local estaba iluminado con cabos de cera colocados sobre las bastas mesas de madera. A primera vista, el suelo parecía de tierra apisonada, pero cuando Harper caminó por él, se dio cuenta de que había piedra debajo de una capa de roña acumulada durante siglos.

  —¡Hola! —Escucharon a alguien y se colgaron a verlo, era Fred— ¿Puede ponernos... veinticinco cervezas de mantequilla, por favor?

Se acercaron a la barra los tres donde habían un montón de alumnos de Hogwarts de distintas casas menos Slytherin, Harper se empezó a poner nerviosa, pensó que todo sería secreto, más reservado, era imposible que con esta cantidad de personas no los atraparan. Tobías noto su nervioso y tomó su mano, empezó a hacer caricias de manera circular sobre esta intentando calmarla.

Una sonrisa agria se formó en el rostro de Flavia Jonker mirando sus manos.

El camarero lo fulminó un instante con la mirada; luego, de mala gana, dejó el trapo, como si lo hubieran interrumpido cuando hacía algo importantísimo, y empezó a sacar polvorientas botellas de cerveza de mantequilla de debajo de la barra.

   —¡Salud! -exclamó Fred mientras las repartía.— Soltad la pasta, yo no tengo suficiente oro para pagar todo esto...

Harry, que no salía de su asombro, contemplaba a los numerosos y ruidosos estudiantes, que cogían sus cervezas y hurgaban en los bolsillos de sus túnicas buscando monedas. No podía imaginar a qué había ido allí toda aquella gente, hasta que se le ocurrió, horrorizado, que a lo mejor esperaban oír alguna especie de discurso. Se volvió hacia Hermione y, en voz baja, le susurró:

   —¿Qué les has dicho? ¿Qué esperan?

   —Ya te lo he explicado, sólo quieren oír lo que tengas que decir —contestó Hermione con voz tranquilizadora. Sin embargo, Harry seguía mirándola tan enfadado que rápidamente añadió.— Pero no tienes que hacer nada todavía, primero hablaré yo.

  —¡Hola, Harry! —dijo Neville sonriendo, y se sentó frente a él.

Algunos parecían muy emocionados, otros, curiosos; Luna Lovegood miraba en torno con ojos soñadores. Cuando todos tuvieron su silla, fue cesando el parloteo. Todos miraban a Harry.

   —Esto... —empezó Hermione hablando en voz más alta de lo habitual debido al nerviosismo.—Esto..., bueno..., hola. —Los asistentes giraron la cabeza hacia ella, aunque de vez en cuando las miradas seguían desviándose hacia Harry.— Bueno..., esto..., ya sabéis por qué hemos venido aquí. Veréis, nuestro amigo Harry tuvo la idea..., es decir —Harry le había lanzado una mirada furibunda.— yo tuve la idea de que sería conveniente que la gente que quisiera estudiar Defensa Contra las Artes Oscuras, o sea, estudiar de verdad, ya sabéis, y no esas chorradas que nos hace leer la profesora Umbridge —de repente la voz de Hermione se volvió mucho más potente y segura.—porque a eso no se le puede llamar Defensa Contra las Artes Oscuras —«Eso, eso», dijo Anthony Goldstein, y su comentario animó a Hermione—...Bueno, creí que estaría bien que nosotros tomáramos cartas en el asunto. —Hizo una pausa, miró de reojo a Harry y prosiguió.—Y con eso quiero decir aprender a defendernos como es debido, no sólo en teoría, sino poniendo en práctica los hechizos...

WITCH SWAN| H.p y Crepusculo.Where stories live. Discover now