III

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Se quita el casco y lo deposita en la mesa que tiene enfrente. Luego, comienza a retirar de a uno los cables que unen la máquina con sus extremidades y su tórax. Sus movimientos son torpes; aun siente el frío corriendo por su cuerpo, aunque allí dentro está cálido.

Cuando logra desprenderse de la simulación, se retira por la puerta hacia el salón principal. Al pasar por ella, un tubo atraviesa su energía y deposita información en su ser. Siempre sucede lo mismo después de una lección. Aquella información será revisada por su ser cuando entre en estado de descanso y, de esa manera, podrá incorporarlo como experiencia de vida.

El salón principal está lleno de seres que se disponen a ingresar en la lección que le corresponde ese día... tras él, se logra ver el cartel que dice "Climas - Invierno". No sabe si esa primera clase será suficiente para poder tomar aquello como cotidiano, espera que sí. No le gustó mucho ese clima y prefiere pasar a los siguientes. Pero todo depende de su ser y su adaptación a la nueva información.

Sale del salón y se dirige hacia la prueba de cuerpos. Aún le cuesta acostumbrarse a aquello, le parece raro la altura que manejan los humanos y las extremidades que pueden controlar. Todo se siente raro cuando ingresa en uno de esos prototipos. Espera que esa extrañeza desaparezca en algún momento, si no, no podrá cumplir con la misión.

Al ingresar para probar el cuerpo, siente la energía de Sally. Está cerca, lo sabe, pero no puede determinar el lugar exacto.

—Sally, ¿dónde estás? —pregunta al aire esperando la respuesta.

—Aquí, soy la rubia —ríe ella justo antes de que una mujer joven pase corriendo al lado de él.

Sonríe. Se ve linda en aquella estructura.

Rápidamente, va hacia la selección de cuerpos y se deja absorber por uno de ellos. Luego corre hacia la chica y se adapta a su ritmo. Por suerte, el movimiento de piernas a una velocidad constante lo tiene bastante adquirido. A Sally le cuesta aun, pero es entendible. Tiene dos etapas menos de práctica.

Mientras corren por la zona de ejercicio, hablan de sus aprendizajes del momento. Max aprovecha para adicionar una queja a la extraña naturaleza de aquel mundo y lo mucho que odia el frío.

Sally ríe y despotrica contra las extrañas formas de vivir que tienen.

—No termino de entender eso del dinero... De verdad, lo intento pero no lo entiendo.

Max ríe.

—Cuando veas la economía quizás lo vas a entender. Para lo que no hay explicación es para los diferentes idiomas que tienen.

Sally suspira.

—¿Ya te han designado zona?

Max asiente.

Hace dos días que su inyección de información matutina le ha informado la zona geográfica que deberá ocupar. Y desde ese momento, también quedaron delimitadas sus áreas de estudio. Desde ese día, empezó a concentrar todo su tiempo a entender aquel lugar, a habituarse a sus costumbres, para que cuando llegara la hora de habitarlo, todo pareciese normal.

Era importante no llamar la atención y continuar con la vida tal y como estaba. Era la primera ley y debía hacer todo lo posible por cumplirla. De lo contrario, el traslado quedaría anulado.

Y Max no se lo perdonaría. No soportaría seguir existiendo con el peso que implicaba no haber podido cumplir con la misión.

—Ojalá podamos encontrarnos.

La voz de Sally lo conectó nuevamente con el cuerpo. La conexión que sentía con ella, era mucho más fuerte cuando estaba dentro de esa estructura. A pesar de tener la teoría incorporada, vivirlo era muy diferente.

Y eso era lo que lo asustaba... El momento en que debería llevar a la práctica todo lo que había estado aprendiendo en ese tiempo; ¿sería capaz de hacerlo? ¿Sería capaz de pasar desapercibido?

Oxiderón [Historia corta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora