—Buenas tardes, profesora Umbridge —gritó la clase, menos algunos como Harper y Toby que se mantuvieron helados como el hielo.

  —Eso está mucho mejor —los felicitó con dulzura— ¿A qué no ha sido tan difícil? Guardad las varitas y sacad las plumas, por favor.

Se miraron extrañados, cada profesor era más raro. En tercero habían tenido la libertad de la práctica con el profesor Lupin, en cuarto el acercamiento a la magia más oscura con el falso Moody y en quinto parecía ir cada vez peor.

Harper metió su varita en la mochila y sacó la pluma, la tinta y el pergamino. La profesora Umbridge abrió su bolso, sacó su varita, que era inusitadamente corta, y dio unos golpecitos en la pizarra con ella y de inmediato, aparecieron las siguientes palabras:

«Defensa Contra las Artes Oscuras: regreso a los principios básicos

  —Muy bien, hasta ahora vuestro estudio de esta asignatura ha sido muy irregular y fragmentado, ¿Verdad? —afirmó la profesora Umbridge volviéndose hacia la clase con las manos entrelazadas frente al cuerpo.— Por desgracia, el constante cambio de profesores, muchos de los cuales no seguían, al parecer, ningún programa de estudio aprobado por el Ministerio, ha hecho que estéis muy por debajo del nivel que nos gustaría que alcanzarais en el año del TIMO. Sin embargo, os complacerá saber que ahora vamos a rectificar esos errores. Este año seguiremos un curso sobre magia defensiva cuidadosamente estructurado, basado en la teoría y aprobado por el Ministerio. Copiad esto, por favor.

Volvió a golpear la pizarra y el primer mensaje desapareció y fue sustituido por los «Objetivos del curso».

1. Comprender los principios en que se basa la magia defensiva.

2. Aprender a reconocer las situaciones en las que se puede emplear legalmente la magia defensiva.

3. Analizar en qué contextos es oportuno el uso de la magia defensiva.

Durante un par de minutos en el aula sólo se oyó el rasgueo de las plumas sobre el pergamino. Cuando los alumnos copiaron los tres objetivos del curso de la profesora Umbridge, ésta preguntó:

  —¿Tenéis todos un ejemplar de Teoría de defensa mágica, de Wilbert Slinkhard? —Un sordo murmullo de asentimiento recorrió la clase.—Creo que tendremos que volver a intentarlo —dijo la profesora Umbridge.— Cuando os haga una pregunta, me gustaría que contestarais «Sí, profesora Umbridge», o «No, profesora Umbridge». Veamos: ¿tenéis todos un ejemplar de Teoría de defensa mágica, de Wilbert Slinkhard?

   —Sí, profesora Umbridge —contestaron los alumnos al unísono. Ni caso le hizo la castaña.

   —Estupendo. Quiero que abráis el libro por la página cinco y leáis el capítulo uno, que se titula «Conceptos elementales para principiantes». En silencio, por favor.

La profesora Umbridge se apartó de la pizarra y se sentó en la silla, detrás de su mesa, observándolos atentamente con aquellos ojos de sapo con bolsas.

Harper apartó el libro, ya lo había leído entero y no era la única de su casa que lo había hecho, y se quedó mirando fijamente a su profesora, preguntándose:

¿Qué hacía que la odiara tanto? ¿Era sus vestimentas, su voz chillona o su manera de tratarlos como si tuvieran 5 años? No se mostró intimidada o aturdida cuando los ojos de Umbridge se posaron en ella.

WITCH SWAN| H.p y Crepusculo.Where stories live. Discover now