Capitulo 30

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Maraton 2/3

¡Disfruten mis saltamontes!

Camila salió del auto a trompicones y cerró la puerta de un golpe, olvidó colocar la alarma, su mente no estaba para detalles, iba demasiado alterada como para recordarlo.

Sus manos temblorosas intentaban abrir la puerta de su casa, pero se le hacía imposible atinarle a la cerradura.

— Mierda — maldijo sonando desesperada.

Tenía su peso recostado a la puerta, miró a los lados nerviosa mientras volvía a intentar abrir la cerradura. Después de intentarlo varias veces logró abrirla, una vez dentro apoyó su peso contra ella y soltó el aire que había estado conteniendo.

¿Qué fue eso?

Su mente era un remolino, le costaba mantener un pensamiento, destellos de dientes la atormentaban haciéndola estremecerse.

Se tomó el brazo recordando que estaba sangrando.

— Joder — articuló al ver como la sangre corría por su antebrazo dejando gotas en el suelo, la tela de la camiseta que la cubría estaba humedecida, se arremango e inspeccionó la herida.

Cerró los ojos y movió el rostro a un lado no queriendo ver.

Podría ser peor, recordó. Subió aún más la manga y se aseguró de cerrar la puerta con llave antes de ir al baño en busca del botiquín.

Como si la puerta pudiera hacer alguna diferencia, pensó mientras caminaba al baño.

Golpeó el interruptor con el hombro y abrió el grifo, se inclinó para que el agua corriera por su herida limpiando la sangre. Por suerte no había restos de tierra ni de hojas en ella, se veía bastante bien de hecho.

Cerró el grifo y presionó una toalla limpia sobre ella. Siseó al sentir el contacto de las fibras de algodón, abrió el botiquín del baño y movió sus ojos entre los frascos buscando algún antiséptico y gasas.

Se movió por la sala hasta la cocina con las cosas que necesitaba para curar su brazo, tenía el paquete de gasas entre los dientes.

Se quedó quieta cuando sintió ruido fuera de la casa.

Detuvo su respiración, sin darse cuenta, y llevó su mirada hacia la puerta principal.

No se dio cuenta cuando comenzó a temblar, el frasco de antiséptico se deslizó de su mano estrellándose contra el suelo. Tropezó hacia atrás cuando los fragmentos del frasco de vidrió salpicaron sus zapatillas.

Exhaló y automáticamente se hincó de rodillas para recoger los pedazos, pero eran muy pequeños, no haría más que lastimarse los dedos si intentaba recogerlos.

Se puso de pie y salió en busca de la escoba, sin embargo volvió a detenerse cuando sintió más ruidos.

— ¡Dios! — dijo presa del pánico cuando algunos gruñidos se escucharon.

Olvidándose de la escoba corrió por las escaleras hasta su habitación, su brazo golpeó contra la puerta arrancándole un grito, su quejido gutural brotó desde el fondo de su garganta. Sangre fresca comenzó a emanar de su herida, manchando su pantalón.

Puso el seguro y se movió hasta una silla con ropa limpia que había sobre un rincón del dormitorio. Agarró lo primero que encontró y lo usó para presionar su antebrazo para parar la sangre.

— ¡Joder! ¡Mierda! — dijo al darse cuenta que había dejado su celular en el tablero del auto, por las prisas al salir del bosque lo había arrojado allí dentro.

Eres Mia [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora