Capítulo 6: Tu locura

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Venganza.

Este era el momento, el día, la hora.

Todo  estaba listo, preparado, a punto de suceder.

Los acordes de la guitarra eléctrica sonaron conjuntamente con la voz del cantante.

"No se lo que paso con vos, no se a quien le mentís, pero hoy estas muy extraña"

Una sonrisa involuntaria se planto en mi boca. Los quejidos de los Ingleses se escucharon por detrás y extrañamente eso me ponía de buen humor. Los ladridos de Milo sonaron desde dentro del armario.

Tire las sabanas y salí para presenciar el espectáculo.

Los pelos de la princesa se encontraban perfectamente despeinados, mientras achinaba los ojos mirándome con desprecio. Le guiñe un ojo haciendo que rodara los suyos, algo que la había caracterizado en los últimos días, especialmente si yo estaba presente, rara coincidencia ¿No? Y sin mas preámbulos dejo azotar la puerta para crear el efecto de niña mimada que no podía faltar.

Emma se encontraba despierta, por alguna extraña razón, con un pulcro vestido rojo de terciopelo impregnado de corazoncitos blancos. Asquerosamente...tierno. Jugando con ese saco de pulgas llamado Geoff el cual ,inevitablemente al verme, corrió a intentar hacer quien sabe que desagradable truco canino. Sin pensarlo demasiado cerré la puerta dejando que su hocico tocara la madera.

Seguí tarareando la letra con un "Es tu voz, es tu magia, tu locura" escuchando los rasguños persistentes de mi parásito personal encerrado dentro del armario. Me pare en el medio de ambas puertas y, como si de verdad sintiera mi presencia, detuvo sus golpes.

Pensé por minutos en si debía abrirle o dejarlo ahí dentro. Y al momento en que surgió la pregunta otra insana propuesta se interpuso. Abrí las puertas de roble, viendo como el pequeño insecto se sentaba sobre sus patas, mirándome con esos ojitos que derretiría a cualquiera, pero que en mi persistían. Lo deje solo por un momento para cruzar la pieza y dejar que saliera con la orden "Ataca".

Los ladridos no cesaron hasta que llego hasta su negra presa. El Scotish Terrier escucho los precipitados pasos, y sin dudar un segundo, salio corriendo rebotando por las escaleras, llorando con temor.

La guitarra seguía sonando, concordando precisamente con mi fuerte risa. Una de las tantas puertas se abrió dejando ver una bata salmón de satín. La bruja, digo la Señora Bradbury, salio con cara de desquiciada de su habitación.

— ¿Que es clase de musicalizacion para comenzar el dia es esta?— Exclamo con furia en los ojos.

— Es el tipo de musica que falta en esta casa — Dije con una sonrisa sobradora.

— Esta... esta es la primera y ultima...

— ¿Que hay con la democracia de la que tanto discutimos? — Interrumpí con las cejas arqueadas, enfatizando la palabra democracia, dejando que su queja cesara.

Frunció el ceño, y como si lo hubiera aprendido de su hija, pego un encantador portazo.

Axia gana una vez mas.

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Los cinco miembros familiares parados en fila sobre el origen de las escaleras. Todos vestidos pulcramente, mientras yo descendía con mis calzas negras agujereadas y mi largo saco a combinación. Algo no olía bien, especialmente por la manera en que ellos se cruzaban de brazos y observaban como Milo les ladraba desde abajo, atado a la baranda, saltando frenéticamente.

BAD GIRLWhere stories live. Discover now