Capítulo X - El Descubrimiento

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Minho se levantó e hizo una reverencia al mayor mientras apretaba los puños.

―Pasa ―invitó Jeongin.

El rubio entró, caminó en dirección a la sala sin apartar la mirada del castaño que la sostenía pero su semblante iba cambiando conforme él se acercaba. Al llegar a la sala se dio cuenta que su amigo también estaba ahí, Changbin inclinó un poco su cabeza a modo de saludo.

―Está es una extraña reunión ―comentó intentando romper el incómodo silencio, el ambiente era tan tenso que se podría cortar con un objeto afilado.

Minho no dijo nada, solo se volvió a sentar y para su sorpresa Jeongin se volvió a ocultar en su cuello, automáticamente comenzó a darle caricias en la cabeza, Christopher tomó asiento junto a Changbin y observó el comportamiento del actor más joven.

Minho deseo haber escogido mejor su ropa y no haber ido tan simplón, si hubiera sabido que se iba a topar con Christopher se habría puesto hasta maquillaje. ¿Cómo no se le ocurrió que el australiano podría llegar? Digo, era la pareja del pelinegro, ¿o era Changbin? ¿o los tres eran pareja? Tenía muchas dudas pero no se sentía capaz de preguntar o tal vez simplemente no quería saber la respuesta.

Jeongin inspiró el dulce aroma de Minho, por alguna razón se sentía muy cómodo en los brazos del castaño, le recordaba a su mamá, pero podía sentir la incomodidad del momento, así que a regañadientes se separó del actor.

―Min... ―llamó, el aludido desvió la mirada del rubio para centrar su atención en el chico a su lado―. Te debo una explicación y no quiero que me interrumpas, en realidad, ninguno lo haga.

Sentenció al ver que los otros dos hombres estaban dispuestos a protestar.

―¿Qué le vas a decir? ―Christopher no se pudo quedar callado y tal vez por eso su pregunta sonó más fría de lo que pensó.

―La verdad Channie...

―No estoy de acuerdo, él no tiene por qué saberlo.

Minho decidió concentrar su mirada en algún lugar del piso, estaba en medio de una conversación en la que no se sentía digno de opinar, y se arrepentía muchísimo de haber tenido la fabulosa idea de aparecer en el apartamento del pelinegro. No sabía cómo se las ingeniaba el australiano para hacerlo sentir tan inferior, como basura.

―Claro que sí, se lo debemos.

―Jeongin...

―Channie ―intervino Changbin―. Él me vio besando a Jeongin hace un par de minutos.

La expresión de Christopher era indescriptible, era como una combinación de sorpresa con confusión.

―¿Pero...?

―¡Pero nada! Aparte es tu culpa, ¡todo esto es tu culpa! ―chilló Jeongin―. ¡Que mi carrera esté en riesgo es tu culpa! ―explotó por fin.

Christopher suspiró pesadamente, en el fondo sabía que el chico tenía razón. Había hecho tanto por protegerlo que había terminado haciendo todo lo contrario y él había sido la causa de todos los males. Minho por su lado tomó una de las manos de Jeongin y la acarició con suavidad para hacerle entender que no estaba solo.

―Lee Know ―llamó el australiano, el aludido levantó el rostro y sostuvo la mirada. Los penetrantes ojos de Christopher eran adictivos, se mordió el labio inferior a la espera―. Debes prometer que de lo que escuches hoy, aquí, no podrás decir ni una sola palabra, absolutamente a nadie, si abres la boca, juro que haré tu vida miserable y despídete de tu carrera como Idol.

Minho se tensó ante la amenaza, podía sentir la frialdad en la voz del australiano, sus instintos le decían que él no estaba bromeando.

―¡Channie! ―reclamó Changbin.

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