Capítulo 1

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Los pétalos de cerezos iban balanceándose y bailando en el viento, dispersándose y mezclándose con cielo azul, uniéndose a la nubes, siendo libres. Nadie extendía sus manos para sujetar aquellos pétalos que seguían revoloteando y terminaron cayendo en el césped. No importa lo mucho que volaran por el viento, terminarían en la tierra, pero eso no importaba, no era el final para ellas. Algún día volverán a florecer hermosamente.

Un pétalo cayó sobre mi rostro, en realidad, muchos de ellos habían caído, llegando a reposar en mi adolorido cuerpo. Quería ser quien sostuviera esos pétalos, pero no era capaz de hacerlo. Me resigné y volví a mirar el cielo, esperando a que la muerte llegara a mí y cerré los ojos esperando el final.

Repentinamente escuché pasos asomándose hacia mí, pero no tenía intenciones de moverme, mi cuerpo estaba tan debíl por los golpes que he recibido que ni siquiera me sentía capaz de hablar.

—No debería acercarse tanto —habló una voz masculína—. Morirá, no es asunto suyo.

—Pero qué insensible puedes ser a veces, Jeonghan —sonó la dulce voz de otro muchacho. 

Aún con los ojos apretados, sabía que alguien me estaba observando, lo noté cuando una leve sombra se asomó por mis párpados, que hace unos minutos eran iluminados por el sol abrazador.

—Es una jovencita —musitó el muchacho que parecía ser alguien gentíl, a diferencia de su amigo—. No podemos dejarla morir.

—Pero no sabemos qué es lo que la llevó a estar así.

—De todas formas, no podemos afirmar que haya hecho algo malo.

El silencio permaneció durante unos segundos, tal vez pensando en si deberían llevarme con ellos o no. No podía culparlos, tampoco llevaría a una desconocida.

—Recuerda que te encontramos de la misma manera y no te deje morir.

No hubo respuesta del otro joven y gracias a eso pude escuchar el viento llevandose a las hojas, al igual que el sonido de los pajarillos.

Mi cuerpo recostado aún en el césped, sientiendose frío, pese al tremendo calor que emanaba el sol. Estuve así desde hace algún rato, sin embargo, por el dolor no sé ni cuánto tiempo había pasado. Solo sabía que llegué al lugar y me pareció tan hermoso como para dar mi último suspiro.

—Comprendo su noble corazón, pero en estos momentos no podemos confíar en nadie —contestó al fin.

—Lo sé, Jeonghan. Sé que te preocupas por mi seguridad, pero no puedo hacer como si no hubiésemos visto nada. Debemos ayudarla.

—¿Es lo que en verdad desea? 

—Sí.—afirmó.

—Entonces será lo que ordene—oí el suspiro de alivio que produjo el otro muchacho—. Sin embargo, si noto algo sospechoso, la mataré en la primera oportunidad.

—Se nota que eres delicado con las damas —dijo con sarcasmo.

Sentí como ambos unieron fuerzas para sostener mi cuerpo, logrando así que uno de ellos me llevara en su espalda.

No tenía idea de a dónde me llevarían, no sabía quienes eran, ni que se traían entre manos, pero no podía hablar, muchos menos moverme y solo esperaba que tuvieran buenas intenciones.
De lo único que estaba segura, era de la calidez que transmitía la espalda de aquel joven, tanta que terminé quedándome dormida.

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Fallin Flower (JEONGHAN SEVENTEEN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora