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V.

El resto de la semana fue más normal,  la voz de Samantha desapareció de la cabeza de Savannah y al parecer estaba retomando su control mental. Practicaba a diario en su casa tratando de levantar objetos y dejarlos en su lugar, al parecer las cosas iban mejorando, se preguntaba qué tal estarían las cosas para Samantha.

El fin de semana lo paso leyendo Isabel I, uno de los pocos libros que se había podido traer de la gran biblioteca y viendo shows de tv recostada en la cama de su padre. También había comprado unos cuadros, oleos y carboncillo para continuar con el arte y sentirse más cerca de Samantha. El cuarto de Samantha lo había convertido en su espacio de arte, los oleos se hallaban en una esquina de forma que pudiera pintar allí y dibujar en la pared como lo hacía en su vieja casa. Había comenzado pintando a Samantha en un óleo, al igual que el paisaje que se veía desde el porche de la antigua casa. A pesar de saber que sus oleos quedaban bien elaborados sabía que no había comparación con los de su hermana.

De regreso al instituto el lunes, fue recibido en lenguas extranjeras con el análisis crítico que debía entregar del libro La 'Ndrangheta. En el salón se hallaban los mismo ocho estudiantes de su primer día de clases, y de nuevo parecía como si el profesor encantara a todas las estudiantes, excepto a la rara niña nueva de cabello rojizo.

Buongiorno, studenti —Saludó el profesor al entrar al salón.

Buongiorno —Respondieron todos, en especial las chicas exhalaban con aire de enamoramiento.

El profesor se sentó y reviso las hojas que se hallaban encima de su escritorio.

Signorina Collingwood —Savannah levanto la cabeza inmediatamente, jamás la habían llamado por su apellido—. ¿Por qué su análisis crítico no está aquí?

Savannah se apresuró a sacar las pulcras hojas de su mochila y se las entregó al profesor.

—Los trabajos los debe dejar encima del escritorio del profesor al entrar a clase —Le recordó el profesor con una sonrisa de disculpa.

—No estaba enterada —balbuceo.

Por lo visto aun no termino de entender cómo funciona este instituto. Pensó Savannah mientras dirigía su mirada hacia Noha, para su sorpresa el chico llevaba observándola algún tiempo. Su mirada fría, como si pudiera ver en el interior de Savannah, le causaba escalofríos. Por unos segundos le mantuvo la mirada, igual de fría e insensible a la de él, poco después la rudeza fue interrumpida por Megara quien le susurro algo al oído y este le sonrió amablemente.

Le amore. Savannah puso los ojos en blanco, pero luego cayó en cuenta que tal vez no sabía lo que significaba eso, ser amada por alguien que no fuese su familia.  Por un momento sintió algo que no había sentido nunca, ¿Era envidia de Noha y Megara? ¿Celos? seguramente era eso. Jamás se había enamorado.  

Dos horas de lenguas extranjeras y otras dos más de física avanzada; como tarea más problemas de Columbus que no usaría nunca en la vida real. La comida la llamaba en el almuerzo, y ella le hacía caso, iba al acecho.

—Definitivamente estas tostada, Freaky —Aseguró Annette con firmeza mientras se dirigían al comedor.

Savannah entorno los ojos.

— ¿Esta vez porque soy la rara?

—Rara no, asocial y antipática —dijo Annette bruscamente—. Si no te saludo, perfectamente tú puedes pasar todo el día sin dirigirme la palabra —reclamó. 

Savannah se rio, Annette se esforzaba por ser su amiga y ella no lo había notado.

—Lo lamento mucho, no acostumbro a tener que convivir con más gente.

The redheadWhere stories live. Discover now