EPÍLOGO: Paraíso

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Un beso en la frente fue la llave mágica para abrirme la puerta a la realidad de nuevo.

Una brisa tímida terminó de despertarme. No reconocí el cuarto sencillo que era invadido por la naturaleza. Había enredaderas con flores en brote decorando las paredes blancas, inmaculadas.

En el ambiente se percibía un aroma fresco de flores de varios tipos.

Me senté para mirar mejor.

La ventana estaba abierta para dejar que la ligera brisa jugara con las cortinas blancas, creando olas que hacían un sonido delicado. Los pajarillos felices alegraban el día que parecía traer consigo solo sentimientos buenos.

Sin embargo, para alguien en mi actual condición, me resultaron molestos.

Salí de la cama para mirar afuera por la ventana abierta. A pesar de que ese lugar gritaba que me tranquilizara en todo momento, sentía miedo de averiguar dónde estaba.

Di un paso y una ráfaga de viento entró para acariciarme hasta hacerme voltear a una mesa de noche de madera antigua. Ahí había una carta.

La tomé en lo que me sentaba en la cama para leerla. Mi corazón me dijo en todo momento que era una carta de Adrael.

Leí.

Mi hermoso ángel:

Ha sido muy difícil separarme de ti otra vez para dejarte a la deriva. Solo me conforta que es una separación necesaria que te sanará.

Te traje a este lugar, tan parecido al nuestro, para que encuentres en ti de nuevo la armonía.

Que la belleza, el silencio y la solitud te lleven a recordar cada segundo que seguimos amándonos, a pesar del sufrimiento que hemos vivido los dos. Nuestro amor siempre fue fuerte, y ahora lo será más.

Recuerda eso siempre, porque es la verdad para nosotros.

Allicen, prometí ayudarte, amarte, protegerte y siempre estar a tu lado. Sé que son cuatro promesas que te llevaron al sufrimiento, pero aún tengo una eternidad para demostrarte que no volverán a terminar mal.

Ahora te prometo que seguiré esperándote todo el tiempo que te lleve regresar a mí. Más hermosa, perfecta y amada.

Siempre te esperaré.

Siempre te amaré, hermoso ángel.

Adrael

Dejé la carta en el mueble para salir de ahí. Sonreí al decidir que siempre será lo primero que lea en la mañana, y lo último en la noche.

Me sorprendí al ver que estaba en una casa que tenía la arquitectura de las edificaciones de Caelus, solo que en medio de un lugar callado y boscoso.

Era hermoso. Sin embargo, me sentí perdida y sola. Y el remordimiento regresó así.

Una vez más por mi culpa Adrael y yo estamos separados. ¿Hasta cuándo dejaré de cometer errores que hacen sufrir a quién más amo?

Al parecer, solo el tiempo tendrá la respuesta a todas las preguntas que seguirán existiendo en mi cabeza.

Extendí mis alas. Y se sintieron fuertes, mucho más de lo que estuvieron cuando era un ángel fiel. Admiré su oscuridad pura que siempre me recordará los errores que cometí una y otra vez. Que siempre seré un ser susceptible para dar infelicidad.

Ahora tengo que cuidar el amor, nunca darlo por sentado.

Luego miré las cicatrices en mi cuerpo bajo los rayos del sol, que aún no sanan por completo. Ahí están como huellas eternas que solo se curarán en el exterior, pero en el interior siempre me recordarán mi vida en Inférnum.

Expiación (Novela extendida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora