-Vamos- Taeyong murmuró.

Ella resultó oler a fresas y tener el cabello tan rojo como una. No tuve demasiado tiempo para observarla, porque mis ojos rápidamente se posaron en el gigantesco lugar. Estaba asombrado por las esculturas en piedra pulida, hasta por los cuadros antiguos con marcos dorados. Los pasillos por los cuales caminamos eran iluminados por faroles de luces tenues, mientras las alfombras que pisábamos eran lo único dándole un poco de vida a la casa. Todo lo que me rodeaba me daba la misma sensación atemorizante de una pesadilla, esa misma angustia que se mezclaba con el temor de ser perseguido por un monstruo... cómicamente... yo era hijo de ese monstruo.

El recorrido no duró demasiado, por suerte. Pero allí, esperándonos, estaba preparada una mesa larguísima cubierta con un blanco mantel que mi mamá hubiese adorado. Velas y vajillas pulidas se repartían a cada lado de la mesa, por un segundo creí que no seríamos los únicos invitados.

-¡Vamos, no sean tímidos!- el monstruo tomó asiento a la cabecera de la mesa, sacó un pañuelo bordado y se lo puso dentro del cuello de la camisa. Entonces sonrió-. Creí que podrían tener hambre, hice que mis queridos sirvientes preparasen un gran banquete para nosotros. ¡Anda hijo, no te serviré nada crudo!

Taeyong maldijo por lo bajo, pero se alejó de nuestro lado para tomar asiento lo más alejado de su hermano. Yo no podía, ni quería, soltar el brazo de Jeno, por alguna razón algo en mi interior me decía que si nos alejaban sería nuestro fin, como si una gran trampa de oso fuese a morderme los pies en cuanto Jeno se alejase.

-Tranquilo...- Susurró pegando los labios a mi oreja, y fue a sentarse frente a Taeyong.

Me quedé temblando de pie sin poder moverme, pero el sonido de un tenedor cayendo al suelo, tintineando sobre la fría baldosa, me hizo moverme instintivamente, arrastrando la silla hacia atrás y sentándome exactamente sin poder escaparme de los ojos mordaces de ese hombre.

La mujer que entró en la sala, vestía algo parecido a Selene, pero esta era de piel canela y usaba un atuendo esmeralda, justo como sus ojos.

-Oh, la comida ha llegado ¡Perfecto!

-Amo- dijo la pobre muchacha. No entendía lo que sucedía, pero no me gustó ver la mirada horrorizada de Jeno. Entonces, mis ojos fueron a dar con el delicado cuello de la chica, adornado con una gruesa gargantilla que no lograba cubrir del todo las aterradoras marcas de colmillos. Dio una sutil reverencia antes de comenzar a hablar-. Hemos preparado lo que nos pidió, esperamos que nuestro alimento sea del agrado de sus invitados.

Solo me bastó un parpadeo para que otras tres muchachas entrasen en mi campo de visión, cada una cargando un platillo cubierto por una plateada tapa redondeada. Cuando la delgaducha rubia se acercó a mí, olí en ella la sangre seca que aún se encontraba en las mangas de su vestido carmesí. Miré con terror hacia Jeno, pero lo que vi hizo que mi atareado lobo se pusiese a chillar en mi interior.

Los ojos de los dos vampiros en la mesa se habían tornado tan rojizos como dos pares de rubíes bajo un reflector. Ambos tenían los colmillos afuera y juro, realmente juro, que podrían haber comenzado a babear en ese momento. Tragué saliva, observando mi propio plato en frente a mis ojos, el cual fue destapado por la muchacha.

-Oh...- solté. No sabía qué me esperaba, pero nunca imaginé tener una simple sopa de verduras y fideos delgados.

-¿Es de tu agrado?- la voz del hombre fue casi amigable, y estuve tentado a responder afirmativamente, pero en cuanto desvié la mirada a su propio platillo fue cuando las náuseas comenzaron. Joder, la bilis acababa de ascender por mi garganta.

-Y-yo... E-eso...

Me paralicé.

Era un corazón humano, eso fue lo que mi mente gritó escandalizada. Sinceramente no importaba de que especie fuese, lo que me estaba convirtiendo en un manojo incontrolable de nervios era que: ¡De verdad había un maldito corazón en ese plato! Y la forma en que la sangre chorreaba de las venas y arterias me hizo sentir enfermo. El órgano crudo tenía grasa y tonalidades oscuras en algunas partes... A mi padre no le importó, él le clavó el tenedor y cortó un diminuto pedazo, entonces se lo metió en la boca masticándolo como si se tratase del dulce más esquicito. De repente, ya no se me antojaba la sopa que me habían servido.

Caelum ~ {Nomin/Markhyuck}Onde as histórias ganham vida. Descobre agora