Capítulo IV: Una tarde a tu lado.

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Cuando regresaron al hotel, Camus hizo sentarse en la cama a Saga para que pudiera curarle las heridas. Se sentó frente a él y comenzó a desabotonarle la camisa poco a poco. Sintió la respiración agitada de su amado, la verdad es que estaban en una situación muy comprometedora.

Cuando hubo terminado de desabrocharsela, dejó que resbalara por los hombros de Saga hasta caer en las sábanas. El gemelo mayor estaba rojo como un tomate, y sentía que el corazón se le saldría del pecho muy pronto. Observó como Camus se levantaba para coger el botiquín de primeros auxilios que les había dado Shion y después se colocaba detrás de él.

El griego tenía toda la espalda llena de moretones y arañazos, aunque no era nada muy serio. Cogió una gasa con agua oxigenada, le desinfectó todas las heridas, y finalmente le aplicó una pomada. A continuación volvió a sentarse frente a él y le limpió los restos de sangre que tenía en la cara y observó detenidamente su nariz.

- No parece rota, tan solo ha sido un golpe

- Menos mal - dijo Saga sonriendo

- ¿Te sientes mejor?

- Ahora sí

El acuariano también sonrió y estrechó a Saga fuertemente entre sus brazos mientras le besaba apasionadamente. Quería saborear de nuevo los labios del geminiano, unos labios que ahora eran suyos. Los dos cayeron estirados sobre la cama mientras seguían besándose. Camus acariciaba con dulzura los cabellos y las mejillas de Saga mientras que el geminiano se aferraba a la espalda de su amado. Los besos aumentaban cada vez más de ritmo y pequeños gemidos escapaban de la boca de Saga por falta de aire.

Camus separó sus labios, y observó enfrente de ellos las cosas que habían puestas sobre la mesa. Sonrió malévolamente y se levantó para ir hasta la mesa. Saga se volvió a sentar en el borde de la cama mientras le observaba estupefacto. Vio como Camus se desabrochaba un poco la camisa hasta el pecho, a causa el calor sofocante que comenzaba a sentir, y cogió la botella de champagne para servirlo en las dos copas. Le entregó una a Saga para que bebiera y después le dio a probar una fresa.

- ¿Cómo está?

- Muy rica

- El champagne aumenta su sabor

Después Camus también probó una y se relamió los labios provocativamente. Aquello era una especie de juego sexual en toda regla, Saga lo sabía, y estaba seguro de que le seguiría el juego hasta el final. Seguidamente, el acuariano trajo a la cama las fresas con el chocolate derretido y se sentó junto a Saga. Untó una en el chocolate y de nuevo se la dio de probar a Saga, al cual le quedaron todos los labios manchados, por lo que Camus se acercó a él para poder lamer todo ese chocolate que de los labios del gemelo parecía saber cien mil veces mejor.

El geminiano se sentía nervioso, Camus era muy provocativo y todo eso parecía estar despertando según que cosas. El acuariano se acercó a su oreja y le susurró provocativamente además de acariciarle con su lengua el lóbulo.

- Desabrochame la camisa, me está estorbando mucho

Me vuelves locoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora